Capítulo 18

25 4 0
                                    

Tierras Altas, 130.

Luna danzaba en lo más alto del cielo nocturno. Sus movimientos eran contemplados por los animales, las nubes y el viento. Su corazón palpitaba con fuerza ante la emoción de sentir el aire libre en su piel, una piel que mucho antes había podido tener. Aunque era pálida azulada, el reflejo de su propia luz adornaba todo a su alrededor. Porque sí, Luna era radiante por naturaleza. Sus ojos azules, brillantes, iluminaban todo el entorno como si fuesen dos luceros potentes en medio de la abismal oscuridad. Inspirada, ella meció su vestido y elevó mariposas. Estaba feliz.

Descendió sintiendo que estaba satisfecha. Caminó sobre el lago congelado que reflejaba su viva imagen, como un espejo pulcro y redondo.

Suspiró en un completo estado de felicidad, antes de sentir una calidez a su alrededor.

—Sol —susurró con ternura, girándose a mirar a su amado.

—Luna —la voz inigualable de la esfera de fuego personificada llegó a sus oídos de inmediato.

—Qué bueno que has llegado —ella le sonríe, sintiendo que el poder de la lumbrera menor abandona a su mortal cuerpo humano.

—Qué bueno que por fin te veo a los ojos, princesa —Sol no pudo evitar decir, también desprendiéndose de su poder lumínico.

Dejaron de ser Sol y Luna, para convertirse en dos humanos con la apariencia y la consciencia de las dos lumbreras creadas por Dios. Solo así podían estar juntos sin lastimarse, y sin afectar a la tierra.

Siete hermosos días podían compartir para ser felices, pues solo ese lapso de tiempo duraba la resistencia de ellos para iluminar la tierra incluso desde sus formas humanas.

Se tomaron de las dos manos, se miraron intensamente el uno al otro, y juntaron sus rostros en un tierno y anhelante beso, fundiéndose en la profundidad de su pasión. Porque se amaban con tanta intensidad que era abrumadora.

Sin embargo, un temblor los interrumpió en medio de ese bosque lleno de luciérnagas.

—¿Qué sucede? —Luna se sostiene de su amado, asustada, mientras él, firmemente la estabiliza mirando a su alrededor.

Un aura negra comienza a merodear el bosque, buscando llegar hasta las dos lumbreras enamoradas, pero su naturaleza les impedía ser tocados por éste tipo de oscuridad.

—¿Qué brujería es ésta? —Sol musita, observando la masa negra que se movía como una serpiente acechante.

—Pitch Black —una tercera voz se oye desde el cielo.

La tierra deja de temblar, alzando entre su maleza un cuerpo humano, femenino, que se coloca delante de las lumbreras. Luego, otra figura se mueve junto a ella, cubriendo también a Sol y Luna.

—Aléjate, monstruo de maldades —ordena la mujer, sin dejarse ver.

—¡Retrocede! —intentó el segundo.

La pareja se vió confundida entre sí.

—Denme sus manos —ordenó la mujer, de cabellos un poco desordenados y marrones— ¡Rápido, no hay tiempo!

Los dos obedecieron y sintieron las arenosas manos de la misteriosa mujer, para luego sentir las del masculino. Los cuatro se sostenían los unos a los otros, y entonces, una luz brillante comenzó a emanar de ellos.

—Por el poder que nos concede Dios, reprendemos a la oscuridad. Pitch Black, eres maldito desde tu nacimiento. ¡Tu muerte física y espiritual está más cerca de lo que crees! Tuo pereas metu!

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Aug 22 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Guardianes | The Big FourDonde viven las historias. Descúbrelo ahora