#𝟷𝟷 • 𝑬𝒏𝒅

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El médico ya estaba esperando cuando Hyukjae entró a la sala de emergencias con Donghae en brazos, lo recibieron en una camilla y de inmediato fue ingresado a una área restringida a donde no le permitieron la entrada a Hyukjae. Hyukjae esperó con una angustia en su pecho que solamente crecía más a cada segundo que pasaba. Llamó a los abuelos de Donghae para que estuviesen enterados de su fuerte recaída. Mientras los contactaba, el médico acudió a él con malas noticias.

—Dígame.

—Ya... ya no hay nada que hacer. Ha llegado su momento. Prácticamente está a menos de una hora de partir, su cuerpo está muy deteriorado. Es mejor si se despide. —Hyukjae agachó la cabeza, sintiendo las lágrimas acumularse en sus ojos, las cuales no dejó escapar. —Puede pasar a verlo. Está despierto.

Hyukjae soltó un largo suspiro y entró lentamente a la sala. En cuanto Donghae lo miró cruzar la puerta, sonrió débilmente.

—Hyukjae... ¿Pensaste que me rendiría tan fácil...?

—N-no... Jamás pensaría eso. —Respondió Hyukjae, forzando una sonrisa.

Hyukjae se sentó a su lado y sostuvo su mano. Estaba rodeado de múltiples aparatos monitoreandolo.

—Estoy muy cansado, Hyukjae...

Cuando Hyukjae escuchó esas cuatro palabras, sintió como su corazón se partía en dos.

—No digas eso, por favor.

—Aún así, estoy tranquilo, estoy feliz... Gracias a tí cumplí mis sueños... gracias a tí conocí el amor...

—Para mí, tú siempre serás mi esposo, mi amor...

Hyukjae se quitó de la mano un anillo y lo colocó en el dedo anular de Donghae, llenando su mano de besos. Donghae acarició suavemente su rostro y volvió a sonreírle. En ese momento, sus abuelos entraron y Hyukjae permitió que se despidieran de él a solas.

Hyukjae permaneció unos momentos en la sala de espera. Mordía sus labios, conteniéndose para no llorar. Quería que Donghae se quedara con una imagen de él fuerte y tranquilo. Minutos después, los abuelos abandonaron el cuarto del hospital y le permitieron nuevamente el acceso a este.

Miró a Donghae menos consciente. Respiró profundamente mientras que el aparato que monitoreaba los signos vitales de Donghae continuaba funcionando, marcando pulsaciones débiles y poco constantes, por lo que entendía que había llegado el fin. Tomó su mano entre las suyas, apretandola con fuerza.

—Te amo... —Susurró Donghae.

—Yo también te amo.

—¿Me darías un beso...?

Hyukjae enseguida se inclinó hasta Donghae y besó sus labios con delicadeza, apenas rozandolos. Mientras lo besaba, el monitor marcó línea mortal y la mano de Donghae cayó inerte al colchón. Había muerto. Hyukjae comprendió esto instantáneamente. Cerró suavemente los ojos de Donghae y besó su frente.

—Descansa... Te amo.

Mojó el rostro de Donghae con sus lágrimas, los médicos le permitieron estar con el cuerpo el tiempo que deseará. Después de 4 horas, se alejó de Donghae, dejando que la funeraria lo recogiera. Los tres pronto fueron acompañados por la madre y la hermana de Hyukjae, quienes les brindaron consuelo mientras se encontraban a la espera del cuerpo de Donghae.

El funeral fue el momento más triste en la vida de Hyukjae, aunque durante todo el velorio permaneció sereno, sin llorar, sin descansar un solo instante. Al no tener un sitio en donde ser sepultado, los restos de Donghae fueron depositados en el mausoleo de la familia de Hyukjae.

Después de aquel día, Hyukjae comenzó a caer en una profunda depresión. Dejó de atender la cafetería, se descuidó a sí mismo, se refugió en el alcohol, tampoco respondía a las llamadas ni mensajes de absolutamente nadie. Extrañaba demasiado a Donghae, sentía ahogarse desde su ausencia. No sabía que iba a ser de él sin Donghae, hasta que los abuelos del ya nombrado llamaron a su puerta llevando un hermoso presente en manos.

—Estoy segura de que él quisiera que tú tuvieras esto. —Mencionó la abuela mientras estiraba los brazos para que tomará el regalo.

Era un cuaderno con algunas hojas saliéndose, pero era el primer recetario que el mismo Donghae había escrito con sus manos cuando comenzaba en el arte culinario. Hyukjae lo tomó entre sus manos, acariciando la portada con sus dedos.

—Gracias...

—Por favor, no dejes morir los sueños de Donghae, continúa. A él le hubiera gustado que continuaras.

Viéndose nuevamente en la soledad de su hogar, Hyukjae leyó una a una todas las páginas, observandolas con atención y sumo amor.

Al día siguiente, en cuanto amaneció, comenzó nuevamente. Remodeló por completó la cafetería y cambió el nombre, colgó en el recibidor una enorme fotografía de Donghae, sonriendo como siempre lo hacía, al igual que pequeños marcos de él adornaban cada rincón del precioso y sofisticado lugar.

Cada día, le sonreía a ese gigantesco cuadro y le dedicaba su esfuerzo.


. . .

Y así concluimos la entrevista con el señor Lee Hyukjae, dueño de una de las cadenas de cafeterías más reconocidas a nivel mundial con más de 30.000 sucursales alrededor del mundo... Concluyó la reportera, apagando la grabadora.



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Ay, si m da mucha mucha pena actualizar después cmo de tres meses y tardar 7 meses en acabarla pero q se le va a hacer 😿 (a los próximos finales de otras historias ya les voy a echar más ganas, esq aquí no sabía q más poner y pues la corté un poquito)

sᴛʀᴀᴡʙᴇʀʀʏ ᴄᴀᴋᴇ | ᴇᴜɴʜᴀᴇDonde viven las historias. Descúbrelo ahora