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Cuando tenía veintitrés años llegué a casa y encontré a Felix llorando

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Cuando tenía veintitrés años llegué a casa y encontré a Felix llorando. Cuando me acerqué a él, se colgó de mi cuello.

— Las bananas son hermosas — entre lágrimas me dijo —. No entiendo como la gente se las come. Eso es cruel. Las bananas son amigas, no comida.

Miré a mi alrededor, y encontré la caja vacía de jugo de naranja. Luego recordé que días atrás yo había vaciado media botella de vodka en ella y la había mezclado con el jugo. Me reí de mi mismo y de él por haber sido tan tonto.

— Eres hermoso, Bang Chan — susurró en un intento de voz seductora mientras caía en la cama —. Ven aquí, mi amor.

— Estás ebrio, Gatito.

— A la mierda. Quiero hacer el amor contigo.

Sonreí. Se veía tan tierno y a la vez tan gracioso en ese estado.

— Mi amor, tú...

Pero no pude terminar la oración porque Felix gritó que era un dragón y salió corriendo por la casa con la intención de lanzar fuego por la ventana.

Pero no pude terminar la oración porque Felix gritó que era un dragón y salió corriendo por la casa con la intención de lanzar fuego por la ventana

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 Next door » chanlix Donde viven las historias. Descúbrelo ahora