La fiesta para Juanjo acabó más pronto de lo que en un principio esperaba, pero claro, teniendo en cuenta las condiciones en las que iba su mejor amigo no iba a dejar siquiera que siguiera allí aunque no bebiera nada más, cosa que, conociéndolo, indudablemente habría incumplido. Aún así, el chico se levantó a eso de las diez y media de la mañana.Demasiado tarde para no haber llegado más tarde de las tres a casa.
Pensó.
Y es que estaba acostumbrado a madrugar, le gustaba aprovechar todas el día lo máximo posible y con ello aprovechar las horas de luz diarias posibles. Le encantaba observar la vida pasar a través de la ventana de su habitación, ahora de su piso en Madrid. Veía a esas personas que llegaban tarde a algún sitio correr de un lado para otro por la calle, evitando a toda costa chocarse con alguien, a esas personas que no tenían ninguna prisa y al parecer ningún compromiso al que acudir que simplemente paseaban, a los adolescentes charlando con sus mochilas al hombro de camino al instituto. Simplemente le gustaba observar a la gente.
Se incorporó en la cama y suspiró antes de levantarse para colocarse una camiseta y salir de, como a Álvaro le gustaba llamarla, su guarida.
Creyó que Álvaro seguiría dormido, es más habría puesto la mano en el fuego por ello, después de todo lo que había bebido debería tener una resaca del quince. Pero se sorprendió al encontrarse con el susodicho sentado en la mesa de la cocina, café en mano y murmurando para si mismo. Juanjo se quedó apoyado en el marco de la puerta observándolo unos segundos ya que este aún no lo había visto.
— Joder, no puede ser tan difícil acordarme de algo... — Murmuraba.
Juanjo no pudo evitar soltar una pequeña risa que delató su presencia en la cocina. Álvaro levantó la vista y lo miro frunciendo un poco el ceño.
— Buenos días Alvarito, yo de ti dejaría de hablar solo o algún día acabarán tomándote por loco. — Comentó el maño mientras se adentraba en la cocina para prepararse un café.
Álvaro no dijo nada mientras Juanjo colocaba la cápsula en la cafetera y le daba al botón. Se giró apoyándose en la encimera para mirarlo.
— Cállate que no estoy para tonterías, no me acuerdo de nada y encima me duele la cabeza. — Se quejó.
Juanjo solo negó con la cabeza con una sonrisa en los labios volviendo a girarse para acabar de preparar su café.
— Anda deja de quejarte y vístete, tenemos que ir a hacer la compra si queremos comer hoy.
El chico no dijo ninguna palabra más y tras dejar su taza en el lavaplatos desapareció de la cocina.
[...]
— Creo que su nombre empezaba por m... Pero no estoy cien por cien seguro... Es que de verdad, no tiene que ser tan difícil acordarme de algo mínimamente. — Suspiró frustrado el sevillano y su amigo volvió a soltar otra carcajada.
Álvaro se había levantado esa mañana con el leve recuerdo de haber conocido a un chico en la discoteca, pero buscaba y buscaba entre sus recuerdos y no encontraba nada, ni su mísero nombre. Cree recordar que empezaba por m pero ni de eso estaba seguro. Le daba rabia que siempre que acababa bebiendo le acabará pasando eso, odiaba saber algo y no poder acordarse de ello.
En esos momentos es cuando Álvaro más deseaba parecerse un mínimo a Juanjo, este podía beber todo lo que quisiera que al día siguiente siempre se acordaba de todas las cosas importantes. Juanjo nunca supo porque se acordaba de las cosas pero realmente lo agradecía aunque a veces no fuera del todo bueno acordarse de lo que uno hace estando bajo los efectos del alcohol. Aunque siempre había esos días en los que no podía llegar a recordar nada, no sabia si por decisión propia o por culpa del alcohol.
ESTÁS LEYENDO
Melodías de un bar - Juantin
RomanceLos últimos sucesos en la vida de Juanjo Bona prácticamente le obligaron a mudarse a la capital donde se encontraban sus mejores amigos, necesitaba tranquilidad para poder asimilarlo todo y creía que esa era la mejor opción. Hasta que su mejor amiga...