Capitulo 1

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«No vemos las cosas como son, las vemos como somos nosotros»

—Anaïs Nin

     ☄ Tatiana

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Tatiana


La música clásica retumba en mis oídos, podría jurar que si le subieran un poco más el volumen, los tímpanos me reventarían. Avanzó entre la multitud hasta la barra, tomó asiento junto a un grupo de hombres y mujeres que beben y ríen con euforia.

Observó mi alrededor buscando mi objetivo, ¿Dónde estas Heinrich?

Gruñó molesta, me dijo que este era el bar, el teléfono me revienta en llamadas telefónicas de Jackson, mi novio. Ahora no tengo tiempo para hablar. Debo conseguir lo que vine a buscar.

Heinrich sabe a la perfección lo que detesto esperar, y aún así decide sacarme de mis casillas, mi tiempo es valioso, no puedo perderlo porque a él le de la gana. Las luces se vuelven tenues, una chica rubia sube a un escenario que está situado justo frente a la barra, traía un vestido de seda rojo, con unos tacones de aguja del mismo color. Labios perfectamente pintados, maquillaje natural y una máscara negra. Justo detrás del telón estaba Heinrich.

Estaba disfrutando la fiesta mientras yo me muero de la irá. Respira Tatiana, tú puedes. Debe ser su prima, si. Su prima.

Sacó de mi cartera mi celular, marco al número de Heinrich. Este suena incontables veces, más no responde la llamada.

—Señorita.—toco mi hombro derecho unos de los bartender de la barra. —el hombre que está justo detrás del telón le envía está bebida. Y también le mando a decir que no se impaciente, ya la atenderá.

Chasquee la lengua. El bartender dejo la copa de vino a escasos centímetros de mí. Vi nuevamente hacia donde se suponía estaba Heinrich, pero no estaba más ahí, el espectáculo estaba por empezar. La chica rubia subió hasta donde estaba un piano y antes de empezar a tocar, Heinrich apareció en la tarima con un micrófono en mano.

—Creo que todos hemos estado esperando a la gran, a la fabulosa: Jennifer Jareu. —dijo a través del micrófono. Tome la copa y fui dando pequeños tragos. —su musa la ha tenido demasiado entretenida y hoy nos trae una nueva pieza para deleitar vuestros oídos.


—Un Martini seco, por favor. —dijo tomando asiento justo a la par de mí un chico de cabello oscuro y aura dominante. Era alto, debía admitirlo, pero las máscaras que todos traíamos no permitían distinguir con claridad quien era quien. Le observé con cautela. Bebió el líquido de un solo tragó. —si sigues observándome vas a desgastar mi belleza.

Me hice la desentendida. Había captado mi intensa mirada sobre él. También no es como que lo haya disimulado.

—No se a qué se refiere. —tome la copa entre mis dedos, la balance en el aire, el poco líquido que quedaba del vino se movía al compás de mis movimientos. —no es como que sea muy atractivo.

EL PRECIO DEL ENGAÑÓ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora