Capitulo 4

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La inocencia tiene una arrogancia que solo los que no la poseen pueden entender.

—Graham Greene.

—Graham Greene

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★ —Roxanne.


—¡Quiero hablar con mi mamá! ¡Ahora!

Todos en la mansión corrían de un lado a otro, buscando calmar mi mal genio, o como la mayoría rumorea “Calmar al diablo ruso”

Las mucamas me ofrecían paletas, pasteles, comida chatarra. Pero yo quería hablar con mi mamá. Jackson no tardaría en partir a la isla, y yo quería ir, pero estos ineptos, buenos para nada me lo impedían. Según ellos Sébastien había ordenado que me mantuviera en casa.

¿Quién carajos se cree?

¿Es estúpido o se hace?

—Señorita.—uno de los mayordomos se acercó a mí con un pastel de tres leches en una charola. Misma que aventé en el aire.

—¡NO QUIERO SUS ESTUPIDOS PASTELES!

—¿Qué pasa aquí?—Jasmine, mi tía entró en la sala. Quitó sus lentes de sol como toda una diva.—¿Te hicieron algo, Roxanne?

—Quiero hablar con mamá, y estos buenos para nada me lo impiden.—baje del sofá, mi vestido rosa se hondeaba conforme a mis movimientos. Era algo pomposo, pero sin ser exagerado. Era más… elegante.—¡Quiero ir a la isla!

—¿Y que dijo mamá?

—No me contesta las llamadas.—sisee.—Jackson, se va en unos horas…

—¿A que hora?

—A las 7:30.—zapatee el piso con mis tacones.—ya casi son las 6.

—Dale tiempo, si no responde en una hora, te dejaré ir, pero solo si no responde.—señalo con su manicura perfecta a una de las mucamas.—¡Tú! Ayudala a empacar. ¿Jackson viene a por ti?

—Yo tengo que ir a Londres…

—No irás…—sentencio. Abrí la boca a más no poder, estaba a punto de llorar. Pero me detuvo.—y deja tus chantajes, creía que Jackson vendría a por ti, ¿Quieres que tu madre me saque los sesos?

—Pero…

—Nada de peros.—subió por las escaleras en forma de espiral con todas sus compras de la tarde.

Cuando terminó de subir, fui rápido a mi recámara. Atranque la puerta con una silla, y tome mi celular. Marque al número de Jackson, sonó tres veces y luego me envió a buzón otras tres veces.

—Contesta…

Volví a marcar su número, pero esta vez sí respondió. Le di las gracias a los dioses del Olimpo, pero en especial a Zeus. «Ese es el nombre de mi perrito»

EL PRECIO DEL ENGAÑÓ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora