La noche de un 28 de junio

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Y la noche de un 27 de junio, a menos de una hora de acabar este día perfecto para el solitario. Las ganas de alcohol inundan el rostro de mis deseos, el anhelar de aquella bebida perdida en el altar de mis decisiones, y sé que no debo beber. El alcohol, es la perfecta combinación para aquellos hombres lastimados, que no ven un futuro fuera del presente ambiguo.  

Si ponerme sentimental, no fuese consecuencia del recuerdo a amarte, la vida es imperfecta y el sentimiento de perderte, perfecta hacen el terminar de mi producto. Si creer en la derrota por el ínfimo derecho de tenerte cerca, la única y sencilla solución, loquearme por una mezcla que me haga olvidar el recuerdo de tenerte entre mis brazos y también beber por el deseo de desmemoriarse de tu linda voz. 

Y pensar que este amor se rompe en pedazos, perfecto hacen el caminar de mi futuro, uno en el que ya he visto que no estarás, uno en el que el caminar de mis pasos tenues, irán deambulando con un mismo ritmo hasta el final de mis objetivos anuales. 

Y el esperar que no veas mi rostro al besar otros labios. Y acordarme de la falacia de tus labios, al decirme que la muerte viene acompañada de mi perdida. Una diabla hecha a mis gustos, la mujer a la que le otorgue el derecho de amarla, aquella que sin duda volvería a conocer en un futuro aun sabiendo que el final, una muerte anunciada en el final de tus abrazos. 

Quisiera volver al ultimo dia que nos vimos, solo para darte las gracias, porque el lloro de tus palabras presentes quedaran fuera de el deseo de poder perdonarte. 

Lo incompletoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora