Prólogo

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Sakura Haruno tenía tres cualidades a las que consideraba como talentos personales, o más bien como maldiciones. Uno de ellos, que siempre llegaba tarde a todos lados.

No tenía auto ni sus padres tampoco, no eran adinerados sino más bien de clase media baja. Su cuerpo tampoco era especialmente atlético y tenía que tener un buen despertar para manejar el tiempo que tardaba en alistarse. Cepillar sus dientes y su cabello, peinarse, vestirse, sus cremas y perfumes, etc. Más bien el tiempo que tardaba en prepararse no era él problema, sino la hora a la que despertaba.

Era muy común que despertara por una pesadilla y al tomar su teléfono, verificara que estaba casi en la hora de entrada. Sus intentos por tener una vida responsable, eran un fiasco por completo.

Y más lo notaba aún cuando debía salir a toda prisa y casi ir corriendo hacia la escuela a pesar de que sus pies comenzaban a doler al igual que su riñón. Muy poco atlética.

Cuando estuvo en la entrada desaceleró el paso y preocuró acomodar su uniforme. Era verano y tenía las mangas de la camisa recogidas de manera desprolija. Soltó un suspiro y tomó valentía para cruzar las puertas y dirigirse hacia su salón. Al cruzar la puerta recordó que la clase anterior el profesor Kakashi había pedido estrictamente que llegaran a tiempo para ver la película que tenía preparada. Tenían que concretar un ensayo sobre diversos temas como el holocausto, otras dictaduras y en general injusticia social.

Tragó grueso cuando todas las miradas se posaron en ella y caminó sin mirar en dirección hacia su mejor amiga. Saludó a Ino con un movimiento de cabeza cuando estuvo sentada junto a esta y encajó de manera incomoda en el asiento de su pupitre.

Un carraspeó de garganta llamó su atención. El profesor Kakashi estaba mirándola de manera perezosa y desaprobatoria.

—Recuerdo haber dicho ayer que llegaran estrictamente temprano —señaló sin dejar de mirarla—. Espero que-

—No volverá a suceder —concretó la oración de manera ansiosa y el docente no dijo más nada. Su atención se posó de vuelta sobre la proyección en la pared y siguió en silencio en su lugar en el escritorio.

La pelirrosa intentaba enfocarse en la película y relajar sus músculos, estuvo de aquella manera durante lo siguientes minutos, hasta que un toque en su hombro llamó su atención. Movió la mirada para encontrarse con los orbes azules de su mejor amiga, esta la miraba elevando las cejas para y moviendo la cabeza de manera disimulada hacia su teléfono. Estaba tratando de mostrarle algo.

Los jades bajaron hasta llegar a la mesa, posicionándose sobre el aparato de pantalla táctil que descansaba en las manos de Ino. Entonces esta lo prendió y entro rápidamente a la aplicación que estaba buscando.

Sus ojos se abrieron desconmensuradamente cuando notó como entraba al perfil de cierta persona conocida para ella...

Y hablando de eso, la siguiente maldición; se trataba de que había estado enamorada del mismo chico desde que tenía uso de razón.

El chico de cabello oscuro se hizo presente en la pantalla, estático, en una foto donde se lo veía por encima del torso desnudo y una piscina de fondo junto a otras personas que no tenía idea de quienes eran. Una sonrisa enorme portaba en su rostro y gafas de sol que no dejaban ver sus ojos tan oscuros como su cabello. Itachi Uchiha estaba pasándolo genial en otra ciudad completamente lejos de ella... de su alcance.

Un suspiro escapó de su boca y portó una mirada melancólica. Recibió un codazo en su costado por parte de su amiga que intentaba animarla.

—¿Pero ya le has mandado mensaje?

—Hace una semana que dejó de contestarme. Debe estar muy ocupado... —Intentaba creer sus palabras pero la foto que acababa de ver la rebatió por completo. Sus manos se pusieron en puños e intento retener las ganas de llorar.

Itachi era un año mayor, y se había metido en la universidad casi al instante de que terminó la secundaria. Era un prodigioso y atractivo chico de tez blanca y cuerpo atlético. Mantenía siempre el misterio en su personalidad y un cabello perfectamente cuidado que encantaba a cualquier mujer. Era dulce, un buen muchacho.

Lo conoció cuando eran pequeños y desde ese momento, supo que su sueño era alejarse lo maximo posible del triste pueblo en que vivían. Quería acercarse a las grandes ciudades, una vida de adulto exitoso que conoce a estrellas y se convierte en un jodido científico que ayuda a cambiar el mundo.

Estuvo enamorada de él desde que este la salvó cuando era pequeña de ahogarse en la piscina de la casa de los Uchiha. Despertó con el chico observándola directamente y desde ese instante, supo que era el amor de su vida. No podía explicar como lo supo, o como fue que estuvo tan segura de ello, pero así fue. Y el enamoramiento de una tierna niña residió en su sistema hasta que se convirtió en una puberta, y una adolescente, y hasta aquel momento que estaba pronta de convertirse en adulta legal.

Se había enamorado de otros chicos. Había visto con interés a otros. Interactuó y tonteó con otros. Sus ojos se iluminaron por distintos chicos a lo largo de su vida. Pero ninguno había sido como con Itachi. Jamás volvió a sentir esos murciélagos en el estómago, ni tampoco la necesidad de ir corriendo a sus brazos como cuando era una niña pequeña.

Y ahí estaba su siguiente maldición. Y es que, no era estúpida. Sabía que debía enfocarse en otra persona si con el Uchiha estaba claro que no llegarían a nada. Tenía que hacerlo. Pero ningún chico parecía querer acercársele.

La frase de "hablan mucho y no hacen nada" coincidía perfectamente con su situación. Por qué tantos chicos decían enamorarse pero luego no se acercaban a menos de unos pasos de distancia. Cómo si el contacto con ella quemara.

Se había sentido avergonzada muchísimas veces porque, dentro del instituto, todos los varones la repelían como si fuera una rarita y les diera vergüenza que otros los vieran cerca suyo.

Fuera de la escuela, mantenían un poco más de confianza pero siempre terminaba en lo mismo. No avanzaban de ninguna manera.

El único que se le había acercado románticamente fue Itachi. El único que coqueteó con ella sin miramientos y el único que la había invitado a salir en diversidad ocasiones sin hacerla sentir como si diera vergüenza. Pero sin embargo, este tampoco la tomaba en serio como le gustaría. Pues afirmaba gustarle pero también el no querer nada con ella. Era insufrible.

Un suspiro escapó de su boca.

Lo que Ino una vez le dijo, fue que "Cupido se enamoró de ella" y por eso: no estaba dispuesto a verla junto a nadie. Es decir, no podía entenderlo porque no era alguien fea, era guapa, no la gran cosa pero era bonita. Entonces ¿cuál era el maldito problema sino aquel?

Así había transcurrido los últimos años de su vida. Ella persiguiendo a Itachi, e Itachi quedándose a su lado solo para alejarse cuando estuviera lo suficientemente aburrido. Por otro lado, los chicos repeliéndola y sus amigas compadeciándose. Pero todo empeoró cuando Itachi terminó su último año.

Ahora estaba lejos, y parecía ignorarla cada vez más. Hasta que hacía una semana, simplemente dejó de contestar.

Y eso le daba un muy mal presentimiento.

Tres maldiciones; llegar tarde, estar enamorada por siempre de la misma persona, y que los hombres no se le acercaban. En eso se basaba su estúpida vida.

O eso fue hasta que sin quererlo, se conectó con la raíz del problema.

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Nueva historia. Espero que les guste y si es así, no se vayan sin votar y comentar.

Prohibido tocarla [Sasusaku] [+18] [En Emisión]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora