5

944 10 0
                                    

Era una tarde soleada en un pequeño pueblo de Barcelona. El sol bañaba las calles y los niños jugaban en la plaza central. Héctor y tú, inseparables desde la infancia, estabais sentados en el banco de siempre, cerca de la fuente.

— Recuerdas cuando nos escondimos aquí durante una tormenta? — dijo Héctor, sonriendo mientras miraba el agua saltar de la fuente —

Reiste suavemente, tus ojos brillando debido a la luz del sol.

— Claro que sí. Estábamos empapados y tu abuela nos hizo entrar en su casa para secarnos. Nos dio chocolate caliente y nos contó historias sobre piratas.

— Siempre pensé que mi abuela tenía una vida más emocionante que la nuestra — comentó Héctor, riendo — Quién diría que acabaríamos en caminos tan diferentes.

Miraste a Héctor, tus ojos llenos de ternura y una pizca de tristeza. Habíais sido amigos desde que tenían memoria, compartiendo secretos, sueños y miedos. Héctor, ahora una estrella del Barcelona, siempre encontraba tiempo para volver al pueblo y estar contigo.

— Y aún así, aquí estamos — respondistes, tratando de mantener tu voz ligera — Tú, el gran Héctor Fort, y yo, la simple Amelia.

Héctor frunció el ceño y tomó tu mano, un gesto que siempre hacía tu corazón latir más rápido.

— Amelia, sabes que no eres simple. Eres una de las personas más importantes en mi vida. Siempre lo has sido.

Tu corazón se aceleró. Era en momentos como este cuando empezabas a creer que tus sentimientos por Héctor no eran solo un amor no correspondido. Sus palabras, sus gestos, la forma en que te miraba... Podría ser que él también sintiera algo más profundo?

— Gracias, Héctor — dijiste, apretando suavemente su mano — Tú también eres muy importante para mí.

Héctor sonrió, una sonrisa cálida y sincera que hacía que quisieras quedarte en ese momento para siempre.

— Amelia, te quiero  — dijo él, sin soltar tu mano — Eres como mi familia. Siempre lo has sido y siempre lo serás.

Las palabras de Héctor llenaron tu corazón de una mezcla de alegría y confusión. ¿Familia? ¿Era eso todo lo que tú era para él? ¿O había algo más en esas palabras, algo que él no estaba diciendo directamente?

— Yo también te quiero, Héctor — respondiste, tu voz suave pero firme — 

Decidiste que, por ahora, eso era suficiente. Después de todo, habíais compartido toda una vida juntos. Y mientras siguiesen siendo amigos, tú siempre tendrías esperanza.

El sol comenzó a ponerse, tiñendo el cielo de un anaranjado cálido. Los dos amigos os quedasteis en silencio, observando el ocaso y disfrutando de la tranquilidad de su pequeño rincón del mundo. Para ti, cada momento con Héctor era un tesoro, una oportunidad para descubrir si su amor secreto algún día podría ser correspondido.

Pasaste días pensando en si confesarle todos tus sentimientos a tu mejor amigo. Confundida y temerosa de arruinar tu amistad, le comentaste tus dudas a tu mejor amiga Andrea, buscando su apoyo, quien te animó a dar el paso y declararte.

Un día, mientras estaban en casa de Héctor, cocinando juntos y riendo por cualquier tontería mientras ponían música de fondo sentiste que era el día perfecto.

— Héctor, quita esa canción tío!! — dijiste gritando —

Había pues "Yeezy" de Anuel veinte mil veces

— Déjame, que sabes que me gusta — dijo mientras se acercaba a ti cantando —

Te acercaste a él y sin que se diera cuenta porque parecía estar muy ocupado mirándote, cogiste su móvil y pusiste "Rockstar" de Duki

— Qué haces?! — preguntó molesto —

— Pues que el Duko es mejor — dijiste cantando la canción a gritos —

— Estás loca — dijo mientras negaba con la cabeza y reía —

Más tarde, el teléfono de Héctor sonó, e impulsada por la curiosidad y el temor, lo revisaste mientras él estaba en el baño, sabías que estaba mal pero algo te dijo de hacerlo.

— Qué es esto? — dijiste para ti misma —

Lo que viste te hizo sentir como si el mundo se te viniera abajo: un mensaje de una chica añadida como "❤️❤️" , preguntándole cuándo podrían quedar. Sentías como tu corazón se rompía en mil pedazos mientras intentabas encontrar una explicación razonable para todo esto.

— Por qué me lo ocultó? — te preguntaste con ganas de llorar —

No sabías en que momento tu corazón había empezado a latir por el mismísimo Héctor Fort, un maravilloso futbolista que tenía a media España detrás suya.

Héctor regresó a la cocina, notando tu expresión seria y decepcionada.

— Ey fea, qué ocurre? Estás bien? — te preguntó mientras se acercaba a ti —

Te pusiste firme y entregaste el teléfono que sostenías en tus manos a tu mejor amigo, el cual era el dueño del teléfono.

Héctor, al ver tu reacción y el mensaje que le había llegado, maldijo en voz baja.

— Mierda, Amelia...no es lo que crees... — dijo Héctor tratando de hacer que le mirases a los ojos pero simplemente ahora mismo no querías ni verle —
— No hace falta que digas nada, yo ya me iba — dijiste quitándote el delantal de cocina —

Él trató de explicarte la situación, pero estabas decidida a irte, incapaz de soportar el dolor de verlo con otra persona.

— Por favor, escúchame... — insistió él —
— Héctor no importa, vale?! Eres libre de hacer lo que quieras y no hace falta que me des explicaciones de nada ni decirme que no es lo que parece cuando sé perfectamente lo que es.

Héctor desesperado con la idea en su cabeza de que probablemente estaba apunto de perder a la persona que más quería y que en sus peores momentos había estado con él hizo lo que su corazón le decía que hiciese desde que te conoció, desde que vuestras familias os habían presentado.

Rogándote para que no te vayas, Héctor te detuvo justo cuando estabas a punto de salir por la puerta.

— Qué haces Héctor? — preguntaste sin entender nada —

Te atrajo hacia él, y en un impulso apasionado, te besó.

— Lo siento tanto Amelia — comenzó a llorar — No sabes las veces que he tratado de sacarte de mi mente solo porque te veía al rededor de más tíos cuando salíamos de fiesta con más gente y eso me hacía pensar que definitivamente no sentías nada por mi, llevo años tratando de buscar otras chicas y de convencerme a mi mismo de que cada vez que escucho tu nombre mi corazón no se acelera pero es inevitable porque definitivamente eres la mujer a la que más he amado y sinceramente no creo que mis sentimientos cambien nunca por ti.

En ese momento, todas las dudas y temores desaparecieron de tu interior, con lágrimas en los ojos y estupefacta te acercaste a Héctor besándole de nuevo en un beso que trasmitía todo lo que ambos sentían el uno por el otro durante años de amistad.

Al separarse del beso, los dos os quedasteis mirando a los ojos y supieron que estaban destinados a estar juntos.

— Te amo Héctor — confesaste —
— Y yo a ti más, rata

Los dos sonrieron y se abrazaron fuertemente como ambos querían que lo que les esperaba juntos durase y no dejar ir ni al uno ni al otro.

𝐎𝐍𝐄 𝐒𝐇𝐎𝐓𝐒 || Héctor FortDonde viven las historias. Descúbrelo ahora