Capítulo III

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Patrick James

Salí a zancadas del club

No quise irme a casa, estaba muy enojado  y si llegaba así de seguro me costaría mucho conciliar el sueño, asi que mejor preferí tomar el camino contrario a casa.

Quería liberar un poco la furia que tenía. Saque un cigarrillo y lo encendí mientras caminaba.

Las calles estaba vacías y desoladas. Cualquiera que no tuviera el mismo estilo de vida que yo le daría miedo caminar solo por aquí.

El clima se habia puesto de acuerdo para darle ese toque de terror a las calles. La densa oscuridad se había apoderado del cielo y las nubes eran tan negras que daba la impresión de que esa negrura fuera infinita, varios relámpagos se reflejaban en ellas indicando que se aproximaba una tormenta. 

Era común en esta época del año. Pero hoy, la tonalidad de las nubes era más oscuro que todos estos días atrás.

Vi el reloj que llevaba pues en la muñeca.

1:29 AM.

Ha pasado más de media hora desde que salí de la fiesta. Quise comprobar si la hora estaba bien, toque mis bolsillos buscando mi celular y solo encontré el pañuelo azul que arrebaté de las manos a la inútil que derramó el alcohol en mi camisa pero mi, pero mi celular no estába. Se lo había dejado a Sebas en la fiesta, ya estaba demasiado lejos para volver por el y lo que menos quería era regresar a ese club.

Volví a encender otro cigarrillo y retome el camino a casa. Seguro me llevaría mi celular mañana.

Mientras voy caminando a casa, a lo lejos veo una silueta que esta parada en la entrada a un callejón. No le doy importancia, pero volteo y miro a un hombre que viene detrás de mi.

El hombre no deja de seguirme y apresuró el paso. Me acerco más y me doy cuenta que quien esta en la entrada del callejón es otro hombre, quizás esperando a alguien.

Pero no.

Cuando le paso por el frente me toma del brazo y me empuja abruptamente hacia dentro del callejón, mis piernas flaquearon y casi me caigo, pero logré mantenerme en pie.

—¿Que coño te pasa?— fue lo primero que dije.

— ¿Y tu qué haces tan solo a estas horas?— contesto el extraño interviniendo mi paso.

—¿Y eso a ti que te importa? Apártate de mi camino — intente salir del callejón pero me empujó.

Y luego todo paso muy rápido.

Al sentir sus manos que hicieron contacto contra mi pecho al empujarme le lance un puñetazo.

Mi puño impacto contra el lado derecho de su rostro. El individuo cayó al suelo y me abalanzó encima de el para volver atacarlo, le lance otro puñetazo pero antes de que mis nudiños impactarán con con su cara nuevamente el hombre que venia tras de mi aperecio. El segundo individuo me empuja y caí tirado en el suelo, luego sin pensarlo lanzo una patada que dió directamente a mi estómago.

Intente levantarme, pero antes de que lo hiciera me dió otra, luego otra. No podía levantarme, mi cuerpo no respondía mis músculos y extremidades dolían.

Sentí como unos de los individuos revisaba mis bolsillos pero no encontró nada.

Alce la cabeza y ví que el hombre al que golpee ya estaba de pie; tenía sangre en la camisura del labio. Me miró por un momento y  se acercó.

— No tiene nada de valor, vámonos — habló, pero antes de irse volvió a dar otra patada en mi abdomen.

Escupí sangre, los individuos se alejan y gotas de agua empezaron a caer del cielo.

Me levanté y como pude me dirigí a la salida del callejón, las gotas seguían impactando contra mi cuerpo adolorido, el intenso frío se apoderó de mi cuerpo y mi visión era poca por la densidad de la lluvia.

Caigo a gatas en la acera con una mano posicionada en el suelo y la otra en mi abdomen, el dolor se hacia cada vez mas intenso al igual que la lluvia.

Me sentía muy mareado.

Cada músculo de mi cuerpo estaba entumecido a causa del frío y los golpes.

Y de un momento a otro algo llamo mi atención.

Una Luz...

La luz de un auto.

El auto se aproxima y se estaciona justo a mi lado. La silueta de una persona se acerca a mi, la cual no puedo distinguir por la densidad de la lluvia. Unos brazos cálidos me sostuvieron.

Y luego todo fue oscuridad y silencio.

Kimberly Grengger

Aún estaba apenada con Sebas por lo que pasó con su mejor amigo. Me había quedado en la barra con el después que se marcho.

— Por favor disculpa mi a mi mejor amigo, es que no está acostumbrado a este tipo de fiestas— me pido Sebas.

— Tranquilo, yo soy la que se tiene que disculpar con el por echarle el alcohol encima — le respondí, pero eso no era cierto, el tenía que disculparse conmigo, no puedo creer que después que le dije que lo sentía me haya tratado así.

—Si, pero el también se porto muy mal contigo, no se por qué Patrick te ha tratado de ese modo. — dijo apenado

— ¿Patrick? ¿Así se llama? — pregunté

—Si. ¿Pasa algo con eso?— Sebas devolvió la pregunta

— No. No pasa anda — hice silencio por un segundo y luego seguí hablando — Sebas tengo que irme, muchas gracias por invitarme a tu fiesta.

— ¿Por qué te vas tan temprano? Apenas la fiesta va empezando.

— Mañana tengo que hacer algunas cosas—Informe — Otro día quedamos para ir al cine o salir a comernos un helado ¿Te perece?.

— Okey, disculpa por lo de Patrick enserio.

— No pasa nada — Me acerque y le di un abrazo — Bye.

— Bye Kim.

Sali del club; la noche estába más oscura de lo normal, la negrita se había apoderado completamente de la ciudad.danole un toque tenebroso. Algunas gotas de agua empezaban a caer del cielo, alce la mirada y ví como algunas relámpagos se hacían visibles.

Se aproxima una tormenta.

Busque las llaves de mi auto en mi bolso, abrí la puerta y lo encendí.

Ya me encontraba a varias cuadras del club.

La lluvia de un momento a otro se hizo más fuerte, haciendo poco visible el pavimento. Los truenos resonaban estruendosamente en el cielo y mientras más tiempo pasaba la lluvia se hacía mas fuerte.

Mientras voy manejando, pude ver una persona que no alcance a distinguir por lo nublado que se veía a causa de la lluvia.

Estaba a gatas en la acera, se estremecía del dolor.

Acerque mi auto y lo aparque al lado y pude ver qué era un hombre que estaba tirado y al parecer golpeado, pero no reconocía su rostro.

Bajé del auto y corro rápidamente hacia donde está el hombre.

El alza la cabeza y aún no logro distinguirlo por la densidad de la lluvia.

Rápidamente lo envuelvo en mis brazos y se desmaya, su cabeza cae recostada en mi pecho haciendo visible su rostros.

Y en ese momento lo reconocí.

Era el.

El mejor amigo de Sebastián

Patrick.

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