CAPÍTULO 3

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Juanjo por fin consiguió salir de la multitud de gente que llenaba aquella sala y encontró la puerta de salida, necesitaba respirar y sentía que allí dentro cada segundo se queda con menos aire en los pulmones. En cuanto salió el aire frío de Madrid a las tres de la mañana lo recibió llenando sus pulmones y haciéndolo suspirar. Se apoyó en la pared más cercana y se pasó la mano por el pelo. Sabía que debería haber cerrado la boca y no la habría liado, pero el alcohol lo hacía más valiente que de normal.

Ya podría hacer que desapareciera o algo.

Nada de lo que había dicho era mentira, Álvaro hacía escasos minutos que le había comentado que Paul le había parecido atractivo aunque ya sabía que tenía pareja. Y él, bueno, a veces era demasiado directo y esa era una de esas veces. Tan solo esperaba que el pobre chico no se hubiera asustado aunque lo parecía cuando salió prácticamente corriendo del baño.

Sacó su paquete de tabaco del que sacó un cigarro que sujeto con los labios. Tras guardar de nuevo el paquete se lo encendió y le dio una larga calada. Si ya había intercambiado pocas palabras con el vasco durante el escaso día que hacía que se conocían ahora intercambiarán menos aún tras ese encontronazo. Tras un par de caladas más al cigarro divisó una silueta sentada un banco que supo reconocer.

¿Qué hace aquí fuera solo?

Pensó.

Frunció el ceño y se acercó para sentarse en el mismo banco mirándolo.

— Paul. — Llamó su atención haciendo que lo mirara. — ¿Qué haces aquí que no estás con los demás? — Preguntó extrañado.

— Eh... Solo estaba tomando el aire, estaba un poco agobiado. — Respondió volviendo a mirar al frente.

— Oye, ¿todo bien? — Se preocupó el aragonés.

Tan solo hacía escasas horas que lo conocía pero tenía la mirada perdida y una expresión de tristeza que no podía llegar a comprender. A él nunca se le había dado bien leer a la gente así que siempre preguntaba para asegurarse.

— Supongo que ahora no, pero lo estará. — Contestó el granadino dedicándole una corta mirada acompañada de una pequeña sonrisa.

— Me lo puedes contar si quieres, he ingerido cantidades bastante altas de alcohol esta noche y aunque me suelo acordar de todo lo que pasa creo que mañana mi cabeza bloqueará todos los recuerdos de esta noche porque suficiente he hecho ya el ridículo. — Juanjo se frotó la cara algo agobiado con la situación.

— No es nada importante tampoco, solo que justo esta mañana lo he dejado con mi pareja y estoy algo desanimado. — Explicó el chico posando su mirada en sus propias manos con las que jugabas algo inquieto.

— Hostia, no debería haber preguntado vaya bocazas soy, perdón. — Se disculpó el maño, haciendo que Paul soltara una pequeña risa.

— No, no pasa nada, creo que exteriorizarlo lo hace verdaderamente real y creo que necesitaba contárselo a alguien. Tan solo te pido que no les cuentes nada a estos todavía, iba a contárselo esta tarde pero no quería joder el día de Martin así que lo haré en cuanto pueda. — Le pidió Paul a un Juanjo aún demasiado borracho.

— Te prometo que no se lo diré a absolutamente nadie. ¿Entramos de nuevo? — Preguntó Juanjo, levantándose del banco tras tirar la colilla del cigarro al suelo.

— Creo que me voy a ir a casa, necesito descansar y tú también deberías. — Le dijo al chico.

— Todavía aguantó un par de cubatas más sin caerme al suelo te lo digo, ¿quieres que avise a alguien de que te vas? — Le preguntó antes de volver dentro.

Melodías de un bar - JuantinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora