VII

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Los entrenamientos de Suna eran cada vez más intensos.
El partido oficial, en el que sería titular, estaba a la vuelta de la esquina y no tenía tiempo ni de respirar fuera del gimnasio.
Además, Kiyoomi y Atsumu le habían estado dando consejos e invitándolo a entrenamientos informales con algunos de sus amigos y compañeros de equipo. Por otro lado, Osamu no se había rendido y, casi cada día, le dejaba mensajes o llamadas. Suna no respondía nunca.
Él estaba concentrado, en este momento, en su trabajo. Sabía que debía dar lo mejor de sí en este partido que se le venía encima y, verdaderamente, no tenía tiempo para andar deprimido, eso no existía en la vida de un deportista profesional.
Su psicóloga le había aconsejado no ignorar sus problemas y que dejar a Osamu colgado no era ni maduro ni ético.
Suna decidió, como cada vez, ignorar también lo que ella aconsejaba. Él era bastante mayorcito y no necesitaba que le digan que podía o no hacer.

Y, de igual manera, no planeaba dejar a Osamu colgado para siempre. Sólo quería relajarse y pensar bien las cosas. Necesitaba tiempo para concentrarse en su trabajo y hacer todo lo necesario para mejorar antes de su debut en su nuevo equipo de la primera división. Lamentablemente, Osamu venía luego de todo eso.

Esa noche, luego de que Osamu se había ido de su departamento, Suna había pensado un poco y creyó que se había excedido.

Osamu y él, a fin de cuentas, no eran nada. Ni siquiera amigos que se besan.
Aunque los dos tenían esa conexión y Suna quería intentarlo con Osamu, eso no le daba el derecho de reclamarle como si le hubiese puesto los cuernos.
Si bien estaban intentando algo (O eso era lo que Suna creía) Osamu tenía todo el derecho de echarse para atrás. Aunque, claramente, los planes de Osamu no estaban bien hechos y, al final, los tres terminaron heridos.

Y, era raro pero, había hecho una amistad con Hanna luego de tremendo fiasco que ambos se llevaron esa noche.
Se mensajeaban casi diario y Suna la visitó una vez y, mientras veían una película, hablaban mal de Osamu. Definitivamente, fue una gran noche.

Pasar cada día, después del entrenamiento, enfrente del local de Osamu tampoco ayudaba a su "concentración". Solía ver a Osamu unos segundos cuando pasaba y con su uniforme se veía tan sexy cómo bonito.

Al cumplir casi tres semanas en contacto cero, mientras entrenaba, había decidido ir a enfrentarlo cara a cara. 

Sabía que en medio día Osamu no podría ni dedicarle dos minutos. Luego de pensarlo un rato, le pidió al entrenador si podía salir antes ese día, que había dormido mal y que se sentía mareado y con un dolor de cabeza insoportable.

El entrenador, preocupado, le dijo que no pasaba nada, que vaya a descansar y que coma algo nutritivo hoy, que lo necesitaba en excelente estado para la próxima semana, la semana del debut.
Komori, el libero del equipo (y el primo de Sakusa),  le preguntó si quería que le pida un Uber. Suna se negó al mismo tiempo que agradeció la intención, saludó a Komori con un leve apretón de manos y a los demás con un saludo general. Salió y, nervioso, se dirigió a Onigiri Miya.

El camino fue relativamente corto y, cuando llegó, se quedó un rato afuera.

Las paredes del local eran de vidrio y veía cómo Osamu y su cajera, Luna, hablaban tranquilamente, ambos, ajenos al exterior, sin notarlo. Llevaron así unos largos minutos, parecía que Osamu estaba triste y ella, tratando de apoyarlo, le extendió sus brazos para tratar de contenerlo ¿Estaría llorando?

Suna, malo cómo es, decidió que era el momento perfecto para entrar. Y, efectivamente, sí lo fue.

Trató de verse serio y herido y valió totalmente la pena, la cara de Osamu, en los pechos de la chica, pasó de tristeza absoluta a pánico emergente, todo un festín para los ojos de Suna. Fingió querer irse, sólo para aumentar el drama. Conocía a Luna y sabía que trataría de detenerlo a toda costa.
Así fue, aunque él no esperaba que ella sería tan rápida.
Suna sólo observó cómo Osamu se iba a la cocina, probablemente, huyendo de él. Eso dolió, creía que le alegraría verlo.

Al pasar de los días... Donde viven las historias. Descúbrelo ahora