"El baile real"

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En el majestuoso reino de Veridonia, la familia real se preparaba para el evento más esperado del año: el gran baile real. El espléndido castillo, con sus torres elevadas y jardines florecientes, estaba decorado con luces y guirnaldas, iluminando la noche con un brillo mágico. Este año, el baile tenía un significado especial, ya que marcaría el compromiso oficial de la princesa Anya y el príncipe Damián, una unión que prometía fortalecer los lazos entre dos de los más poderosos reinos de la región.

Anya, con su elegante vestido azul cielo y una tiara que resplandecía como estrellas en su cabello dorado, bajaba las escalinatas del gran salón, donde la música y las risas llenaban el aire. A su lado, el príncipe Damián, imponente y gallardo en su traje negro con bordados dorados, la observaba con admiración y cariño.

Mientras la música suavemente envolvía la sala, Anya y Damián se encontraron en el centro del salón de baile. Con una sonrisa, Damián extendió su mano hacia Anya. Ella, con una gracia natural, aceptó y se unió a él en la pista de baile. A medida que los dos giraban y se movían al compás de la música, sus miradas se encontraban, reflejando una conexión profunda y sincera.

Sin embargo, entre los invitados, había quienes no miraban con buenos ojos esta unión. Uno de ellos era el duque Roderick, un noble cuyo corazón estaba corroído por la codicia. Roderick había esperado desposar a Anya, no por amor, sino por el inmenso poder y riqueza que la alianza le traería. Al ver a la pareja tan feliz y unida, su envidia creció, y con ella, sus planes maliciosos.

Con una sonrisa falsa y palabras envenenadas, Roderick se acercó a otros nobles, susurrando sus dudas y sembrando semillas de discordia. Había conspirado en secreto, dispuesto a hacer cualquier cosa para sabotear el compromiso y obtener lo que deseaba.

Desconociendo la amenaza que acechaba, Anya y Damián disfrutaban de la velada. A medida que la noche avanzaba, la música se volvía más apasionada, reflejando la creciente intensidad de sus sentimientos. Damián, con un movimiento decidido, acercó a Anya más cerca de él, susurrándole palabras de amor eterno.

"Anya," dijo Damián, sus ojos brillando con determinación, "juro protegerte y amarte por siempre. Nada ni nadie se interpondrá entre nosotros."

Anya, conmovida, asintió, sus ojos llenándose de lágrimas de felicidad. "Y yo a ti, Damián. Juntos, enfrentaremos cualquier obstáculo."

Pero la codicia de Roderick no conocía límites. Durante la cena, en un momento de distracción, logró deslizar una sustancia en la copa de Damián, esperando debilitarlo y arruinar la celebración. Sin embargo, su plan fue descubierto por una sirvienta leal a la familia real, quien alertó a los guardias justo a tiempo.

Con la traición al descubierto, Roderick fue apresado y llevado ante el rey, quien, con severidad, dictó su castigo. La codicia del duque lo había llevado a su perdición, mientras que la honestidad y el amor sincero de Anya y Damián prevalecieron.

La noche continuó, libre de la sombra de la traición. Los invitados brindaron por la feliz pareja, y Anya y Damián, con el corazón lleno de amor y esperanza, continuaron su baile, sabiendo que su futuro juntos estaría lleno de luz y prosperidad, protegidos de la codicia que una vez amenazó con separarlos.

Damianya week (2024) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora