El 25 de marzo, cuando teníamos 20 años, deseábamos tener un bebé. No lo pudimos conseguir, o eso pensábamos. Después de pedir un deseo con una estrella fugaz, lo deseábamos tanto porque mi padre quería separarnos. Si Anya quedaba embarazada, no habría otra opción más que casarnos. Sin embargo, al principio no me animaba a hacer "eso" con ella.
Una noche, mientras observábamos el cielo estrellado, Anya susurró, "¿Crees que alguna estrella nos escucha?".
"Estoy seguro de que sí," le respondí, tomando su mano. "¿Qué le pedirías?"
Ella sonrió tímidamente. "Que nada ni nadie nos separe."
Un día nos fuimos de cita a una cabaña. Fue allí cuando nos entregamos por primera vez, dejamos que nuestros cuerpos se descontrolaran y después, dormimos allí.
"Anya," dije suavemente mientras estábamos acostados, "¿Estás segura de esto?"
Ella me miró con ojos llenos de determinación. "Más que nunca, Damián. Te amo y quiero compartir todo contigo."
En las semanas siguientes, fuimos a un restaurante muy famoso, conocido más que por sus comidas, por sus postres. A ella le encanta todo lo que tenga que ver con el maní, así que le pedí un postre de maní. Desde la comida, la notaba rara, como si no pudiera comer. Aun así, lo intentó, pero cuando llegó el postre, no pudo evitar sentir náuseas.
"¿La tarta no está buena?" pregunté, preocupado.
Anya hizo una mueca y dijo: "No es eso, Damián. Simplemente... no puedo comerlo."
Decidí llevarla al doctor y él después habló.
El doctor nos miró con una sonrisa comprensiva y dijo: "Felicidades, Anya está embarazada".
Nos quedamos en silencio, tratando de procesar la noticia. Ella me miró con ojos llenos de sorpresa y emoción, y sentí una oleada de alegría que no podía contener. La noticia era inesperada pero bienvenida; había cambiado nuestro mundo en un instante.
"¡Vamos a ser padres!" exclamó Anya, rompiendo el silencio. Sus ojos brillaban de felicidad.
De regreso a casa, Anya y yo nos tomamos de la mano, sin decir mucho, pero compartiendo una conexión más profunda que nunca. Sabíamos que, a pesar de los desafíos que podrían venir, estábamos juntos en esto.
Los siguientes días fueron una mezcla de emociones y preparativos. Mi padre, al enterarse de la noticia, no tuvo más opción que aceptar nuestra relación y dar su bendición para que nos casáramos. Aunque al principio se mostró reticente, no podía negar la realidad y, en el fondo, creo que se alegró de vernos juntos y felices.
"Papá," le dije, "Anya está embarazada. Nos vamos a casar."
Mi padre frunció el ceño, pero después de unos momentos de silencio, suspiró. "Damián, siempre quise lo mejor para ti. Si estar con Anya es lo que deseas, entonces tienen mi bendición."
A medida que avanzaba el embarazo, Anya y yo nos sentíamos más unidos. Pasamos mucho tiempo planeando nuestro futuro, soñando con la llegada del bebé y disfrutando cada momento que compartíamos. Los miedos y las dudas iniciales se desvanecieron, y en su lugar surgió una confianza y una esperanza renovada para el futuro que nos aguardaba.
En la cabaña, donde todo comenzó, regresamos para recordar ese primer momento juntos, pero esta vez con la alegría de saber que pronto seríamos una familia. La estrella fugaz había cumplido nuestro deseo, y ahora nos esperaba un camino lleno de amor y nuevas aventuras.
"¿Recuerdas esta noche?" pregunté mientras mirábamos las estrellas desde la cabaña.
Anya asintió, sonriendo. "Sí, fue cuando todo cambió. Y ahora, estamos aquí, esperando a nuestro bebé."
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Damianya week (2024)
FanfictionÉste es mi primer Damianya week (para participar en en este evento sólo haré unos relatos)