O4.- El guardián de las llaves.

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BUM. Llamaron otra vez. Dudley se despertó bruscamente.

-¿Dónde está el cañón? -preguntó estúpidamente.

-Que idiota -Dijo James.

-Que Sirius, digo tarado -Dijo Remus.

Se oyó un crujido detrás de ellos y tío Vernon apareció en la habitación.

Llevaba un rifle en las manos: ya sabían lo que contenía el paquete alargado que había llevado.

-¡Hay niños en la casa desgraciado! -Grito Narcissa.

-¡Ahora sí! ¡¿Cómo mierda se te ocurre llevar armas a un lugar en el que hay niños?! -Gritó Remus, claramente molesto.

-¡Óyeme bien, gusano asqueroso! ¡Esos niños, son mis nietos! ¡Y si les haces algo te las verás conmigo! ¡Porque nadie se mete con la familia Potter sin sufrir la furia de todos nosotros! -Gritó, amenazadoramente, Fleamont.

Vernon asintió, avisando que había quedado bastante claro.

-¿Quién está ahí? -gritó-. ¡Le advierto... estoy armado!

Hubo una pausa. Luego...

¡UN GOLPE VIOLENTO!

Todos saltaron por el repentino grito del libro.

La puerta fue empujada con tal fuerza que se salió de los goznes y, con un golpe sordo, cayó al suelo. Un hombre gigantesco apareció en el umbral.

-¡Hagrid! -Gritaron Fleamont y Euphemia.

-¿Que? -Preguntó el semigigante.

-¡Tu fuiste por mis nietos! -Grito el matrimonio Potter al mismo tiempo.

-Parece, hay que seguir escuchando para saber.

-Pero si está más que claro.

Su rostro estaba prácticamente oculto por una larga maraña de pelo y una barba desaliñada, pero podían verse sus ojos, que brillaban como escarabajos negros bajo aquella pelambrera.

El gigante se abrió paso doblando la cabeza, que rozaba el techo. Se agachó, cogió la puerta y, sin esfuerzo, la volvió a poner en su lugar. El ruido de la tormenta se apagó un poco. Se volvió para mirarlos.

-Podríamos preparar té. No ha sido un viaje fácil...

Se desparramó en el sofá donde Dudley estaba petrificado de miedo.

-Hagrid es la única persona que conozco capaz de llegar a una casa ajena, sentarse como si nada y pedir un té, así sin más. Aunque, claro, no dirá que no en caso de que le ofrezcan algo más fuerte-Dijo Euphemia.

Hagrid enrojeció de pura vergüenza.

-Levántate, bola de grasa -dijo el desconocido.

Dudley se escapó de allí y corrió a esconderse junto a su madre, que estaba agazapada detrás de tío Vernon.

-¡Ah! ¡Aquí están Harry, Elizabeth y Alec! -dijo el gigante.

Harry levantó la vista ante el rostro feroz y peludo, y vio que los ojos negros le sonreían.

-La última vez que los vi eran sólo unas criaturas -dijo el gigante-. Harry, te pareces mucho a tu padre, pero tienes los ojos de tu... madre, sí, de Lily. Elizabeth, eres igualita a tu padre, pero en femenino. Alec, eres igual a tu... madre pero con los ojos de tu padre.

Para Harry estas pausas antes de decir "madre" eran particularmente extrañas, pero no diría nada.

-Vaya, amor, apuesto que esa fue la primera vez que te lo dijeron ¿Cierto? -Pregunto Draco.

Los trillizos Potter en el pasado "La piedra filosofal"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora