~Una pequeña desición puede cambiar drásticamente tu vida~
La luna brillaba en el horizonte, adornando el cielo nocturno e iluminando las calles, mientras que una frustrada y algo estresada chica caminaba a paso apresurado por las desoladas calles.
Esta joven, de nombre Angie, había tenido un pequeño inconveniente con el trasporte al salir de la universidad, lo que la hizo esperar por horas; sin embargó terminó caminado a casa, pues sentía que ya no podía permanecer un segundo más en esa infernal parada de autobuses.
Había sido un día frustrante para ella, solo quería volver a casa y dormir plácidamente, pero pronto descubrió que esto no sería posible.
Angie se encontraba muy nerviosa por el hecho de estar caminando complemente sola por esos lares y a esas horas de la noche. Estaba tan paranoica que cada cierto tiempo miraba a sus espaldas para comprobar que no la estuviesen siguiendo.
Por un rato no vio a nadie, hasta que todo cambió y sus peores miedos se hicieron realidad cuando un auto color gris se estacionó en la acera justo a su lado.
Se quedó helada del terror cuando un chico bajó del auto, no pudo diferenciar bien sus rasgos, puesto que la oscuridad no le permitía ver con claridad, pero sí notó su silueta musculosa e intimidante.
El chico avanzó a paso lento hacia Angie, de una forma sin duda escalofriante. Demasiado escalofriante. El miedo la invadió, por suspuesto que quería huir; no obstante pareció quedar paralizada, sus piernas hicieron caso omiso a las desesperadas advertiencias que su cerebro le enviaba para que huyera y no logró dar ni un solo paso.
El desconocido aprovechó esto, se acercó a ella y esbozando una sonrisa maliciosa la saludó con perturbadora calma:
-Hola, linda, ¿acaso no te han dicho lo peligroso que es estar en estos lugares por la noche? Podrían secuestrarte...- su voz era suave, pero altamente escalofriante, de hecho todo en él lo era y sus palabras le cayeron a Angie como un balde de agua fría, que la hicieron reaccionar inmediatamente.
Se dio media vuelta y comenzó a correr, con una mezcla de estupefacción y pánico, trataba de huir de él, necesitaba alejarse lo más rápido posible.
El corazón le martilleaba intensamente en el pecho y sus manos sudaban, producto del ataque de pánico que estaba por sufrir.
Pronto comenzó a escuchar pasos detrás de ella y volteó solo para darse cuenta de que él la perseguía, cosa que la atemorizó aún más, haciéndola derramar lágrimas de puro terror.
-¡Ayuda, por favor!- gritaba desesperada y a todo pulmón.
El chico no parecía muy preocupado por sus gritos, quizás porque sabía que nadie podría oírla.
-Linda, deja de correr, no voy a lastimarte- aseguró con cierta malicia, aún persiguiéndola.
Esto solo intensificó la desesperación de Angie, en consecuencia sus pies se enredaron y cayó al suelo.
Aquello fue una ventaja para el chico, quien rápidamente se abalanzó sobre ella y apretó sus hombros contra el suelo reteniéndola.
-¡No, por favor, sueltáme!, ¡No me toques, aléjate! - sollozó, forcejeando -inútilimente- con él.
El muchacho le tapó la boca con su mano.
-Shh, no hagas tanto ruido, relájate.
En vez de obedecer a sus órdenes Angie intentó gritar tan fuerte como pudo con la esperanza de que alguien la escuchara y fuera a su rescate, para su desgracia esto no sucedió, mas bien el sonido fue amortiguado por la mano del desconocido.
Ella lo miró con ojos suplicantes, rogándole que la dejara ir, pero él tenía otros planes. De repente sacó una inyección, haciendo que todas la alarmas en la mente de Angie se alteraran.
«Oh no, no, no ¡No!, esto no puede estar pasando.» pensó tan desesperada como horrorizada.
Ahí fue cuando conoció lo que verdaderamente era el miedo.
Siguió gritando y removiéndose debajo de él sin ningún resultado, a medida que el chico iba acercando la inyección a su cuello, ¡ese maldito loco iba a sedarla!
Luchó con todas sus fuerzas, pero fue en vano, él hundió la aguja en la piel de su cuello y su cuerpo se rindió por los efectos del sedante.
Lo último que vio antes de que sus ojos se cerraran fue el rostro de su secuestrador, quien perversamente le susurró al oído:
-Dulces sueños, linda...
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Peligrosa tentación
RomanceUna noche fue suficiente para cambiar drásticamente la vida de Angie, quien al salir del instituto fue brutalemente secuestrada por un enigmático chico de nombre Will. Alto, ojazos verdes, físico de modelo, cabello salvaje y ese aire de arrogancia...