Capítulo 3 - 19 de marzo de 2023

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Ethan se encontraba en su casa, impaciente, esperando la llegada de Siena. Se había despertado a la misma hora de siempre, temprano, dando por hecho que la chica iba a llegar a una hora prudente. Sin embargo, ya era casi el momento de almorzar y por allí no había pasado nadie. Aquello no le daba muchos puntos para poder confiar en ella.

Mientras esperaba, se encontraba sentado en el sillón de la sala de estar, repasando mentalmente toda la información que tenía hasta ese momento, aunque era escasa. Las imágenes del callejón oscuro, los detalles del cadáver y las pistas recolectadas se sucedían una tras otra.

La mañana anterior, en el Café Serendipia, ella le había prometido acceso a los laboratorios, que era lo único que realmente le había interesado de todo aquello y no un anodino caso de asesinato. Sin embargo, sus motivaciones seguían siendo un enigma para él y la experiencia le susurraba al oído que no se dejara llevar por la primera impresión, que Siena era una persona de muchas caras y no debía subestimar sus intenciones.

De pronto, un golpe fuerte y seco resonó en el porche de su casa, interrumpiendo sus pensamientos. Se levantó con cautela y abrió la puerta, revelando a Siena sentada en el suelo frente a él. La chica se estaba atando los cordones de las deportivas con cierta torpeza. No le pasó desapercibida la ropa que llevaba puesta, pues solo variaba en relación al conjunto del día anterior, en que ahora llevaba una camiseta negra. Por lo demás, no había cambiado nada. El maquillaje, incluso, parecía más sutil, como si se lo hubiera aplicado con rapidez y sin dedicarle demasiado tiempo.

Esta imagen de ella despertó un nuevo interrogante en su mente. Aquello reflejaba una clara falta de compromiso, no creía que fuera capaz de tomarse en serio el caso. Siena levantó su rostro y lo miró directamente a los ojos, con una sonrisa juguetona en los labios.

―¿Tienes café? ―preguntó, encontrándose con los ojos escrutadores de Ethan.

El chico se mantuvo en silencio por un momento, evaluando la situación.

―Sí, tengo café ―respondió finalmente, señalando hacia el interior de la casa donde se encontraba la cocina―. ¿Ristretto?

El tono de su voz era casual, pero se podía adivinar una especie de tensión subyacente en él. Siena se puso de pie con agilidad y caminó hacia el interior. Con la intención de que lo siguiera, Ethan se metió en la cocina, pero la chica, llevada por su instinto más entrometido, se quedó en el salón.

―No, mejor ponme un espresso, mezclado con leche de almendras orgánicas. Añádele una infusión de cúrcuma y cardamomo. Tiene que tener espuma encima con un patrón de espiral y espolvoréale cacao. Gracias. No me ha dado tiempo de pasar por el Starbucks —añadió en voz lo suficientemente alta como para que la escuchara.

No pudo evitar sentirse atraída por la estantería repleta de libros. Con un dedo recorrió el lomo de uno de ellos y lo sacó con suavidad, admirando su portada y la sinopsis en la contraportada. Lo abrió y pasó las hojas con rapidez. El olor a papel antiguo le llenó las fosas nasales. Los libros parecían tener vida propia, invitándole a acercarse y a explorarlos uno por uno. Lo devolvió a su lugar antes de continuar. Eso le recordaba que se encontraba en casa de alguien que amaba el conocimiento y la cultura.

Mientras caminaba, no pudo evitar tocar los objetos decorativos que se encontraban en su camino. La forma en que estaban colocados y la atención al detalle con la que habían sido elegidos era fascinante. Acarició los marcos caoba de los retratos, cautivada por los rostros serenos y solemnes que parecían observarla desde tiempos remotos.

El sofá, espacioso, parecía invitarla a sumergirse entre sus brazos abiertos, mientras que la mesita frente a su posición suplicaba que se sentara y se dejara llevar por un momento de relajación. La chimenea encendida creaba un ambiente acogedor y cálido.

El eco del silencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora