¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Cuando tenía treinta y cuatro años, un bebé gateaba por toda mi casa, dejando un rastro de babas a su paso.
— ¡Jisung es hora de tu papilla! — Felix entró corriendo a la sala con un pequeño plato entre las manos.
— Trae aquí, amor. Es mi turno. Descansa un poco.
— ¿Estás seguro? No tuviste una buena noche. No debí dejar que lo tengas tú. Ya pasé por un embarazo, puedo llevar otro.
— Hey, creí que las reglas estaban claras. **Uno pone el esperma, el otro pone el cuerpo. ** Además, ya está todo bien. Te lo prometo. ¿Quieres saludarlo?
Mi esposo sonrió y se acercó a mí. Levantó un poco mi camisa, dejando al descubierto mi ligeramente abultado vientre de cuatro meses de embarazo.
— Hola, bebé — depositó un suave beso en mi estómago, antes de acariciarlo con las yemas de sus dedos —. Vas a portarte bien y dejarás a papi dormir, ¿Está bien?
— Escúchalo, por favor —. reí.
— ¿Y? ¿Tienes el nombre? — Felix quiso saber, sin despegar los dedos de la estirada piel de mi abdomen.
— Jeongin.
Felix frunció el ceño.
— No, por favor, ¿Qué pasa si es niña?
Me encogí de hombros.
— Pues Jeongina.
— Eres un caso sin remedio, Bang.
Levantó el rostro y se cruzó con mi mirada. Se inclinó y me besó en los labios. Habían pasado más de diez años desde la primera vez que lo hizo, pero yo seguía derritiéndome por él.
— Te amo, Gatito.
— Yo te amo más Lee Felix.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.