I. Visita inesperada

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Corriendo, llegaron hasta la librería. Una vez adentro, respiran aliviados. La adrenalina se desvanece de sus cuerpos. Es ahí cuando Calen siente ardor en el brazo. Se remanga la túnica y ve tres marcas de garra.

-Te traeré una poción. Siéntate por allá -dice Alfonso cuando se percata y va en busca de lo que prometió.

Regresa al cabo de unos minutos con una botella de cristal empolvada. La limpia con la mano y la deja en la mesa frente al elfo.

-Lo siento. Hace mucho que no necesito una poción de curación.

Calen destapa la botella y bebe el contenido de color lila. Mientras, el joven de cabello negro busca un paño y lo moja con agua.

Se sienta al lado del elfo y le pide que extienda el brazo herido. Alfonso lo sostiene desde abajo con la mano y lo examina bajo la luz. Calen espera, sentado con las piernas cruzadas y con la mano sana encima de la rodilla.

-La poción ya está haciendo efecto. Menos mal la herida no es profunda -dice el librero y comienza a limpiar la sangre-. Te arriesgaste bastante esta noche. Tienes algo que decir?

-Yo…no desvié la mirada. Por qué vino hacia mí entonces?

-Sí, eso fue raro. Suelen esperar a que voltees -concuerda el librero-. Déjame ver tus ojos un momento.

Alfonso le coge del mentón y lo acerca hacia él. Observa atento los ojos del elfo, buscando algún residuo de color violeta. Menos mal, piensa el libero cuando ve el color de siempre.

Deja de examinarlo y se percata de lo cerca que está de Calen. El elfo rubio permanece inmóvil, respirando lentamente. Alfonso desplaza el pulgar por debajo de los labios de Calen. Como el elfo no opone resistencia alguna, posa el dedo sobre el labio inferior y lo desplaza hacia abajo mientras el librero se acerca más y más.

Alfonso ladea la cabeza hacia un lado y junta sus labios con los del elfo. El librero cierra los labios alrededor del labio superior de Calen varias veces hasta que este último se suelta y toma un rol más activo, cerrando sus labios también sobre los de Alfonso.

El librero coloca la mano sobre una de las piernas del elfo y masajea su muslo. Estira el brazo izquierdo por detrás de Calen hasta posarlo sobre su hombro. Alfonso le aprieta ligeramente el hombro y acerca su mano poco a poco a la entrepierna del elfo. Este último se estremece y le coge de la muñeca antes que llegue a su objetivo.

-Voy muy rápido? -pregunta Alfonso.

El de cabello rubio y orejas puntiagudas niega con la cabeza. Se pone de pie y se arrodilla frente a él.

Hasta esa tarde, Alfonso no era más que el dueño de la librería a la que asistía más de tres veces por semana. Le agradaba su compañía y que este no le interrumpía mientras investigaba. Sin embargo, Calen no estaba en el pueblo para entablar amistad con alguien. Además, aunque su apariencia pudiese engañar a la gente, seguía siendo un chico.

Rechazaría cortésmente cualquier avance del joven, o al menos eso pensaba hacer hasta antes de esa noche. No se le escapó la habilidad con la que Alfonso se deshizo del enderman o que invocar agua de un libro no es algo común. No era apropiado subestimarlo. Así que ahora debía seguirle la corriente, pero tampoco podía dejar que descubriese su identidad.

Hace unos meses, cuando se decidió que Calen sería el responsable de esta misión, se le encargó a una de las maestras del clan enseñarle todo lo que pudiese necesitar para mantener su fachada y qué hacer en una situación como esta.

El elfo se mueve hacia a un lado y baja el pantalón del librero hasta que el miembro de este se alza como un mástil frente a sus ojos, tapándole la mirada. Calen se pone al inicio del pene de Alfonso con la boca ligeramente abierta. El de cabello negro se apoya en los bordes de la silla.

El miembro de Alfonso tiene contacto primero con la lengua extendida de Calen y luego con el resto de su boca. El librero ve desde arriba, como Calen desciende lentamente hasta la base de su pene. Cuando llega hasta la mitad, retrocede hasta la punta y vuelve a descender. Repite esto varias veces hasta ponerlo duro del todo.

Nuevamente llega hasta la mitad y retrocede hasta sacarlo completamente de su cavidad bucal. Luego lame la cabeza con movimientos circulares de su lengua. Hace esto mismo unas cuantas veces hasta que una mano se posa en su cabeza.

-Haaa. Ahnn. Un momento -dice el librero-. Eres buena. Haaa.

Alfonso retira la mano segundos después y Calen vuelve a la carga. Esta vez mira hacia arriba mientras desciende sobre el miembro de Alfonso, encontrándose con la mirada de este. El entrenamiento valió la pena. No aparta sus ojos verdes hasta llegar a la base, sintiendo que se atraganta en el proceso.

El elfo cierra los ojos y resiste en esa posición por unos segundos mientras el miembro del librero palpita en su garganta, y se retira abruptamente. Mira hacia arriba con la lengua hacia afuera, mostrando el resultado de su arduo trabajo.

Vuelve a la carga. Lo desliza hasta lo más profundo de su boca y retrocede, pero sin llegar a la punta esta vez. Continúa así y aumenta la succión cada vez que lo hace, esperando la inminente corrida de Alfonso.

Mientras succiona el glande del librero, recuerda que se la está mamando en medio de la tienda, a vista de cualquiera que pase frente a ella. Aunque difícilmente hay gente en la calle a esta horas.

Su instinto le dice que es mejor apurarse o llevar a las cosas a un lugar más privado si es que Alfonso desea continuar, pero decide dejarle terminar.

Mala decisión, por que María entra a la tienda justo en ese momento. La chica se queda inmóvil en cuanto ve lo que están haciendo, se tapa los ojos con las manos y se da media vuelta.

-Perdón! No debí entrar así -se disculpa.

Inmediatamente, el librero se sube el pantalón y Calen hace lo propio para estar presentable. Alfonso carraspea un poco.

-Qué-qué te trae por aquí, María? -dice el de cabello negro para cortar el hielo-. Te veo agitada.

-Sí! Es Thomas! Fue atacado por endermans y está gravemente herido! -responde la chica, aún de espaldas-. El doctor no sabe tratar la herida. Pidió que te venga a buscar. Dijo que tal vez tú sepas qué hacer.

Alfonso frunce el ceño por lo extraño del pedido. Conoce a Eric desde hace tiempo. Es buen doctor. Si él no sabe cómo tratarlo, debe ser poque nunca ha visto algo similar, lo cual es preocupante de por sí.

-Voy para allá -responde el librero y coge su abrigo-. Vienes?

Calen asiente. María encabeza la marcha, seguida por el librero y la astrónoma. Caminan por varias calles hasta llegar a una casa de ladrillos de piedra. Hay luz adentro y se escuchan murmullos.

La chica abre la puerta y se mueve hacia un lado para dejarlos pasar. El librero entra primero y la gente le hace espacio en cuanto ven quién es. Calen entra después y choca con los pobladores hasta llegar al frente.

Encuentra a Thomas echado en una cama con la camisa abierta por la mitad. Tiene un gran arañazo en medio del pecho y gruesas líneas negras crecen de el. Alfonso le abre un ojo y un violeta tenue brota de este.

-Eso es malo, verdad? -pregunta una mujer.

-Podría ser peor -responde el librero sin apartar la mirada-. Dónde lo encontraron?

-A setenta metros de la puerta norte -responde un tipo con armadura-. Estaba tendido en el suelo al lado de un árbol.

-Estas marcas no son normales, verdad Alfonso? -pregunta Patrick, el guardia que está a su lado-. El doctor le dio una poción, pero no surtió efecto. Podrás curarlo?

-Voy a intentar -contesta el librero y se da media vuelta-. Agradecería que los demás vuelvan a sus casas. Necesito espacio para trabajar -camina hacia donde está Calen y se inclina para susurrarle al oído-. Podrías darme las perlas de enderman que recogiste hace unas horas?

Calen lo mira sorprendido por unos segundos, ya que pensó que no le había visto. Luego de dárselas, Alfonso lo manda donde Silvy al igual que al resto.

El elfo y el tipo de ojos blancos (mundo de Stally)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora