Han pasado casi tres años desde aquel día. En un día tranquilo y ordinario, Kenma se encontraba en la lavandería junto a Kiriko, doblando cuidadosamente la ropa recién lavada. La atmósfera en la casa era serena, con el aroma de la cena que Kuroo preparaba en la cocina.
— ¿A qué hora llegarán mis tíos?.— Dijo Kiriko mientras terminada de doblar algunas prendas.
— No han de tardar Kiri-chan, ayudame a poner la mesa.
Kenma llevó un montón de ropa doblada hacia las habitaciones, comenzando por la de Kiriko. Mientras cruzaba el pasillo, pasó por la puerta de la habitación de Hikaru. Por un instante, se detuvo frente a la puerta, recordando con cariño a su hijo perdido.
Decidió entrar por un momento a la habitación, un lugar que había mantenido con cuidado y amor a lo largo de los años. Observó las fotos de Hikaru en la pared, los recuerdos que aún llenaban el espacio con su presencia silenciosa pero reconfortante.
Kenma se permitió un momento para recordar a Hikaru, recordar su risa contagiosa y su espíritu lleno de vida. Fue un momento de conexión íntima con su hijo, aunque solo fuera en memoria.
— Feliz Cumpleaños, campeón —susurró Kenma en voz baja, con una sonrisa nostálgica y un nudo en la garganta.
Después de unos minutos, Kenma salió de la habitación de Hikaru con una sensación de paz en su corazón. Cerró la puerta suavemente y continuó hacia la habitación de Kiriko, donde dejó la ropa doblada con cuidado.
La vida había seguido adelante, con sus altibajos y recuerdos imborrables. En medio de la rutina diaria, Kenma encontraba consuelo y fuerza en los pequeños momentos de conexión con aquellos que amaba y en los recuerdos de los que ya no estaban físicamente presentes, pero que siempre estarían en su corazón.
Mientras Kenma terminaba de organizar algunas cosas, escuchó la puerta principal abrirse con un ligero crujido. Levantó la mirada para ver a Bokuto, Akashi, Akari, Shoyo, Tobio y Akane entrando, cargados con bolsas de comida y sonrisas cálidas en sus rostros.
— ¡Hola, familia! ¡Hemos traído más comida! —exclamó Bokuto con entusiasmo, colocando las bolsas en la cocina mientras Akashi y Akari lo seguían, igualmente animados.
Kenma salió para recibirlos, una sonrisa suave iluminando su rostro al ver a todos reunidos.
— Hola, chicos. Gracias por venir. —dijo Kenma con gratitud, abrazando a cada uno en señal de bienvenida.
Shoyo y Tobio se acercaron a Kenma con afecto, compartiendo abrazos y palabras de apoyo silencioso. Akane se unió a ellos, sintiéndose reconfortada por la calidez de su familia extendida.
— Estamos aquí para pasar un buen rato juntos. ¿Cómo va todo por aquí? —preguntó Akashi con interés, mirando alrededor de la casa con curiosidad.
Kuroo, que había dejado la cena preparándose en la cocina, se acercó con una sonrisa amistosa.
— Todo está listo para cenar. Solo estoy esperando que todos se sienten —anunció Kuroo, extendiendo sus brazos en gesto de bienvenida.
La familia se reunió alrededor de la mesa, compartiendo historias, risas y el calor de la compañía mutua. Era un momento de unión y aprecio, donde el amor y la cercanía familiar llenaban cada rincón de la casa.
A medida que la noche avanzaba, Kenma se encontró sonriendo más de lo habitual, agradecido por la presencia de aquellos que lo rodeaban y por los pequeños momentos de felicidad que encontraba en su familia, una familia que había atravesado tanto juntos y que seguía siendo su mayor fuente de fuerza y consuelo.
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My Heart Is Yours | KuroKen
Romance- Feliz Cumpleaños, campeón -susurró Kenma en voz baja, con una sonrisa nostálgica y un nudo en la garganta.