Shigaraki Tomura x Male Reader
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La aprobación por parte de su madre lo era todo.
Su amistad con cierto pelinegro era su escape de todo el peso que lo obligaron a cargar en sus pequeños y frágiles hombros.
¿Qué pasará si pierde su único...
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El pequeño se encontraba anonadado; sabía que decirle algo así a su madre sería un regaño asegurado, pero no pensó que ella lo trataría de esa manera. Antes de irse al colegio, intentó nuevamente hablar con ella, pero fue inútil. Salió de casa rendido y abatido.
Las calles estaban tranquilas a esa hora, y el aire fresco de la mañana le confortó levemente. Ahora que se sentía un poco mejor, decidió buscar a su amigo, ya que al no obtener refugio en su casa, este debió de arreglárselas por sí mismo. Caminó por el barrio, atento a cada rincón, esperando encontrar algún rastro de su amigo. Después de un rato, lo vio sentado en un banco del parque, con la mirada perdida en el horizonte.
—¡Tenko! —gritó mientras corría hacia él, su corazón latiendo con fuerza.
Tenko levantó la vista y una sonrisa tímida apareció en su rostro al reconocerlo.
—Hola, ¿qué haces aquí? Hoy hay clases —preguntó Tenko, tratando de ocultar su sorpresa.
Su amigo estaba desconcertado; veía a Tenko demasiado calmado, teniendo en cuenta que ayer toda su familia falleció. Aunque su tono de voz no lo decía, su rostro demacrado lo delataba.
—Vine a buscarte. No podía dejar de pensar en ti. ¿Estás bien? —respondió con preocupación.
Tenko suspiró y bajó la cabeza.
—He estado mejor... pero gracias por venir. Es bueno saber que alguien se preocupa por mí.
Se sentaron juntos en el banco y empezaron a hablar de todo y de nada. El pelirrojo tenía en mente tratar de distraer a su amigo para que no recordara la terrible noche de ayer.
El pitido del reloj del ojiazul resonó, y este se entristeció.
—Lo lamento, Tenko-chan, debo ir al colegio.
—Está bien, ve.
—Mmm... —formó un puchero con sus labios—. No quiero dejarte —tomó una de sus manos.
El corazón de Shimura se removió de emoción.
—No te preocupes, voy a estar bien, ve nomás.
Sonrió—. ¿Por qué no vienes conmigo?
—Yo... no creo que sea buena idea.
—¡Pero tendrás una falta en tu registro! —se alarmó.
—No es tan malo —el pelirrojo se indignó.
—¿¡No es tan malo!? —repitió—. Tu asistencia definirá tu futuro y lo que las empresas dirán de ti, ¡dirán que eres impuntual o irresponsable!
Rio incómodo—. No creo que puedan tener tu registro de asistencia.
—¿¡Cómo sabes!?
De ahí, el peli celeste intentó tranquilizar a su exaltado amigo. Este se relajó solo porque la hora de entrada estaba a punto de culminar.