Héctor
Era una cálida tarde de primavera, y me encontraba en un bar cercano al Camp Nou, mis compañeros de equipo y yo disfrutábamos de una merecida comida después de un duro entrenamiento. Estaba acompañado por mis amigos: Marc, Lamine, Pedri, Ferran, Pau, João y Gavi. La charla giraba en torno al emocionante y crucial clásico que se avecinaba en el Santiago Bernabéu, el último de la temporada.
— Va a ser un partido duro — comentó Pedri mientras mordía una hamburguesa — El Madrid siempre es un rival difícil, pero tenemos que darlo todo
— Claro — asintió Marc — Si ganamos, tendremos grandes posibilidades de llevarnos la liga
Yo, sin embargo, estaba distraído mirando mi móvil. De repente, una notificación me llamó la atención. Era un recuerdo de una foto antigua: yo, de pequeño, abrazado a una chica morena. Sonreí al verla y no pude evitar perderme en mis pensamientos.
— Qué pasa, Héctor? — preguntó Gavi, al notar mi sonrisa. Los demás también se acercaron, curiosos.
— Es una foto de Amelia — expliqué mostrándoles la pantalla — Éramos muy amigos de niños. No he sabido nada de ella desde que se mudó a Madrid hace cuatro años.
— Aún piensas en ella? — inquirió Ferran —
— Siempre — admití — Nunca tuve la oportunidad de decirle lo que sentía. Era mi mejor amiga y... más que eso. Pero cuando se fue, perdí todo el contacto. He intentado buscarla en redes sociales, pero hay varias con su nombre y apellido que nunca pude encontrarla. —
El ambiente en el bar se llenó de una mezcla de nostalgia y camaradería. Mis amigos sabían lo mucho que Amelia significaba para mi y lo doloroso que había sido perderla sin poder confesarle mis sentimientos.
[...]
Semanas después, el gran día había llegado. El Santiago Bernabéu estaba repleto, expectante por el clásico.
Amelia
Me encontraba entre los espectadores, apoyando fervorosamente al Real Madrid con mis amigos.
— Qué opinas del partido? — me preguntó mi amigo Rodrigo mientras calentaba motores para animar.
— Será difícil, pero tengo fe en el Madrid — respondí, aunque mi mente se había desviado momentáneamente al ver a los jugadores del Barcelona salir al campo. Al reconocer a Héctor entre ellos, un torrente de recuerdos me invadió.
Durante el calentamiento, una pelota del Barcelona se desvió y fue a parar justo a donde estábamos yo y mis amigos, golpeando a Rodrigo en la cara.
— Qué cojones? Solo espero que haya sido Vini — dijo Rodrigo dolorido —
Amelia y Jorge estallaron en risas
— Pero tú eres tonto o qué? Pues no ves que en esta zona solo entrenan los del Barça? — preguntó Jorge riendo —
Mi risa se apagó cuando vi a un joven jugador acercarse a disculparse.
— Lo siento mucho — dijo el chico —
Pero su expresión cambió cuando desvió su mirada hacia mí al igual que la mía. Ambos nos quedamos mirando fijamente hasta que finalmente él decidió hablar.
— Amelia? — preguntó el chico con lágrimas en los ojos —
En cuanto que habló lo reconocí, podría reconocer esa voz en todos los universos que existen
— Oh Dios — susurré emocionada —
Sin importarme nada, ni las normas, salté la valla y corrí a abrazar al chico el cual había sido mi mejor amigo desde que nací con todas mis fuerzas, pero que lamentablemente había perdido todo el contacto con él en los últimos cuatro años. Los dos nos quedamos así durante varios minutos disfrutando del contacto del otro, ignorando las miradas curiosas a nuestro alrededor.
— Madre mía, Héctor — dije llorando — No puedo creer que seas tú.
— Yo tampoco puedo creerlo— respondió Héctor, aún conmovido — Estás aquí, en Madrid.
Yo solo asentí sintiendo como mis lágrimas caían de mis ojos, me separé para poder mirarle, había cambiado mucho.
— Lo que has cambiado — dije observándolo — Estás muy guapo
— Gracias rata, tú también estás guapísima — dijo sonriendo —
Sonreí inconscientemente al escucharle decir el apodo que me tenía puesto desde el día en el que se enteró que yo era del Real Madrid, odiaba saber que me llamaba así por esta razón pero al fin y al cabo, que me lo dijese él, era distinto y me encantaba.
— Quítate esa equipación por dios — dijo mirándome poniendo cara de asco —
— Cállate Héctor Fort — dije rodando los ojos — Y tú a ver cuando te cambias de equipo
Él solo me sacó la lengua y se acercó para abrazarme de nuevo
— Te he extrañado muchísimo, no tienes ni idea de cuánto, todos los días pensaba en ti
Acaricié su pelo mientras le abrazaba, yo también le había extrañado más de lo que él tenía idea
— Yo también te extrañé — me sinceré — Muchísimo
Se separó de mí mientras veía como Jorge bajaba al lado mío
— Encantado, soy Jorge — dijo mi amigo presentándose —
Sabía que lo hacía porque les había hablado mucho de Héctor a mis amigos
— Y yo Rodrigo — dijo este apareciendo por el otro lado —
Héctor me miró y yo solo reí
— Es un placer — dijo él sonriendo —
— Amelia nos ha hablado mucho de ti — dijo Jorge mientras me daba un codazo —
Héctor rió y yo pegué a Jorge haciendo que solo él y yo nos diéramos cuenta
— Bien o mal? — vaciló —
— Mejor de lo que crees — respondió Rodrigo —
Los tres chicos rieron y yo no sabía dónde meterme
— Bueno chicos tengo que volver al banquillo — dijo Héctor —
Jorge y Rodrigo se despidieron de él con una palmada
— Prometo buscarte después del partido — dijo Héctor dejando un beso en mi frente —
Asentí y le di un último abrazo para volver a mi asiento. Todo el estadio había sido testigo de lo que había pasado y nos miraban todo el rato.
El partido terminó con una victoria para el Real Madrid, 2-1. A pesar de la derrota, vi a Héctor buscarme entre multitud. Me vio entre las gradas y me hizo una señal para que bajara al terreno de juego. Estaba nerviosa aunque seguí sus indicaciones.
— Amelia — comenzó Hector, tomando mis manos —
Lo miré atentamente
— Nunca tuve la oportunidad de decírtelo, pero siempre te he amado. No quiero perderte de nuevo. — dijo mientras me acariciaba la mejilla suavemente—
— Yo también te he amado siempre, Héctor. No quiero perderte — admití emocionada —
Sin más palabras, Héctor juntó nuestros labios apasionadamente mientras el estadio aplaudía con fervor.
— Haré lo posible para mantenerme siempre a tu lado — prometió —
— Y yo haré lo mismo — respondí con lágrimas en los ojos —
Así, los dos jóvenes que habían sido mejores amigos durante años comenzaron una nueva etapa juntos, transformando una profunda amistad en una hermosa historia de amor.