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Caminaban a la par bajo la luz de las estrellas y el de la luna. El único sonido que se escuchaba en medio de tantos árboles era el de sus pasos y el aleteo de sus cuervos.

Era menos de media noche y debían llegar al pueblo más cercano en busca de hospedaje. Debían mantenerse fuertes para cuando llegaran a su destino.

Media hora más tuvo que pasar para que finalmente vieran a lo lejos las fuertes luces amarillas que desprendía el pueblo.

Misaki soltó un suspiro suave y miró a su acompañante.

─¿Quieres que pasemos primero a comer?

Tras su pregunta él la miró tajante y alzó los hombros con nulo interés. No le importaba mucho si comían o buscaban un lugar donde pasar la noche primero, cualquiera de las dos le daba igual.

Ella no dijo más y en su lugar pasó su vista al frente, concentrada en el camino y en la entrada del pueblo que se encontraba ya a unos pocos metros de distancia.

Cuando estuvieron lo suficientemente cerca, el bullicio de la gente a su alrededor animaron por completo el lugar. Puestos de comida, tiendas y la música hacían un contraste único para la vista de la pilar, quien no tardó en escabullirse entre la multitud.

Shinazugawa no tuvo ninguna otra opción más que seguirla. No le hacía mucha gracia tener que estar en medio de una plaza con gente bailando o riendo si parar, eso lo irritaba. Aún así la siguió.

Mantenía distancia con ella, veía como saludaba a todos con amabilidad o les sonreía como si los conociera de toda la vida.

Irritante, pensó.

Bufó a lo bajo, se cruzó de brazos y siguió caminando. Él a comparación de ella no era muy sociable o amable, o siquiera gentil y esos términos no resaltaban en su personalidad, eso estaba más que claro.

Para su buena suerte, Misaki había encontrado un sitio en donde podrían comer y recuperar energías, agradeció mentalmente por eso y entraron al pequeño local.

El delicioso olor a ramen y otro tipos de alimentos inundaron sus fosas nasales. Ambos se sentaron y pidieron el plato que más les apetecía.

El señor solo tardó unos minutos en traerles sus bandejas de comida y por supuesto, darle como cortesía de la casa una bebida a su compañera, quien amablemente aceptó.

Sintió curiosidad por eso, pero como la mayoría de veces, no prestó atención y se dispuso a disfrutar de su alimento. Él fue el primero en acabar y pagar el servicio.

Ya alimentados y satisfechos, salieron del local. Ya estando afuera estiró sus brazos para disminuir el pequeño entumecimiento que le generó estar encorvado.

No había nada fuera de lo habitual, hasta que un hombre se atravesó en el caminó y los hizo detenerse abruptamente.

─¿Qué hace una chica tan bonita por aquí?

El comentario le generó asco, por lo tanto frunció el ceño disgustado. Lo miró con repulsión y una notoria mueca en su cara.

─Agradezco su halago señor, pero mi compañero y yo tenemos que irnos. Tenga linda noche.

Escuchar eso de Misaki hizo que girará en su dirección, pues lo sacó de sus casillas que dijera que estaba agradecida por el comentario que ese sujeto le había dado cuando claramente sus intenciones eran otras.

─¿Vienes con este hombre?

Entonces supo que se refería a él, fue obvio al sentir la mirada de desprecio que le estaba dando, pero eso le importaba en lo más mínimo y por ende no le prestó atención y en su lugar se cruzó de brazos cabreado.

deseo | Sanemi Shinazugawa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora