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Sarah suspiró por lo que parecía ser la décima vez del día. Las miradas de sus compañeros la estaban incomodando demasiado; incluso su hermano estaba teniendo problemas con las insistentes miradas. 

Giró a su izquierda justo a tiempo para atrapar a Kenzo mirándola. “Ya quiero que llegue el receso” murmuró, mirando el reloj de la pared. Cuando volvió a girar, atrapó nuevamente a Kenzo mirándola. “Qué incómodo” murmuró, dejando que su vista viajara hacia unas sillas al frente.

Entonces, sus ojos se posaron en un cabello azabache, y de inmediato todos los malos sentimientos se esfumaron. Una suave sonrisa se posó en sus labios al reconocer a Nobita. El solo pensar en él la llenaba de calidez y tranquilidad. Los recuerdos de sus momentos juntos y la dulzura de su relación hicieron que se olvidara de las incomodidades del día. 

Quería estar con él nuevamente, sentir su presencia cercana, ver la sonrisa que siempre lograba reconfortarla y escuchar sus palabras que siempre le daban fuerzas. En su mente, repasaba esos pequeños gestos que hacían su relación tan especial: cómo él siempre la miraba con ternura, cómo su risa le alegraba el día, y cómo sus conversaciones siempre terminaban en risas y caricias. Nobita era su refugio, su paz en medio del caos. 

Sarah dejó que estos pensamientos la envolvieran, olvidando por un momento las miradas y los susurros a su alrededor. Saber que pronto estarían juntos en el receso, hablando y riendo como siempre, le daba la fuerza necesaria para soportar las miradas incómodas. Y mientras miraba fijamente ese cabello azabache, su corazón se llenaba de amor y gratitud por tener a Nobita a su lado.

Nobita estaba inclinado sobre su cuaderno, aparentemente concentrado en escribir la fórmula que el profesor había dictado. Sin embargo, su mente estaba a kilómetros de distancia, enfocada en alguien muy especial. Una suave sonrisa apareció en sus labios mientras un tenue suspiro escapaba. "Quiero abrazarla" murmuró para sí mismo.

Aunque no podía girarse ni verla, Nobita sentía la presencia de Sarah detrás de él. Recordaba con claridad su sonrisa, su risa y la calidez de su mano cuando la tomaba. Estos pensamientos lo llenaban de una tranquilidad y felicidad que nada más podía proporcionarle. Sabía que Sarah también estaba pensando en él, y eso lo hacía sentirse aún más cerca de ella.

La clase continuaba, y Nobita hacía esfuerzos por mantener su concentración en el trabajo, pero los recuerdos de los momentos compartidos con Sarah lo distraían continuamente. Pensaba en cómo se reían juntos, en las largas conversaciones que compartían, y en esos instantes en los que simplemente se miraban a los ojos, sintiendo una conexión más allá de las palabras.

A pesar de no poder verla en ese momento, Nobita se sentía reconfortado. Sabía que el receso estaba cerca, y pronto podría estar a su lado. La idea de verla sonreír y escuchar su voz suave le daba fuerzas para soportar las últimas horas de clase. 

Finalmente, sonó la campana y el maestro salió del aula, como si esa fuera una señal esperada por todos. Tal y como había sucedido anteriormente, Sarah y Flock fueron rodeados por chicos y chicas. Esta vez, varios estudiantes querían invitarlos a comer juntos e incluso a salir después de clases.

Sarah intentó levantarse, pero la multitud a su alrededor lo hacía difícil. Las invitaciones y las preguntas no paraban de llegar, haciéndola sentir cada vez más incómoda y triste. Todo lo que quería era ir con Nobita y comer con él, pasar ese tiempo especial juntos.

Con un esfuerzo, trató de ser educada mientras rechazaba las invitaciones. "Gracias, chicos, pero ya tengo planes para el receso" dijo, intentando mantener una sonrisa a pesar de la incomodidad.

Flock, por su parte, estaba siendo igualmente acosado por sus nuevos admiradores. Notando la incomodidad de su hermana, trató de intervenir. "Oigan, apreciamos la amabilidad, pero necesitamos un poco de espacio."

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