CONTRARRELOJ

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La última vez que vi a Barnabas me faltaba una pierna y mis pulmones se quemaban. Aun puedo ver mi vestido de encaje manchado con sangre, y recuerdo a la perfección el frío en las puntas de mis dedos. En esa ocasión también me sonrió de esa manera. Una sonrisa llena de nostalgia, culpa.

Barnabas.

Al decir su nombre recupero cada recuerdo de cada vida que he tenido, incluyendo mis recuerdos sobre Lio.

¿Cuánto tiempo ha pasado desde la última vez que vi al ser que me creó? Cada imagen viene a mi mente con una rapidez abrumadora. Lo recuerdo todo.

La historia de las criaturas se divide en antigua y nueva religión, pero antes de la antigua religión, antes de que se llamaran a sí mismos «criaturas», había quienes se oponían a la naturaleza y por ello, fueron aislados del resto. Fueron expulsados al otro lado de la realidad que conocemos y los humanos los llamaron dioses.

Estos dioses eran de carne y hueso, pero podían mover una montaña, reclamarle al océano e igualar la fuerza de un tornado. Hacían temblar la tierra con sus caprichos y podían cumplir deseos a quienes completaban sus desafíos. Todo lo que les hacía falta a los seres humanos, los dioses lo tenían.

Se hicieron llamar dioses, incluso después de la aparición de las primeras criaturas de la antigua religión, que no eran ni de cerca tan perfectos, y con el tiempo algunas cosas cambiaron. En un principio, para los humanos las criaturas eran monstruos que desaparecieron de la noche a la mañana, pero los dioses eran diferentes y se quedaron en las historias. Entre más tiempo pasaba, más dioses fueron nombrados en los libros y adaptados a cada cultura.

El que está sentado en la esquina, invisible ante los ojos del rey, es uno de esos dioses olvidados hace tanto tiempo. Que esté aquí es un mal augurio.

—No tengas miedo —dice él.

—¿Puedes ver al dios de los recuerdos? —pregunta Lio, y por fin le pongo atención.

—Si.

Mi dolor aumenta cuando puedo recordar por qué me acosté con él hace tres años. Significa tanto para mí. Él tenía razón, ya nos conocíamos.

—¿Qué te pasa? —pregunta el rey.

Limpia una lágrima que cae de mi rostro como si no pudiera soportar verla, su gesto me sorprende.

—Eres diferente ahora, rey de los muertos —digo con tristeza—. ¿Aún no te acuerdas de mí?

—¿Tú si puedes recordarme?

—Si, por supuesto que te recuerdo.

—¿Quién eres? —Se acerca más.

—Soy un doppelgänger igual que tú. Soy el ancla.

Nuestra historia tiene muchas vidas...

 La orden de sangre se construyó sobre muchas bases, unas son palpables y otras no pueden tocarse, pero son aún más significativas. Las ideas que sustentan la organización son bastantes simples y rigen la vida de cada criatura en el mundo: la primera es no intervenir en la evolución y vida de los humanos, pues estos son perfectamente capaces de avanzar por sí solos. La segunda es no asesinar humanos, puesto que estos también son capaces de destruirse a sí mismos.

La tercera idea es aún más simple: todas las criaturas deben esconderse. Porque hace mucho tiempo quedó claro que el mundo le pertenecía a los humanos.

Cuando alguna criatura piensa que es demasiado maravillosa para vivir en las sombras y se rebela, el líder hace su primera advertencia. Si después de ello, la criatura aún quiere revelarse, los cazadores se encargan de lo demás.

Rey de los muertosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora