"Noche estrellada en el campamento de Edén"

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El cielo se desplegaba sobre ellos como un manto negro adornado con miles de estrellas. La brisa nocturna acariciaba sus rostros, y el sonido lejano de los grillos componía una sinfonía natural que acompañaba la tranquilidad del momento.

Damián y Anya, ambos de 15 años, se encontraban recostados sobre una manta en medio del campo, lejos de las luces del campamento de Edén. Se habían perdido accidentalmente al explorar un sendero durante una caminata nocturna con sus compañeros de clase. Sin embargo, en lugar de preocuparse, habían decidido disfrutar de la noche y esperar a ser encontrados.

"¿Crees que será esta noche?" preguntó Anya, sus ojos brillando con expectativa mientras miraba el cielo, esperando ver la primera estrella fugaz.

Damián, con su característica actitud tsundere, se esforzaba por no mostrar demasiado entusiasmo. "No es gran cosa. Son solo rocas espaciales quemándose en la atmósfera."

Anya soltó una risa suave. "Claro, señor científico. Pero aún así, es mágico, ¿no crees?"

Damián se quedó en silencio por un momento, observando cómo las estrellas parpadeaban en la vastedad del cielo. A pesar de su aparente desinterés, no podía negar que había algo especial en esa noche, en ese momento compartido con Anya.

"¿Estás preocupada por habernos perdido?" preguntó Damián, su voz sonando más suave de lo habitual.

Anya lo miró y negó con la cabeza. "No realmente. Estoy segura de que nos encontrarán pronto. Mientras tanto, esto es una aventura, ¿no crees?"

De repente, una estrella fugaz cruzó el cielo, dejando una estela luminosa tras de sí. Anya exclamó emocionada y cerró los ojos rápidamente, haciendo un deseo en silencio.

"¿Qué pediste?" preguntó Damián, intentando sonar desinteresado, pero la curiosidad se reflejaba en su voz.

"No te lo diré, o no se cumplirá," respondió Anya, abriendo un ojo y mirándolo con una sonrisa traviesa. "¿Tú no vas a pedir un deseo?"

Damián se encogió de hombros, pero en su mente, un deseo simple y sincero se formó: "Quiero que este momento dure para siempre."

Otra estrella fugaz cruzó el cielo, y luego otra. El espectáculo celestial los dejó maravillados. La barrera de la actitud distante de Damián comenzó a desmoronarse, y poco a poco, se encontró relajándose junto a Anya, disfrutando de la sencillez y la belleza del momento.

Finalmente, Anya se acercó un poco más a Damián, apoyando su cabeza en su hombro. "Gracias por quedarte conmigo, Damián. Esto es perfecto."

Damián, sintiendo el calor de Anya a su lado, sonrió para sí mismo, permitiéndose disfrutar del momento sin preocupaciones. "Sí, es perfecto," murmuró en voz baja, dejando que la magia de las estrellas fugaces los envolviera a ambos en una noche que nunca olvidarían.

Justo en ese instante, escucharon voces a lo lejos. Sus compañeros del campamento se acercaban, buscando a los dos jóvenes extraviados. Pero Damián y Anya, por un momento más, se quedaron inmóviles, disfrutando de la tranquilidad de la noche, sabiendo que aquella experiencia los uniría de una manera especial para siempre.

Las voces de sus compañeros se acercaban cada vez más, rompiendo el hechizo de la noche estrellada. Damián y Anya se incorporaron lentamente, preparándose para regresar al campamento.

"¡Aquí están!" exclamó Becky, la mejor amiga de Anya, cuando finalmente los divisó. Corrió hacia ellos, seguida de cerca por otros compañeros y un par de profesores.

"¡Estábamos tan preocupados!" añadió, abrazando a Anya con fuerza. "No vuelvas a perderte así, por favor."

"Lo sentimos," dijo Damián, con su habitual tono serio. "Nos desviamos del camino y decidimos esperar aquí."

"Lo importante es que están bien," dijo uno de los profesores, mirando a los chicos con alivio. "Vamos, volvamos al campamento. Es tarde y todos necesitamos descansar."

El grupo comenzó a caminar de regreso, iluminados por las linternas y las estrellas que aún brillaban intensamente en el cielo. Anya se quedó un poco rezagada, lanzando una última mirada a las estrellas fugaces.

Damián, notando su mirada, se acercó a ella. "¿Estás bien?"

"Sí," respondió Anya con una sonrisa. "Solo estaba pensando en lo increíble que fue esa noche. Gracias por quedarte conmigo."

Damián asintió, sin saber muy bien cómo expresar sus pensamientos. Para él, esa noche había sido más que solo una aventura; había sido un momento de conexión que no había experimentado antes.

Al llegar al campamento, el grupo fue recibido con aplausos y exclamaciones de alivio. Algunos de sus compañeros hicieron comentarios bromistas sobre cómo Damián y Anya habían logrado perderse juntos, lo que provocó risas y sonrojos.

"¿Cómo se las arreglaron para perderse? ¡Era un camino recto!" bromeó uno de los chicos, provocando una carcajada general.

"Es un talento," respondió Damián con una leve sonrisa, recibiendo una mirada sorprendida de sus compañeros, que no estaban acostumbrados a verlo tan relajado.

Después de la conmoción inicial, los profesores se aseguraron de que todos estuvieran bien y organizados para la noche. Becky, siempre preocupada por Anya, se acercó de nuevo.

"¿Estás segura de que estás bien?" preguntó, mirándola con preocupación.

"Sí, estoy bien," aseguró Anya. "Fue… fue una experiencia increíble, en realidad. Ver las estrellas fugaces de tan cerca fue mágico."

Becky sonrió, aunque aún parecía preocupada. "Bueno, me alegra que estés a salvo. Descansa, mañana nos espera otra aventura.

Más tarde, cuando todos se acomodaron en sus tiendas de campaña, Anya se encontró sola con Damián una vez más. Estaban sentados junto a la fogata, el único lugar iluminado en el campamento.

"¿En serio no estás enfadada por haberte perdido?" preguntó Damián, rompiendo el silencio.

"No, para nada," respondió Anya, mirándolo con una expresión serena. "Estar allí, solos, bajo ese cielo estrellado… fue como un sueño. ¿Y tú? ¿Cómo te sientes?"

Damián dudó por un momento, mirando las llamas danzantes de la fogata. "Fue… diferente," admitió finalmente. "Normalmente no soy muy bueno en estas cosas, pero esta vez, me alegra que hayamos estado juntos."

Anya sonrió, tocada por la sinceridad de Damián. "Yo también. Fue especial."

**Un vínculo más fuerte**

A medida que la noche avanzaba, la conversación entre Damián y Anya fluyó de manera natural. Hablaron de sus sueños, miedos y esperanzas, sintiéndose más conectados que nunca.

Para Anya, fue una revelación ver el lado más vulnerable de Damián, ese que ocultaba tras su fachada tsundere. Y para Damián, fue un alivio poder ser él mismo sin sentirse juzgado.

Finalmente, cuando las estrellas comenzaban a desvanecerse ante el primer indicio del amanecer, Damián miró a Anya y dijo: "Creo que deberíamos descansar. Mañana será un día largo."

Anya asintió, aunque una parte de ella no quería que la noche terminara. "Sí, tienes razón. Buenas noches, Damián."

"Buenas noches, Anya," respondió él, y ambos se dirigieron a sus tiendas de campaña, sabiendo que esa noche quedaría grabada en sus corazones para siempre.

Mientras se acurrucaban en sus sacos de dormir, ambos miraron al techo de la tienda, recordando las estrellas fugaces y la conversación sincera que habían compartido. Sin saberlo, esa noche había cimentado una amistad más profunda y un vínculo que los uniría de maneras que aún no podían imaginar.

Damianya week (2024) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora