Esta mañana el despertar fue totalmente distinto. No podía contener la felicidad que me embargaba. La noche de la fiesta había revelado que Noah ocultaba el mismo deseo que yo. Era imposible ignorar que ambos ansiábamos dar rienda suelta a este prohibido pero latente sentimiento.Mi madre notó la alegría que se reflejaba en mi rostro y me preguntó: -"¿Por qué te veo tan feliz esta mañana?" Solo sonreí en respuesta, guardando para mí los motivos de mi dicha, incapaz de revelar el origen de mi sonrisa radiante. Me arreglé y me dirigí a mis quehaceres habituales. En un momento, mamá me llamó para decirme que de regreso debía pasar por la casa de Noah, ya que enviarían algunas cosas conmigo.
Mi felicidad se completó al recordar el baile compartido y al anticipar volver a verlo. Antes de llegar a su casa, me detuve frente al espejo, me pinté los labios y me perfumé el cuello. Quería que al saludarme, Noah pudiera percibir mi fragancia.
Toqué la puerta y fue él quien abrió, con la camisa entreabierta, dejando al descubierto su torso por un instante. Cerré los ojos e imaginé mis manos acariciando cada parte de su piel.-"Adelante, ¿o te quedarás ahí congelada en la entrada?", me dijo Noah con una sonrisa en el rostro. Me acerqué, le besé la mejilla y él comentó: -"Qué rico hueles", mientras me tomaba por la cintura y me acercaba a su cuerpo para seguir disfrutando de mi aroma. Sentir su aliento en mi cuello y su mano rozando mi piel hizo que se erizara todo mi ser, anhelando que sus manos exploraran cada centímetro de mi cuerpo.
Finalmente logramos contener la pasión que nos consumía en ese momento y entramos a su casa. Tuve la oportunidad de conversar un rato con su madre, quien me entregó lo que debía llevarle a mamá. Justo cuando estaba por marcharme, sonó mi teléfono: era mamá informándome que había salido con papá y regresaría tarde, por lo que podía quedarme a dormir en casa de Noah.
Acepté encantada, deseando pasar más tiempo junto a mi amado. La madre de Noah preparó la habitación para mí, justo al lado de la suya.-"Este será tu cuarto, justo al lado del mío. Así podré cuidarte para que tengas dulces sueños", dijo Noah con una sonrisa coqueta al cerrar la puerta de su habitación. No podía creerlo: iba a dormir tan cerca del hombre que tanto deseaba. Sin embargo, tenía claro que, por más intenso que fuera nuestro deseo mutuo, debíamos respetar ciertos límites.
Las luces de la casa se apagaron, me acosté en la cama e intenté conciliar el sueño. Pero la emoción de tenerlo tan cerca no me dejaba dormir. Bajé a la cocina en busca de agua, apenas cubierta por una camisa. Al encender la luz, me encontré con Noah solo con unos pantalones puestos y el torso descubierto. Nuestros ojos se encontraron y él recorrió todo mi cuerpo con la mirada.
Se acercó, tomó mi mano y me llevó hasta el mostrador para servirme un vaso de agua. - "¿Acaso no era esto lo que buscabas?", preguntó Noah mientras me miraba fijamente. En ese momento, mi sed no podía saciarse con agua; ansiaba un beso de sus labios, dulces como la miel en mis fantasías. Ya no sabía cómo controlar la situación: quería mantener las formalidades entre nosotros, pero mi cuerpo anhelaba sus caricias. Intenté alejarme, pero Noah bloqueó mi camino y me acorraló contra el mostrador. Recorrió mis labios con sus dedos y nuestros cuerpos se aproximaron; mis labios ansiaban ser besados tanto como él deseaba calmar nuestra pasión con un beso.
Finalmente lo aparté y corrí a mi habitación. Aunque mi cuerpo clamaba por el suyo, sabía que él era un hombre prohibido para mí. Me acosté cubriéndome con las sábanas y al día siguiente bajé para encontrar la casa vacía: Noah se había ido temprano. Recogí mis cosas, me despedí de su madre y regresé a casa amando y deseando más intensamente a mi prohibido amor.
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A un amor anónimo
RomanceEsta es una historia que cuenta la pasión que hay detrás de un amor imposible.