Jeonghan y la Guardia son incapaces de huir del Rey Lee y su destino. Las pruebas que atravesaron juntos serían sólo el comienzo de la gran misión que se les presenta en el Carat Castle. Se ven forzados no sólo a volverse más fuertes y compatibles c...
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Los pasos fuera de su puerta parecían tan monótonos como el péndulo de un reloj. En un mismo ritmo y sentido. Todo estaba tan silencioso que Jeonghan sentía que podía escuchar los suspiros de Seungcheol. Sentía un poco de pena por él. Tener que velar sus sueños afuera de su puerta, cuando en realidad quería estar a su lado.
Jeonghan se cansó de mirar las paredes, la ventana, el techo, las flores sobre la mesita de noche. Y luego todo de nuevo. Mentiría si dijera que no estaba nervioso. Pero no era eso lo que le quitaba el sueño.
Las palabras de Wonwoo habían dejado un agujero lleno de preguntas. Estaba convencido de que el Rey Lee no era precisamente lo que se esperaría de un Rey, sin embargo, no percibía nada más en él. Wonwoo estaba viendo cosas que él no, cosas que lo estaban llevando a pensar en locuras. Era como si hubiese desenmascarado al hombre sin haberlo hecho realmente. Jamás lo vió tan decidido a hacer algo, pero tampoco lo había visto tan preocupado por él.
Se levantó sintiendo que la cama se volvía más y más incómoda a cada segundo. Caminó hasta la mesita junto a la ventana y se sirvió un poco de agua. Miró la noche estrellada pensando que las estrellas se veían mucho más cercanas estando en el castillo.
Una figura con alas apareció de pronto posándose sobre su balcón. Gigante y hermosa, con esos ojos dorados que parecían moverse por dentro.
Jeonghan retrocedió unos pasos atragantándose con el agua y dejando caer su copa al mismo tiempo.
— ¡¿Qué ocurre?!
Seungcheol entró en un segundo para acercarse a él y darle lo que pedía con señas. Un pañuelo sobre su cama.
— ¡Largo de aquí, Woozi!
La lechuza se fue cuando Seungcheol salió al balcón y le lanzó el agua que sobraba en la jarra.
— Oye, no la molestes.
— Ella te molesta a ti.
— Jihoon y los otros deben estar preocupados — asumió mientras terminaba de limpiarse el rostro.
— Estaban decepcionados por no poder hacer una fiesta de compromiso.
— No necesito una — se giró volviendo a la cama.
— Jeonghan.
Seungcheol lo sostuvo por la muñeca.
— ¿Qué ocurre? — preguntó serio.
— ¿Por qué estás tan distante conmigo? ¿Hice algo mal?
— Estoy cansado, es todo.
Jeonghan se dió la vuelta pero Seungcheol no lo soltó. Lo sostuvo por la cintura y comenzó a caminar hacia adelante, arrinconándolo contra la pared.
— Tan cansado que has estado dando vueltas toda la noche...
El pelinegro estaba por besarlo cuando Jeonghan desvió el rostro. Vió sus clavículas como una invitación a sentirlas con sus labios.