Capítulo 5.

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El día que no quería que llegara, había llegado y ya no podía hacer nada para evitarlo. Agustín, reconociendo lo heredado de su familia, siempre le habían parecido las apariencias que todos los días pasaba a recogerme de la academia y a regañadientes hacía subirme a su auto y transportarme a casa.

Durante los últimos días, nadie sabía nada de mi hermana y mi madre seguía empedernida con la idea de que la encontraría pero yo dudaba de eso y aunque deseaba demasiado que apareciera y así evitara mi fatídico destino convirtiéndome en un Pardella y casándome con Agustín, una parte de mi me decía que jamás la volverían a encontrar aunque otra parte de mi, se mantenía alerta ante todo.

El matrimonio entre los Vaca Narvaja y los Pardella está cada vez más cerca. ¿No es emocionante eso? —Mi mirada fue hasta el televisor detrás mío mientras Gloria terminaba de arreglar mi cabello—. Santiago es un amor de persona, tuve la oportunidad de conocerlo hace unos fin de semanas atrás en una de sus presentaciones en el teatro nacional.

—¿Lo hizo? —susurre hacia Gloria y está sonrió al escucharme.

No solía hablar, porque eso dolía demasiado y me había acostumbrado al lenguaje de señas. Trataba de ocultar mi cicatriz siempre que podía, y las únicas personas que escuchaban mi voz eran Gloria y...Agustín. Con él siempre había hablado incluso si eso dolía pero por alguna razón, siempre me gustó que él escuchara mi desgastada y ruin voz.

El sentimiento hizo que suspirara y mirara hacia la televisión cuando empezaron a hablar de Agustín y comenzaron a pasar algunas fotografías de cuando se encontraba soltero, con esa sonrisa encantadora y sus músculos flexionándose en las telas de sus trajes y sus rulos entre esos colores rojizos y rubios.

El calor inundó mi pecho y baje la mirada avergonzado antes de chasquear la lengua y apartar esos pensamientos fuera de mi cabeza.

La puerta fue tocada una vez más.

—¿Ya está listo? —uno de los ayudantes del fotógrafo entró con una pequeña sonrisa.

—Por supuesto, el señorito Santiago bajará en seguida.

El hombre asintió ante las palabras de Gloria y cerró la puerta.

Me levante de mi asiento y me miró al espejo, mi cabello rubio estaba arreglado y había unos rulos pegados a mi frente, un maquillaje suave y natural solo por la iluminación de las cámaras, llevaba una camisa blanca con poca transparencia y unos pantalones hasta la cintura de un color negro, las mangas cubrían mis manos y resaltaban la figura de mi espalda en esa curva en S.

—Bien, vamos a darle y terminar con esto de una vez.

[...]

Las manos de Agustín se ajustaron en mi cintura mientras el fotógrafo intentaba tomar las mejores tomas de ambos. Sentí sus dedos apretarse en mi y su aroma masculino llegaba a mis fosas nasales mareándome mientras me sostenía de la columna que sostenía un hermoso florero de rosas rojas, deslice mis dedos sobre él intentando disimular y apaciguar los nervios que se acumulaban en mi sistema ante su cercanía.

Pronto sentí sus manos apretarse alrededor de mi y girarme para quedar en frente, perdido en mis pensamientos me sorprendía ante aquel movimiento y su cuerpo se pegó al mío, nuestros ojos se encontraron y sentí su respiración contra la mía.

—Te ves hermoso hoy —susurro para mi y evite que mis mejillas se mancharan de carmesí—. ¿No me hablarás hoy?

—No quiero hacerlo —susurre mirándolo y carraspeando un poco.

Un corazón en silencio (LIBRO #4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora