One Shot 2 ღ

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Destinos entrelazados

En el vibrante mundo del entretenimiento, donde las luces brillantes y los aplausos formaban el telón de fondo de sus vidas, First y Kaho compartían una conexión que trascendía los papeles que interpretaban. Como actores en la misma empresa, se encontraron por primera vez hace ocho antes de actuar juntos por primera vez en sus vidas.  Desde el primer momento, hubo una chispa entre ellos, una energía que no podía ser contenida por los guiones ni por los reflectores.

Para todos los demás, eran colegas ejemplares y amigos inseparables, pero en la intimidad de sus conversaciones y miradas furtivas, el amor latía con fuerza, listo para ser reconocido.

First era conocido por su intensidad en pantalla y su dedicación fuera de ella. Kaho, por su parte, irradiaba una calidez natural que atraía a todos a su alrededor. Juntos, formaban un dúo dinámico en la pantalla, pero detrás de cámaras, su amistad era una mezcla de complicidad y afecto que solo ellos entendían.

 Los días se convertían en semanas, las semanas en meses, y sus vidas continuaron entrelazándose en los altibajos de la industria del entretenimiento. Siempre encontraban tiempo para compartir una sonrisa cómplice en los sets de filmación, un gesto de apoyo durante las largas horas de grabación, o una conversación íntima en los descansos entre escenas. Había algo en la forma en que se miraban, en cómo sus manos se rozaban ligeramente, que sugería algo más profundo que una simple amistad profesional.

Un día de verano, durante un descanso en un set exterior, encontraron un momento de privacidad bajo la sombra de un árbol centenario. El sol caía suavemente sobre ellos, creando un halo dorado alrededor de sus figuras.

—Kaho, a veces me pregunto si lo que compartimos va más allá de las cámaras —comentó First, su voz resonando con una vulnerabilidad que raramente mostraba en pantalla.

Kaho le miró con ternura, su mirada capturando la luz del sol que bailaba entre las hojas del árbol.

—Creo que nuestras vidas en pantalla reflejan partes de nosotros mismos que solo podemos expresar en el arte, pero también creo que hay algo real entre nosotros, algo que trasciende los roles que interpretamos —respondió Kaho, su voz suave llevando consigo un destello de verdad.

El corazón de First dio un vuelco, las palabras de Kaho resonaban en su interior como una melodía familiar que había estado esperando escuchar. Quería decirle lo que sentía, expresar lo que había guardado celosamente dentro de sí durante tanto tiempo, pero el miedo a perder lo que tenían los mantenía en un delicado equilibrio.

Con el tiempo, sus gestos se volvieron más significativos y llenos de intención. Pequeños toques que enviaban escalofríos por la columna vertebral, miradas que traspasaban las barreras de la actuación, sonrisas que solo se compartían entre ellos dos. Cada día se convertía en un baile cuidadosamente coreografiado de acercamientos y retiradas, una danza de corazones que se aproximaban pero nunca se tocaban completamente.

Una noche, durante la fiesta de lanzamiento de una nueva serie en la que ambos habían trabajado incansablemente, se encontraron en un rincón oscuro del jardín. La música fluía suavemente en el aire, las luces de las velas iluminaban sus rostros con una calidez íntima.

—Kaho, hay algo que he querido decirte durante tanto tiempo —susurró First, su voz cargada de emociones reprimidas que estaban esperando a salir.

Kaho lo miró con ojos brillantes, sus labios entreabiertos en anticipación.

—Yo también, First. Hay algo que necesito decirte —respondió Kaho, sus palabras temblorosas pero decididas.

No hubo necesidad de palabras por parte de ellos, sus acciones hablaron por si mismas, dejando salir lo que por años han callado sus sentimientos. 

En un gesto que parecía trascender el tiempo y el espacio, se acercaron el uno al otro. First tomó suavemente el rostro de Kaho entre sus manos, sus labios buscando los suyos con una suavidad que contrastaba con la intensidad de sus sentimientos.   Fue un beso que marcó el comienzo de una nueva etapa en su relación, un momento de rendición y aceptación mutua.

Sin embargo, pronto se dieron cuenta de que no estaban solos. El murmullo de la música y las risas distantes de los invitados seguían de fondo, y algunos presentes no pudieron evitar notar la escena romántica que se desarrollaba frente a ellos. Algunos murmullos de sorpresa y murmullos cómplices se filtraron en el aire, mientras otros simplemente sonreían con complicidad.

La timidez se apoderó de ellos por un momento, conscientes de las miradas curiosas y de los flashes de las cámaras que capturaban el evento. Separaron lentamente sus labios, pero sus manos seguían unidas con firmeza, como si el gesto físico fuera una afirmación de la nueva conexión emocional que habían descubierto.

—Lo siento, no debí... —murmuró First, mirando a Kaho con una mezcla de disculpa y cariño.

Kaho le sonrió suavemente, sus ojos brillando con emoción contenida.

—No te preocupes. Ha sido perfecto —respondió, su voz apenas un susurro que solo él podía escuchar.

Decidieron retirarse a un lugar más tranquilo dentro del jardín, apartados de la multitud y los focos. Encontraron un banco donde se sentaron juntos, compartiendo el silencio reconfortante de quienes han compartido un momento íntimo y profundo.

—¿Qué significa esto para nosotros, First? —preguntó Kaho, rompiendo el silencio con una pregunta que había estado dando vueltas en su mente durante años.

First tomó su mano con ternura, su pulso aún acelerado por la emoción del momento.

—Significa que ya no tengo miedo de admitir lo que siento por ti, Kaho. Que quiero estar contigo, no solo en las series, ni presentaciones, sino en la vida real. Eres alguien especial para mí, más allá de cualquier personaje que podamos interpretar —confesó, sus ojos buscando los de ella con determinación.

Kaho asintió lentamente, sintiendo cómo se aliviaba un peso de su pecho.

—Yo también siento lo mismo, First. No quiero ocultar esto más. Quiero explorar lo que tenemos juntos, sin miedo —respondió Kaho, su voz clara y decidida.

Cuando finalmente se separaron, Kaho llevó una mano a la mejilla de First, acariciando suavemente su piel cálida bajo la luz de la luna. Sus ojos se encontraron con una mezcla de amor y gratitud que traspasaba cualquier palabra que pudieran decir.

—Eres mi destino, First. No importa dónde nos lleve la vida, siempre serás mi hogar —susurró Kaho, sus palabras resonando en el silencio de la noche.

First la abrazó con ternura, envolviéndola en sus brazos como si quisiera protegerla del mundo entero.

—Y tú eres mi estrella guía, Kaho. Juntos, podemos iluminar el camino hacia un futuro lleno de amor y felicidad —respondió, su voz serena pero llena de promesas.

Así, en el jardín bañado por la luz de las estrellas y el aroma de las flores en flor, se selló un amor que había crecido con el tiempo y la complicidad. First y Kaho sabían que su historia no solo pertenecía a la pantalla, sino también a los rincones más profundos de sus corazones, donde el amor florecía como una flor exótica bajo el cielo nocturno de Tailandia.











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