guerra

127 5 0
                                    

El sol comenzaba a descender en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y púrpuras. En Rocadragón, los dragones descansaban en las cavernas mientras sus jinetes se preparaban para una noche que prometía ser tan inquieta como los últimos días. Alicent, Criston y Alonde habían sido recibidos con los brazos abiertos, pero el alivio inicial no había disipado la tensión que se cernía sobre todos ellos.

Lucerys y Aemond caminaban en silencio por los pasillos del castillo, la discusión de la tarde aún fresca en sus mentes. La cercanía física que habían compartido no hacía sino aumentar la confusión de sus sentimientos. Aemond se sentía atrapado entre el odio y el deseo mientras que Lucerys no podía dejar de pensar en lo que había ocurrido y lo que podría significar para ambos.

En la sala de reuniones, Baela y Nymeria discutían con Helaena sobre los próximos pasos a seguir. Las noticias de Desembarco del Rey habían llegado con rapidez, y Rhaenyra estaba más decidida que nunca a proteger a su familia y asegurar el futuro de Poniente.

—Necesitamos un plan sólido —dijo Baela, mirando a Helaena con firmeza—. No podemos permitir que Larys nos sorprenda. Debemos fortalecer nuestras alianzas y estar preparados para cualquier eventualidad.

Helaena asintió, su mente ocupada en cómo mantener a salvo a su hijo y a su familia. La historia de Aelar, su nacimiento envuelto en llamas, la perseguía. Sentía que la responsabilidad de su bienestar recaía sobre sus hombros.

—He enviado cuervos a nuestras alianzas más cercanas —dijo—. Con suerte, recibirán nuestras peticiones de ayuda y refuerzos pronto.

Mientras tanto, en una esquina más tranquila del castillo, Aegon observaba a Maegor y aenys dormir plácidamente. Acarició suavemente el cabello de su hija, mientras su hijo se movía impaciente mientras soñaba

Jacaerys, que se había ocultado luego de la llegada de alicent y los demás entró a la habitación viendo a sus pequeños bebés, tan hermosos como su joven padre.

—Como están los pequeños mellizos? —dijo viendo a aegon

—Bien, pero no puedes seguir ocultandote, eres el príncipe Heredero

Jacaerys lo sabía, era muy conciente de eso, sin embargo gran parte de lo que estaba pasando había sido su culpa, por lo que evitaría lo más posible salir hasta que alicent se fuera a Desembarco


































En Desembarco del Rey, Rhaenyra estaba en plena reunión con sus consejeros más cercanos. La tensión en la sala era palpable, larys había ganado territorio en mar estrecho por su relación con otras casas.

—Debemos actuar con rapidez y decisión —declaró Rhaenyra, su mirada fija en Lord Corlys—. No podemos permitir que Larys gane más terreno.

Lord Corlys asintió, comprendiendo la gravedad de la situación.

—Haré los preparativos necesarios. Pero debemos ser conscientes de que cada movimiento que hagamos será observado. La discreción será clave.

Rhaenyra asintió, su mente ya trabajando en los detalles de su estrategia. La lucha por el control de Poniente estaba en un punto crucial, y cualquier error podría ser fatal.

En un costado estaba daemon, le enfurecida la situación pero tenía un interesante plan en mente, y la reina rhaenyra estaba haciendo preparativo para qje alicent volviera a Desembarco del rey junto a su hija.







































De regreso en Rocadragón, Lucerys y Aemond finalmente llegaron a una pequeña habitación apartada del bullicio del castillo. El silencio entre ellos era pesado, cargado de palabras no dichas y emociones reprimidas.

—Aemond, tenemos que hablar de lo que ocurrió —dijo Lucerys, rompiendo finalmente el silencio.

Aemond lo miró, sus ojos llenos de conflicto.

—No estoy seguro de lo que tenemos o no que hablar

Lucerys dio un paso hacia él, su mirada firme.

—Necesitamos ser claros entre nosotros. No podemos permitir que esto nos distraiga de lo que realmente importa.

Aemond asintió, y por un momento, ambos se permitieron un respiro, conscientes de que el futuro era incierto, pero decididos a enfrentar lo que viniera, juntos o separados, con valentía.

La noche finalmente cayó sobre Rocadragón, y mientras las estrellas brillaban en el cielo, la esperanza y la determinación seguían ardiendo en los corazones de aquellos que luchaban por un futuro mejor.

Amor En ValyrioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora