𝐕𝐈

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𝐁𝐈𝐋𝐋 𝐊𝐀𝐔𝐋𝐈𝐓𝐙:



Luego de pasar cientos de horas en arreglar el completo desastre en mi rostro pude descansar, había comenzado a arreglarme tres horas antes de la hora acordada para ir a la plaza en donde me encontraría con Tom. Todo era un desastre, el maquillaje había salido peor de lo que planeaba, el pulso me temblaba y mi rostro dolía por los cientos de moretones y zonas levemente hinchadas.

Por un breve momento pensé en cancelarle a Tom y cambiar la fecha para la próxima semana, realmente no quería ir con el dolor tan fuerte que sentía por todo mi cuerpo además con el malestar de haber arruinado mi amistad con Larry. No estoy en el mejor momento como para salir pero qué más da, me había quejado con mi madre sobre mi dolor e insatisfacción por la ropa y todo el esfuerzo que le estaba metiendo en tratar de verme bien. Mi madre solamente se burló y dio algunos consejos, que eligiera lo que era más conveniente y que no me quejara tanto.

Finalmente, luego de aproximadamente una hora de pensarlo elegí un atuendo relativamente bonito, una camiseta a rayas, unos vaqueros rotos y unas botas de tacón, de accesorios unas muñequeras de púas y de cuadros, unos collares de cruces y de calaberas. Mis uñas de color negro intenso hacian juego con la camiseta y el color de los zapatos, haciendo un contaste bonito. El maquillaje no era como esperaba pero no me disgustaba, la base cubriendo todos los moretones, sombras de color negro intenso sobre mis párpados, rímel y un gloss sobre mis labios.

Mire mi reflejo ante el espejo, di una vista de pies a cabeza apreciando como un conjunto de ropa cotidiano podía pasar a tener otra chispa con el solo hecho de saber que esta vez no seria algo rutinario, sonreí como un completo idiota. Al recordar que mis brazos se encontraban con cicatrices bastante llamativas y una venda cubierta de un color rojizo busque una chaqueta que no arruinara el encanto del atuendo. Hice una mueca llena de decepción y disgusto, apenas saliera de casa me la quitaría y le presumiría al mundo lo horripilante y miserable que pueden ser los adolescentes.

—¡Bill, se te hace tarde, baja ya que Tom te ha de estar esperando! —Grito mi madre con una voz débil y cansada, suspire dando una última vista al espejo. Agarre mi billetera, las llaves de la casa y deje mi móvil sobre mi cama. Salí de la habitación con rapidez, llegando a la primera planta en donde mi madre me esperaba.

Le di un beso en la mejilla y deje que evaluase mi apariencia. —¿Me veo bien? — Modele frente a ella mientras esperaba alguna respuesta afirmativa.

—¿Bill que es esa pregunta? ¡Claro que te ves bien! — Exclamó entusiasmada, sus ánimos realmente me sorprendieron, se habría estado sintiendo bastante mal pero verla allí sonriendo y feliz de verme salir me hacía sentir un poco menos nervioso y triste. Me abrazó fuertemente, se separó y me dio un beso en la frente y me empujó hacia la puerta.

Salí de la casa y un lindo atardecer comenzaba a teñir el cielo con colores brillantes y naranjas, colores en los que nunca me había fijado antes. Caminé hacia la plaza, el lugar de encuentro con Tom, y a cada paso que daba sentía como el nerviosismo se iba apoderando de mí.

Al llegar a la plaza, vi a Tom de espaldas, sentado en una de las bancas. Me tomó unos segundos acercarme, pero finalmente lo hice. Con cada paso que daba los latidos de mi corazón se aceleraban y el sudor se acumulaba en mis palmas. Es solo una cena entre dos amigos, ¿Porque el nerviosismo? Mi cerebro repetía esas palabras mientras me acercaba

—Hola, tonto. —Le susurre colocando mis manos sobre sus hombros y dándole una sonrisa. Tom se sobresaltó y giró para mirarme. Sus ojos se agrandaron al verme y una sonrisa se formó en su rostro.

I'm so sick [𝐓𝐨𝐥𝐥]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora