6- APROBACIÓN

10 2 0
                                    

Zion

Me miro al espejo.

Siempre me ha gustado mi aspecto, pero... Peino mi cabello hacia un lado, no suelto el peine hasta que no está como siempre.

Suspiro. Ni si quiera así estoy contento.

Salgo del cuarto de baño y me encuentro con Muna, mi hermana pequeña, haciendo uno de esos puzzles que le gustan tanto. Jamás entenderé como puede gustarle juntar piezas.

—¿Necesitas ayuda?—me ofrezco, sentándome a su lado.

Ella niega.

—No necesito ayuda—refunfuña, tapando todas las piezas sueltas con sus bracitos.

Desde que ayer le conté que venía una niñera de prueba, está insoportable. Insiste en que es lo suficiente mayor como para quedarse sola en casa. Pese a que es cierto que es muy inteligente para tener siete años, sigue siendo una niña.

—¿Y algo de comer? No habrás merendado.

Tras volver a negar con la cabeza, se levanta de un salto y corretea hasta la cocina. Escucho como abre y cierra uno de los armarios y vuelve con un paquete de galletas de vainilla.

—Ya soy mayor—remarca, sentándose otra vez en la silla.

Sonrío.

—Eres mayor, Muna, pero no te puedes quedar sola en casa.

—Pues quédate tú, o Lara—me dice con ojitos de corderito.

Chisto.

Algo en mí duele cuando no la escucho decir "mamá o papá". Coge una de las galletas y le da un gran mordisco, es increíble lo mucho que ha crecido sin esas dos figuras paternas.

—Sabes que nos encantaría quedarnos, pero yo tengo que trabajar y Lara tiene la universidad—sus ojos me siguen mirando, con lástima—¿Hacemos un trato?

Al decir aquellas palabras, me mira desconfiada.

—¿Qué trato?—inquiere.

—Cuando venga la niñera vas a portarte superbién, y cuando se vaya me dices qué te ha parecido y entonces y solo entonces, tendrás niñera o no.

Muna se acaricia la barbilla, pensativa.

—¿Si no me gusta, no hay niñera?

—No hay niñera.

Desconfiada, suelta un pequeño "huuum" con mil preguntas.

—¿No será una trampa?—sospecha—. Y me pondrás muchas niñeras hasta que una me guste, ¿no?

—Confío en que te gustará la primera—sonrío, ofreciéndole mi mano.

—Acepto—une su mano a la mía, cerrando el trato—¿Cómo se llama?

—Emma.

Con esa curiosidad tan suya, me sigue preguntando sobre ella. Apenas tengo respuestas a sus dudas, no sé mucho más que su color de pelo, su nombre y los pequeños datos que ponía en ese folleto.

También la ayudé con su puzzle, aunque la orgullosa de Muna nunca va a admitirlo. Casi está completado cuando escuchamos a Lara bajar por las escaleras. Como ya es costumbre, utiliza alguna prenda con flores, en esta ocasión un jersey repleto de margaritas.

—Me voy con Ryan, no me esperéis para cenar—dice Lara, mi otra hermana, mientras coge las llaves.

—No irás otra vez en moto, ¿no?

—Si no voy en moto, voy andando y pudiendo ir en moto...

—Sabes que no me gusta que vayas en moto—me levanto, acercándome a ella. Muna nos mira con una galleta en la boca.

—Tengo veinte años, sé lo que puedo hacer—me asegura cuando llego a su altura.

—Lara, sabes que sobre todo de noche, no es nada seguro—susurro.

—Llevo el casco, no me va a pasar nada.

—Yo también lo llevaba.

Veo como intenta replicarme pero el timbre la interrumpe.

—Abro yo, y de paso me voy—dice sin darme pie a más.

Asiento y la veo marchar hacia la entrada. Ese chico con el que sale no me gusta nada.

—¿Emma ya está aquí?—escucho a Muna detrás de mí.

Sentir Empieza Por TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora