Capítulo 7

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Charlotte

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Charlotte

Creo que comenzaré a confiar en tí, pero eso no quiere decir que confiaré ciegamente. Recuerda que tu eres un extraño para mí y yo para tí,¿La diferencia? Simple, tú comienzas a adentrarte en mi historia, mientras que tú permanecerás en anonimato.

Sé que no debo confiar, pero en verdad debo narrar esto para que tenga sentido la trama.

A este día le llamé:El día perfecto para morir asfixiada.

Soy hija única, y agradezco eso. No porque sea envidiosa o algo por el estilo, no, simplemente agradezco que nadie más pase el infierno que yo vivo día a día dentro de cuatro paredes, muchos lo llamarían "mi casa", yo lo llamo: El infierno mismo.

Al regresar de la escuela, entré a mi casa, deseando que pasara desapercibida, pero para mi mala suerte, mi madre se despertó en esos días de querer mostrarse amorosa y bondadosa con su esposo e hija.

-¿Cómo te fue?- me interceptó en el pasillo, antes de poder subir las escaleras. Su sonrisa me pareció tenebrosa, creando un escalofrío que recorrió mi columna hasta llegar a mi cuello.

-Bien.- respondí en voz baja, mirando hacia sus pies.

-Ven a comer.

Solté un leve suspiro. Moría de hambre, pero no quería sentarme junto a ellos y verles la cara. Sonrisas fingidas mientras que por dentro desean asesinar al otro.

-No tengo hambre.- me encogí, algo temerosa por su respuesta. Sabía lo que se venía: Chantaje emocional.

Mi madre me miró entre ofendida y molesta. Se cruzó de brazos y cambió su semblante a uno rudo e irritado. Se cruzó de brazos y frunció el ceño.

-Ahora me vienes con eso-. me reprocho-¿Qué acaso no comes? Estas tan gorda, pero no entiendo de dónde si no tragas nada ¿De que te alimentas?- mi madre dio un paso hacia atrás, manteniendo una mirada irritada. No la resistí, la desvía hacia cualquier lugar menos a su cara.-¡Eres una mal agradecida!

Tomé mi brazo con mi mano, e inconscientemente comencé a abrirme la piel con las uñas. No quería llorar, no frente a ella. Solo se enfadaría aún más.

asentí con la cabeza, y al ver que regresaba a la cocina, me permití relajar mis hombros. Solté mi brazo, dándole paso a un ardor satisfactorio.

Camine hasta el comedor, donde un hombre de cabello azabache y mirada perdida se encontraba sentado en uno de los lados de la mesa. Tomé asiento frente a él. No se inmuto siquiera en mirarme.

Mi madre regresó con un plato que contenía filetes de pollo, lo colocó sobre la mesa- en el medio-, y se sentó a la cabeza de la mesa.

Mi padre tomó un filete y comenzó a comer, en completo silencio, sin esforzarse en iniciar una conversación.

No hizo falta, fue mi madre quien decidió romper el incómodo silencio al verme tomar un pedazo de pollo.

-¿Vas a comer todo eso?- alzó una ceja, mirándome a detalle.

No me moví, simplemente miré hacia mi plato. Tiene razón, esto es mucho para mi y seguiré engordando.

-Al menos tuviste la decencia de sentarte a comer con tus padres. Niña ingrata.- resopló y tomó el último pedazo de pollo.

Mi padre soltó un resoplido de irritación, dejó caer los cubiertos de golpe, creando un estruendo y volteo a mirar a mi madre con gran desprecio.

-Callate y come ¿Acaso no puedo tener una comida tranquila sin escuchar tu irritante voz?- volvió su mirada hacia su plato y se metió un pedazo de pollo a la boca.

Mi madre guardó silencio al fin. El ambiente se volvió más que incómodo, se volvió sofocante, asfixiante, irritante y muchas más cosas que terminan en "ante".

Después de casi una hora, pude escaparme a mi cuarto y encerrarme en mi habitación.

Tomé mi celular y me adentré en una aplicación de notas y comencé a escribir.

Normalmente escribo en una pequeña libreta que escondo debajo del colchón, pero cuando no tengo las fuerzas suficientes para agarrar el bolígrafo, prefiero escribir en mi celular.

Tenía varios mensajes de un número desconocido, supongo que son de Sebastián, pues ni siquiera me paré a leerlos.

"Solo tal vez, ella sea capaz de ver cómo sus palabras me hacen sangrar.

Me ahogo con mis propias lágrimas.

Mis propias uñas me hacen sangrar, y a tí no te importa.

Me duele no poder odiarte, solo quiero abrazarte, sentir el poco amor que tu corazón podrido alberga."

Me limpie la pequeña lágrima que escapó de mi ojo. Me senté sobre mi cama, mientras volvía a leer lo que acababa de escribir. Moví mi dedo y sin querer le pique al botón de enviar. Moví unas cuantas cosas hasta que volví al escrito. Apagué el celular y volví a recostarme sobre mi cama, abrazándome a mi misma por la cintura, sintiéndome culpable.

Una pequeña notificación me hizo despertar de mi transe. Encendí el celular y le piqué a la notificación. Me llevó directo a un contacto sin registrar, con varios mensajes sin leer y..., uno mío.

¡Maldita sea! Le envié la nota a Sebastián. Lo eliminé de inmediato, sintiendo como el corazón me estallaría y como mi estómago se revolvía del nerviosismo.

<<No se si asustarme o reconocer el increíble escrito.>>

Mensaje eliminado.

<<¿Por qué lo borras?>>

Quería gritar de la frustración que yo sola había creado.

<<Solo olvídalo. No era para tí.>>

Pasarón unos cuantos segundos antes de volver a recibir un mensaje.

<<Entonces,¿para quién es?>>

<<Eso no te importa.>>

Respondí al instante. Apagué el celular y lo aventé lejos de mí, ignorando la nueva notificación. Me recosté sobre la cama y comencé a patalear. Soy una tonta,¿qué no puedo hacer algo bien? No, al parecer no.

Me llevé las manos al rostro y lo cubrí por completo, dí media vuelta, quedando boca abajo. Tomé un enorme peluche de unicornio y lo abracé, intentando calmarme.

Está claro, no volveré a acercarme a Sebastián.

Hola👋

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Hola👋

Solo quería pedir una disculpa si los capítulos no son tan largos, pero no busco hacer una historia larga, o quien sabe🤷

Bueno, espero estén disfrutando de esta historia al igual que yo disfruto escribirla.

Gracias por estar leyendo esto. Espero verte en el próximo capítulo.🫂

Lo imposible Donde viven las historias. Descúbrelo ahora