Capítulo 14

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Sebastián

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Sebastián

-...Es solo un pequeño favor ¡Por favor, por favor!- rogué.

Charlotte siguió con su camino hacia las gradas, donde normalmente pasa los descansos libres. Esta vez, Mateo insistió en querer sentarse con ella.

Negó con la cabeza y siguió ignorándome.

-¡Por favor!- supliqué.

-No voy a ir a tu cena familiar.- respondió con sequedad.

Solté un resoplido. Ambos llegamos a las gradas y tomamos asiento donde siempre. Mateo no debe tardar en llegar, pues él va a una clase diferente a la nuestra.

-Te recuerdo que me debes una.- me crucé de brazos.

Charlotte me miró de mala manera y volvió a ignorarme. Ya no le voy a rogar, puedo conseguir otra que si quiera.

Mateo llegó con su típica sonrisa de oreja a oreja y nos salió a ambos con la mano, tomó asiento frente a nosotros. Nos miró a detalle y soltó una carcajada burlona.

-¿Y esa cara?- sonrió burlón-¿No quiso ayudarte?

Negué con la cabeza.

-Vamos, ayuda al pobre imbécil que apostó contra sus hermanos.- soltó otra carcajada sonora.

Sentí la mirada fija de Charlotte, sintiéndome algo pequeño contra ella. Este sentimiento se fue al instante, ahora ve a Mateo con curiosidad.

-¿Como?- preguntó Charlotte. Ingenua.

-¿No te contó?- Mateo frunció el ceño-. Su hermano apostó que el que perdiera, debía llevar una pareja a la reunión. Sabiendo que no se le suben ni las hormigas.- se burló y me miró como si tuviera algo ridículo en el rostro.

-Tengo una mejor idea. Te vestimos de mujer, y problema resuelto.- dí un aplauso y lo miré con ironía.

-Se que me amas, pero yo no le tiro a eso.- se encogió de hombros, manteniendo la estúpida sonrisa en su rostro.

-Pudrete.

-Tan lindo como siempre.- Mateo y Charlotte soltaron unas cuantas risitas. Fruncí el ceño, casi juntando ambas cejas.

Charlotte soltó un leve suspiro y volví a sentir su mirada sobre mí, esta vez le mantuve la mirada.

-Si te ayudo...,¿podré pedirte lo que yo quiera?

Lo pensé un momento. Esto ya no es muy justo que digamos. Ella me debe una de la vez que la lleve en mi moto, y podría cobrarle su visita a mi casa, pero no seré grosero.

Me acomodé el pelo con la mano y solté un suspiro. Asentí con la cabeza.

-Está bien.

Charlotte sonrió levemente. Ya no debo preocuparme por casi nada, solo por mi padre. Me aterra que Charlotte conozca esa parte de mí y vuelva a cerrarse por completo. Es una buena persona, a la cual le cuesta ganar confianza, y no me gustaría perder la poquísima que me confía.

Lo imposible Donde viven las historias. Descúbrelo ahora