benjicot blackwood

Born to die

Benjicot Blackwood x Lucrezcia Redwyne ( husband and wife )

Dama de Raventree Hall y miembro de los Negros durante la Danza de los Dragones.

Prologue.

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Lucrezia nunca fue aficionada a los Siete Dioses.

Quizás se debía a su aversión a la septa, quizás los siete dioses le parecían crueles, con sus expectativas de pureza y penitencia. Quizás a los dioses tampoco les agradaba.

Fueron pocas las ocasiones en las que tuvo que ir al Septo para la liturgia en días especiales. Este fue uno de muchos. Día de la Doncella, un día en el que las doncellas de casas nobles deben ir al septa para encender altas velas blancas a los pies de la Doncella y colgar guirnaldas de pergamino alrededor de su cuello y cantar canciones de inocencia.

Las prostitutas, las viudas y los hombres tienen prohibida la entrada al septa. También lo estaban las madres, pero Vala Harlaw estuvo ausente ese día y todos los siguientes.

Lucrezcia pensaba en su madre al menos una vez al día, dónde estaría, si seguiría viva, tal vez ahora fuera más feliz. Estos pensamientos nublaron la mente de la joven cuando entró en el pequeño septo del Arbor.

Vala había desaparecido de la faz de la tierra, por la mañana estaba allí y por la tarde ya no estaba.

Pero eso fue hace tres largos años y Lucrezcia, todavía doncella, ya no era una niña.

Un pequeño tirón en las mangas de su vestido la devolvió a la realidad.  Mirando hacia abajo, encontró un montón de remolinos rojizos, cubiertos por una tiara rematada con un velo.  Grandes ojos verdes brillantes la observaron atentamente, esperando que ella diera el primer paso hacia el edificio.

Patricia, su hermana menor, iba vestida con una pequeña bata de color violeta, adornada con bordados azules. Era su primer día de soltera en sus cuatro años de vida, por lo que la pequeña Patricia observaba con determinación cada movimiento de su hermana mayor.

"¡Chicas! Chicas"

La septa Rowan subió apresuradamente las escaleras hasta el portal del septo con dificultad, recuperando el aliento y abanicándose con sus gordos brazos. Como dictaba la tradición, las jóvenes de casas nobles debían ir acompañadas de sus septas.  Lucrezcia puso los ojos en blanco con desdén, la anciana era como un halcón vigilante, siempre al acecho para corregir cualquier comportamiento considerado inapropiado por la fe.

"¿Qué esperan chicas? Llegaremos tarde a los cánticos, ¡vamos, adelante!".

La mujer no perdió tiempo en arrebatar a la pequeña Patricia de las faldas de Lucrezcia para apresurarla hacia el septo La niña mayor se quedó atrás, todavía frente a las puertas decoradas con flores del Septa.

Su madre tampoco era uno de los dioses; ella era una nacida del hierro.  Su dios era el Dios de los Ahogados, por mucho que a su ex marido le molestara eso.

Luther Redwyne fue un hombre de los Siete, que condenó los caminos de la madre de sus hijas.

Vala, despojada de su fe, encontró formas de rebelarse contra las imposiciones de su marido. Pequeños actos de rebelión, que habían quedado grabados en la mente de su hija. Como escupir a las puertas del Septo y luego pisar el suelo con su saliva.

"Lucrezcia, niña, entra de inmediato".

Le frunció el ceño a la Septa y cuando la anciana se perdió de vista, la niña escupió en el suelo de piedra y lo pisó.  Luego entró en la habitación, donde el olor a humo e incienso le quemó la nariz.