"Empujón del Destino: El Café de Edén"

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En la prestigiosa escuela Edén, Damián Desmond, el segundo hijo del líder del partido de Ostania, mantenía su fachada fría y distante. Siempre parecía molesto o indiferente, aunque en el fondo era amable y se preocupaba por los demás.

Un día, mientras se dirigía apresurado a una clase de diplomacia, Damián, con sus libros en una mano y un café en la otra, no se percató de una señal de “piso mojado”. Resbaló de manera dramática y terminó en el suelo, cubierto de café, murmurando algo entre dientes sobre lo "estúpido" que era el día.

Anya, la hija adoptiva de un espía y antigua estudiante en Edén, estaba explorando la mente de sus compañeros con su habilidad telepática, Inevitablemente. Captó la mezcla de frustración y vergüenza de Damián antes de ver el desastre. Intrigada por su torpeza, se acercó y lo ayudó a levantarse, intentando no reírse.

“Parece que alguien está teniendo un mal día,” bromeó Anya mientras le ofrecía un pañuelo. Damián, con las mejillas sonrojadas y tratando de mantener su actitud distante, respondió: “No es asunto tuyo. Puedo manejarlo yo solo.”

A pesar de su respuesta brusca, Damián no pudo evitar sentirse agradecido por la ayuda. Anya, usando sus poderes, supo que en realidad él estaba agradecido aunque no lo dijera. Empezó a acercarse más a él, desafiando su exterior frío con su personalidad alegre y curiosa.

Damián, aunque fingía estar molesto cada vez que Anya aparecía, no podía evitar sentirse atraído por su carácter genuino y su habilidad para ver más allá de su fachada. Empezó a encontrar consuelo en su compañía, aunque siempre lo negaba con vehemencia.

“¿Por qué siempre me sigues?” gruñó Damián un día, sin dejar de mirar a Anya de reojo. Ella simplemente sonrió y respondió: “Porque me caes bien, aunque no quieras admitir que también te gusta mi compañía.”

Con el tiempo, su amistad se fortaleció, y Damián, aunque nunca lo admitiera abiertamente, comenzó a disfrutar de las interacciones con Anya. Cada vez que alguien les preguntaba cómo se conocieron, Anya respondía con una sonrisa: “Fue en Edén, cuando el destino decidió que Damián necesitaba un pequeño empujón… y una buena taza de café encima.”

Damián, por supuesto, siempre respondía: “¡No fue un empujón! Y tú solo estabas allí para reírte de mi desgracia, además nos conocimos cuando teníamos 6 años, ¡Asi que no seas mentirosa!.”

Anya, con toda la sinceridad, aunque tengan 10 años contestó "Sabes, todavía te sigo odiando"

Damianya week (2024) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora