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Estabas en tu habitación, mirando la pantalla de tu computadora con incredulidad. Los rumores habían comenzado hacía días, cuando Héctor, tu mejor amigo, se fue de vacaciones para "despejarse". Sin embargo, una noche, mientras navegabas por las redes sociales, una de tus amigas, Amada, te mostró una historia que lo cambió todo. La historia publicada por Judith, una rubia que solía ser parte de vuestro grupo de amigas pero que había causado mucho daño, mostraba una imagen que no dejaba lugar a dudas. Reconociste de inmediato las piernas que aparecían juntas en la foto. Eran las de tu mejor amigo y Judith.

Te sentaste en el borde de tu cama, sintiendo cómo una ola de emociones te invadía. Desgarrada y furiosa, llamaste a tus mejores amigas. El grupo se reunió en tu casa esa misma noche.

— No puedo creer que Héctor haya hecho esto — dijiste mientras las lágrimas corrían por tus mejillas — Cómo pudo ocultarme algo así?

— Siempre supe que Judith traería problemas pero jamás esperaba esto de Héctor, y menos hacia ti — dijo Alba, cruzando los brazos — Nunca debimos confiar en ella.

— Lo importante ahora es cómo te sientes tú, Amelia — añadió Raquel, ofreciéndote un abrazo — Estamos aquí para ti.

Después de un largo rato de consuelo y desahogo, decidiste tomar una decisión. Necesitabas confrontar a los amigos de Héctor y averiguar qué sabían ellos al respecto. Al día siguiente, te dirigiste al lugar donde el grupo solía reunirse: un parque que estaba cerca de casa de todos. Allí estaban Lamine, Gavi, Fermín y Marc Guiu.

— Necesito saber la verdad — dijiste, tu voz era firme pero temblorosa mientras mostrabas la foto — Sabían sobre esto?

Todos se miraron con sorpresa y negaron con la cabeza, excepto Marc, quien finalmente confesó:

— Héctor no quería lastimarte, Amelia. Él realmente te ama y no quería que esto destruyera vuestra amistad. No nos contó todo, pero sabía que algo andaba mal.

Sentiste una mezcla de alivio y traición. Agradeciste a los chicos y te dirigiste al bar donde los chicos te habían dicho que estaba, había ido a por algo de beber para todos. Lo encontraste en la barra, pidiendo las bebidas. Cuando te vio, sonrió y te llamó por un apodo cariñoso.

— Meli! — exclamó — Cómo estás?

Tu mirada se endureció y con una voz llena de dolor, hablaste

— Me enteré de todo, Héctor. Cómo pudiste hacerme esto? Después de haber estado prácticamente toda mi vida a tu lado...no me lo puedo creer, sabes lo que es Judith para mi y el daño que me a hecho — dijiste mirándolo incrédula —

Héctor se quedó paralizado, sabiendo que sus peores temores se habían hecho realidad. Intentó explicarse, pero solo logró balbucear:

— No quería lastimarte, Amelia. Sabes que te amo...

— Dios Héctor, no quiero volver a saber nada más de ti en mi vida — respondiste seca antes de irte, dejando a Héctor destrozado —

Durante semanas, bloqueaste a Héctor en todas las redes sociales ya que habías recibido cientos de mensajes y llamada de él, tratando de olvidar el dolor. Pero Héctor no dejó de intentarlo. Te escribió un mensaje de arrepentimiento en cada plataforma posible:

"Sé que no tengo excusas para lo que hice y no puedo expresar cuánto lo lamento. Judith fue un error que nunca debí cometer, simplemente me dejé llevar y ha sido lo peor. Me duele haberte perdido y me odio a mí mismo por haberte lastimado así. Tú eres la única persona que siempre ha estado a mi lado, la que siempre me ha apoyado. Me he dado cuenta de que no soy capaz de pasar tanto tiempo sin verte o sin hablar contigo, estoy perdidamente enamorado de ti, pero entiendo que tal vez ya sea demasiado tarde. Solo quería que supieras que lamento cada segundo que te he hecho sufrir. Te amo más de lo que nunca podré decir con palabras.

Héctor."

Leíste el mensaje una noche, sintiendo cómo tu corazón se rompía de nuevo. Llamaste a Lucía y lloraste en sus brazos toda la noche, mientras tú mejor amiga intentaba consolarte. La miraste mientras veías como miraba su móvil sonriendo con ternura.

— Qué te traes algo ya con Jose o qué? — preguntaste sintiendo intriga por la sonrisa de tu amiga —

— Qué? No, no, no es nada de Jose...

— Y qué es entonces?

No te respondió, simplemente te tendió su teléfono y lo que viste te dio más ganas de llorar aún

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Sonreíste inconscientemente mientras mirabas la foto, recordabas el día a la perfección; fue una tarde de verano, habías ido a ver a Héctor jugar un partido de fútbol junto con tus padres y los de él y debido a la victoria decidieron ir a cenar

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Sonreíste inconscientemente mientras mirabas la foto, recordabas el día a la perfección; fue una tarde de verano, habías ido a ver a Héctor jugar un partido de fútbol junto con tus padres y los de él y debido a la victoria decidieron ir a cenar. Vuestras familias siempre se habían llevado bien, básicamente, tu madre y la de Héctor crecieron juntas al igual que tú y Héctor. No le habías dicho nada de esto a tu madre, si ella se enterase probablemente se llevaría una gran decepción y le dolería, aunque estabas segura de que su relación con la madre de Héctor jamás cambiaría.
Sabías que tu amor por él era más grande que todo tu odio. Pero no podías perdonarlo fácilmente.

— Estáis muy monos — dijo Lucía, mientras miraba la foto contigo —

— Sí, parece que fue ayer... — dijiste limpiándote las lágrimas —

Lucía solo te abrazó y ambas os quedasteis dormidas así. No sabías que habrías hecho jamás si no tuvieses una mejor amiga como ella.

El verano pasó lentamente, sin que tú y Héctor os vierais ni hablarais. Ambos intentasteis disfrutar con vuestros amigos, pero la ausencia del otro era demasiado evidente. Meses después, llegó el cumpleaños de Pedri, y ambos coincidisteis en la fiesta. Tú, con un vestido negro y una coleta hecha con un collar de conchas, te veías radiante. Héctor no pudo evitar mirarte.

Decidió acercarse hacia ti, y para su sorpresa, no le rechazaste el habla. Ambos hablasteis, os disculpasteis y compartisteis un abrazo que os recordó lo mucho que os extrañabais.

— Sé que no puedo pedirte que olvides lo que pasó — dijo Héctor — pero realmente quiero recuperar nuestra amistad. Te extraño, Amelia.

— Yo también te extraño — respondiste, sintiendo un rayo de esperanza — Quizás no estamos listos para algo más ahora, pero quiero que volvamos a ser amigos.

Os abrazasteis, y Héctor dejó un beso en tu frente, prometiendo que jamás volvería a lastimarte. Ambos sabíais que vuestro amor y cariño mutuo no habían desaparecido. La vida os daría otra oportunidad, y mientras tanto, os apoyasteis en vuestra renovada amistad, sabiendo que vuestra conexión sería para siempre.

𝐎𝐍𝐄 𝐒𝐇𝐎𝐓𝐒 || Héctor FortDonde viven las historias. Descúbrelo ahora