En el hospital, la atmósfera era tensa pero llena de camaradería y apoyo mutuo. Kenma y Kuroo estaban sentados junto a Shoyo y Tobio, mientras Bokuto y Akashi, que habían terminado de cenar el sushi que habían pedido, se acomodaban para quedarse a dormir en el hospital. Akashi no se encontraba en el mejor momento, y Bokuto había decidido quedarse a su lado. Kiriko, que había estado con ellos luego de las clases, ya se había dormido después de platicar horas con Akari.
- Me alegra que hayamos pedido sushi -dijo Bokuto, intentando aligerar el ambiente-. Siempre es un buen consuelo en momentos difíciles.
- Sí, gracias por traerlo, Bokuto -dijo Kenma, su voz suave pero agradecida.
Shoyo, siempre optimista, intentó mantener el ánimo. - Akari es una chica fuerte, igual que sus padres. Estoy seguro de que superará esto.
- Eso esperamos todos, Shoyo -respondió Kuroo, mirando a Akashi-. Lo importante es que estamos aquí juntos, apoyándonos mutuamente.
Akashi, aunque visiblemente cansado, esbozó una pequeña sonrisa. - Gracias a todos por estar aquí. Realmente significa mucho para nosotros.
Tobio, siempre más reservado, habló con una voz tranquila pero firme. - Si hay algo que necesiten, no duden en pedírnoslo. Estamos aquí para ayudar en lo que podamos.
Bokuto asintió, poniendo una mano en el hombro de Akashi. - Mañana será un nuevo día. Seguiremos luchando juntos.
Akashi miró a todos sus amigos, sintiendo una profunda gratitud por tenerlos a su lado en estos momentos difíciles. - Gracias, chicos. No sé qué haríamos sin ustedes.
Shoyo se acercó a Bokuto y Akashi, poniendo una mano en el hombro de cada uno. - Todos hemos pasado por muchas cosas juntos. Esta es solo una más. Y la superaremos, como siempre lo hacemos.
Bokuto asintió, sus ojos brillando con determinación. - Somos una familia.
La noche avanzaba lentamente, pero la presencia de sus amigos hacía que el tiempo pasara con un poco más de esperanza y menos temor. Había momentos de conversación ligera, recuerdos compartidos y risas suaves, todo para mantener el ánimo y el espíritu alto.
Mientras tanto, Akashi y Bokuto conversaban en voz baja sobre los próximos pasos para el tratamiento de Akari, buscando cualquier posible solución y manteniendo la esperanza viva.
- He estado investigando posibles tratamientos en el extranjero -dijo Bokuto-. Podría haber alguna opción que aún no hemos considerado.
- Cualquier cosa que pueda ayudar a nuestra niña, lo haremos -respondió Akashi, su voz llena de determinación.
Kenma y Kuroo los escuchaban, listos para ofrecer su apoyo en cualquier momento. Era un recordatorio de la fuerza y la resiliencia de su grupo, siempre dispuestos a enfrentar cualquier desafío juntos.
La atmósfera en la habitación del hospital estaba llena de una calma tensa. Kenma, Kuroo, Shoyo, Tobio, Bokuto y Akashi, junto con las dos niñas dormidas, Kiriko y Akari, estaban inmersos en sus pensamientos, tratando de mantenerse positivos a pesar de las circunstancias.
De repente, la puerta se abrió bruscamente y todos se volvieron para ver a Akane, con la ropa y las manos manchadas de sangre. Su apariencia alarmante hizo que el corazón de todos en la habitación se detuviera por un instante.
Shoyo fue el primero en reaccionar, levantándose rápidamente de su silla y corriendo hacia su pequeña
- ¡Akane! -gritó, su voz llena de preocupación y miedo.
Akane se quedó parada en el umbral de la puerta, sus ojos desorbitados y su respiración agitada. Shoyo la tomó suavemente por los hombros, tratando de calmarla.
- Akane, cariño, ¿qué pasó? -preguntó Shoyo, con un nudo en la garganta, sus ojos llenos de pánico.
Akane parpadeó, como si las palabras de su madre no llegaran a sus oídos. Sus ojos se llenaron de lágrimas y empezó a temblar. Su cuerpo entero parecía estar en shock, incapaz de procesar lo que había sucedido. Finalmente, con un sollozo desgarrador, se dejó caer en los brazos de su madre, llorando desconsoladamente.
Hinata la abrazó con fuerza, acariciando su cabello en un intento desesperado por consolarla. - Shhh, está bien, cariño. Estamos aquí, estamos contigo -susurró, aunque el miedo y la incertidumbre se reflejaban en su propia voz.
- Lo siento... Lo siento tanto... -repetía entre sollozos, su voz quebrada por el dolor y la culpa.
Kageyama, con el ceño fruncido y el corazón latiendo con fuerza, se acercó a su hija, tratando de entender la gravedad de la situación.
- Akane, ¿por qué estás llena de sangre? ¿Qué ha pasado? -preguntó con voz firme, su preocupación creciente.
Akane levantó la mirada, sus lágrimas cayendo libremente por sus mejillas. Con un esfuerzo titánico, logró susurrar entre sollozos.
- Es... es Hikaru.
El nombre de Hikaru cayó como una bomba en la habitación, llenándola de una tensión palpable y un miedo visceral. Kenma sintió que el mundo se desmoronaba a su alrededor. Justo en ese momento, su teléfono sonó, rompiendo el silencio sepulcral. Con manos temblorosas, Kenma respondió la llamada.
- ¿Hola? -dijo Kenma, su voz apenas un susurro.
La voz del otro lado del teléfono era del hospital. - Señor Kozume, su hijo Hikaru ha sido traído de emergencia. Está inconsciente debido a un golpe en la cabeza. Necesitamos que venga de inmediato.
Kenma sintió que se le cortaba la respiración. Kuroo, que había estado observando con creciente ansiedad, le puso una mano en el hombro, tratando de ofrecerle apoyo.
- ¿Kenma, gatito? ¿Qué pasó? -preguntó Kuroo, su voz temblando ligeramente.
Kenma tragó saliva, intentando mantener la compostura. - Hikaru... está en el hospital. Lo golpearon en la cabeza. Está inconsciente.
Kuroo tomó la mano de Kenma, dándole un apretón de apoyo. - Vamos, Hikaru nos necesita.
Kenma asintió, sus ojos llenos de lágrimas, pero decidido a llegar a su hijo lo antes posible. Con determinación y preocupación, Kenma, Kuroo, Bokuto y Akashi salieron de la habitación, dejando atrás a sus amigos que ahora cuidaban de Akari, Kiriko y Akane. La noche, que había comenzado con un aire de esperanza y compañerismo, se había convertido en una carrera contra el tiempo para salvar a Hikaru.
Cuando llegaron a la sala de urgencias del hospital, el ambiente estaba lleno de una actividad frenética. Médicos y enfermeras corrían de un lado a otro, atendiendo a los pacientes con urgencia. Kenma y Kuroo se dirigieron al mostrador de recepción, con los demas siguiéndolos de cerca.
- Estamos aquí por Hikaru Kuroo -dijo Kenma, tratando de mantener la calma mientras hablaba con la recepcionista.
La recepcionista asintió y revisó rápidamente en su computadora. - Sí, fue ingresado hace unos minutos. Está en la sala de emergencias, siendo atendido por el Dr. Izumi.
- ¿Podemos verlo? -preguntó Kuroo, su voz llena de ansiedad.
- El doctor está con él ahora mismo. Les avisaremos tan pronto como puedan verlo -respondió la recepcionista, tratando de calmarlos.
Kenma, Kuroo se abrazaron en la sala de espera, sus corazones latiendo con fuerza mientras esperaban noticias sobre Hikaru. Los minutos parecían horas, y cada sonido de pasos los hacía mirar ansiosamente hacia la puerta, esperando que alguien les dijera que todo estaría bien.
ESTÁS LEYENDO
My Heart Is Yours | KuroKen
Romance- Feliz Cumpleaños, campeón -susurró Kenma en voz baja, con una sonrisa nostálgica y un nudo en la garganta.