𝐈𝐕

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𝐁𝐈𝐋𝐋 𝐊𝐀𝐔𝐋𝐈𝐓𝐙:



—Sí, esta es la primera vez que me corto con la compañía de alguien. Siéntete afortunado, no muchos tienen la dichosa oportunidad de verme en acción — Fanfarroneé mientras comenzaba a desvestirme frente a Tom y con las ganas de terminar el dibujo me apresuré.

Tom desvió la vista, evitando ver mi pálido y maltratado cuerpo. Me coloqué una camiseta grande y en la parte de abajo me puse también un pantalón corto, solo que este era mucho más corto que el que le entregué a Tom. Me amarré el cabello en una coleta y lo llamé para que ahora sí pudiera mirar.

—Listo, ¿Te vas a cambiar de ropa aquí o prefieres que me vaya? — Le pregunté mientras sacaba de las bolsas las papitas, el alcohol y todo lo que necesitaríamos.

Tom, con una sonrisa tímida, me respondió: —No, no importa. Me cambiaré aquí mismo — Comenzó a quitarse la camiseta mientras yo me dedicaba a sacar las cosas de las bolsas, con la vista fija en las papas y el alcohol. Sonreí de lado. No es precisamente lo que debería hacer, pero al carajo lo bueno, es mi vida y haré lo que me complazca. Cortarme el rostro de un completo desconocido en mi brazo suena como la mejor idea que me he planteado en estos últimos meses.

Finalmente, Tom terminó de cambiarse y se sentó junto a las bolsas. —¿Sobre la cama o el suelo? — Preguntó con una sonrisa llena de picardía. Reí y le miré mal.

—En el suelo, así no mancharé mi preciada cama. — Respondí con una sonrisa completamente llena de emoción. La adrenalina y el miedo comenzaban a acumularse en todo mi ser. Preparé el espacio sobre la alfombra, tomando unas viejas sábanas para cubrir el lugar. Tom me observaba con atención, su mirada un poco tensa pero a la vez llena de curiosidad.

Después de haber preparado todo, me senté en el suelo frente a Tom, quien estaba sentado con las piernas cruzadas. Tomé el bolígrafo de mi escritorio y con destreza comencé a dibujar la silueta de Tom sobre mi preciado antebrazo. Con torpes trazos marcaba dónde cortaría. Sus rastas, gorra y su perfecta nariz resaltarían entre el dibujo.

—¿Te gusta dibujar? — Preguntó Tom, curioso por el dibujo. Los detalles tan pulidos y perfectos llamarían la atención de cualquiera. Encogí de hombros. El dibujo nunca me llamó la atención, aunque tenga talento no es muy relevante.

—Más o menos, soy bueno dibujando, pero no es que me guste mucho. — Mordí mi labio tratando de no mancharme el brazo con la tinta del bolígrafo. —De niño me encantaba, pero ahora no. Es como un talento oculto.

Tom, intrigado por mi respuesta, asintió. —¿No te gustaría volver a retomarlo? Con dibujos sangrientos y cosas explícitas. — Sugirió. Cuando era niño amaba dibujar animales deformes y asquerosos, con colores oscuros y mutilaciones explícitas.

—De hecho, lo hacía. En la primaria llegaron a llamar a mi madre porque creían que me pasaba algo. — Reí, recordando todas las veces en las que la directora me llamaba a su oficina para hablar sobre cómo me encontraba en mi casa y si me trataban bien.

—¿En serio? ¿Nunca intentaste pintar o hacer algún dibujo con tu sangre o algo así? — Preguntó verdaderamente interesado. La idea se me habría pasado por la mente múltiples veces, pero al fin y al cabo, la sangre con el pasar del tiempo se vuelve de un color oscuro, llegando a dañar o empeorar el dibujo.

Finalmente negué, aún concentrado en hacer detalles innecesarios que al momento de cortarme desaparecían. —No, hacer eso es de idiotas, y yo, solo soy un enfermo mental. — Bromeé, apartando la vista de mi antebrazo y mirando a Tom. —¿Y tú? ¿Qué talentos tienes? Aparte de tocar la guitarra y tener sexo cada fin de semana.

I'm so sick [𝐓𝐨𝐥𝐥]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora