Media hora más tarde Martin se miró por octava vez al espejo que había en aquella habitación y volvió a recolocarse el pelo, suspiró frustrado. No iba a mentir a nadie, estaba nervioso por cenar con los padres de Juanjo. Hacía muy poco que lo conocía y nunca había conocido a los padres de nadie en tan poco tiempo, ni los de sus mejores amigas por eso quería dar la mejor visión de si mismo y su pelo parecía no querer estar por la labor como de normal. Unos golpes en la muerta le hicieron sobresaltarse.
— Martin, ¿estás? — Escucho la voz de Juanjo al otro lado.
— Dame un minuto. — Pidió.
— Te espero aquí.
Se miró por última vez al espejo, su pelo no podía estar mejor de lo que ya estaba y llevaba un buen outfit, cómodo pero no demasiado arreglado. Cuando creyó que estaba listo cogió su móvil guardándolo en el bolsillo de su pantalón y salió de la habitación, Juanjo lo esperaba apoyado en la pared del pasillo con el móvil en la mano. Al escuchar la puerta, levantó la vista y lo
guardo antes de observar —probablemente más de lo que debería— al chico. Le dedicó una sonrisa y se dirigió a las escaleras.— Si no bajamos ya probablemente a mi madre le dará algo por tardar tanto. — Martin no pudo evitar soltar una pequeña risa y ambos empezaron a bajar las escaleras.
— Cualquiera diría que eras tú el que tenía que venir a buscarme, si tan poco quieres que lleguemos tarde podrías haber venido antes, listo. — Bromeó el pequeño, Juanjo negó con la cabeza y una sonrisa sin dientes se apoderó de sus labios que parecía ser imborrable siempre que estaba cerca del menor.
Nada más llegar a la planta baja Juanjo le indicó al otro chico que se fuera para el salón.
— Siéntate, voy a ayudar a mi madre con las cosas.
Hizo el amago de girarse para andar hacía la cocina pero una mano se posó en su antebrazo y su mirada se desvió rápidamente a ese repentino contacto.
— Déjame ayudar.Ya que voy a estar aquí de gratis quiero ayudar en algo. — Los ojos de Juanjo seguían fijos en la mano unida a su antebrazo pero al escucharlo la clavó en sus ojos antes de negar con la cabeza.
— Yo traeré las cosas, siéntate en la mesa. — Repitió.
— Juanjo. — Le recriminó el menor.
Odiaba no servir de ayuda para nada y que el mayor no le estuviera dejando ayudar le hacía sentirse todavía más fuera de lugar si cabía.
Juanjo simplemente volvió a negar y emprendió de nuevo su camino a la cocina separando el contacto de su antebrazo con la suave piel de la mano de Martin. Pensar en ese breve contacto entre sus pieles le sacó un suspiro antes de ponerse a coger lo necesario para poner la mesa.
Martin soltó un bufido tras haberse quedado allí parado, en mitad del pasillo, durante unos cortos segundos. No le hacía gracia la situación, se sentía un intruso en un lugar al que no pertenecía. Decidió hacerle caso a Juanjo porque no tenía otra opción y camino hasta el salón para sentarse en una de las sillas de la mesa, tal y como el mayor le había indicado.
Observó su alrededor para distraerse un poco mientras esperaba a que Juanjo volviera. Su mirada se deslizó por la pared en la que pudo observar varios marcos de fotos colgados, en algunos pudo identificar a los padres de Juanjo y a él, además de alguna otra persona que no reconocía, y otros simplemente no los pudo apreciar bien desde la distancia, se apuntó mentalmente mirarlos algún día con detenimiento. Poco tiempo después apareció Juanjo colocando lo necesario para la cena y su madre tras él con la comida, el mayor volvió a desaparecer para traer lo que restaba de comida. Cuando entró por segunda vez en el salón su padre apareció tras él. Martin acabo sentado frente a la madre de Juanjo y con Juanjo a su lado. Que el maño estuviera ahí, a su lado, le daba un poco más de seguridad de la que admitiría frente a cualquiera.
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Melodías de un bar - Juantin
RomanceLos últimos sucesos en la vida de Juanjo Bona prácticamente le obligaron a mudarse a la capital donde se encontraban sus mejores amigos, necesitaba tranquilidad para poder asimilarlo todo y creía que esa era la mejor opción. Hasta que su mejor amiga...