El caos comienza.
Estailus se da cuenta de la desaparición de algunos integrantes y piensa que solamente se tomaron un largo sueño, no es hasta que se da cuenta que Aquino también ha desaparecido, entonces su preocupación comienza a florecer más a...
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Con cuidado venda sus heridas, otro día en que era torturado por él.
Mientras miraba las heridas causadas y la sangre fresca escurrir, sintió un viento cálido cubrir su cuerpo por un instante como si aún sintiera la calidez de un abrazo.
— Estailus... — dijo en voz baja. La enorme criatura no lo había escuchado.
Dirigió su mano en buen estado hacia el bolsillo escondido de su sudadera y sacó una foto de él y Estailus, junto con un pequeño presente que el zorro le habia dado hace un tiempo.
Ese bonito accesorio para el cabello en forma de lavanda que le dio en su cumpleaños. Lo aprecia con su alma.
Lo guardo rápidamente en cuanto la otra persona empezaba a moverse en su dirección sin prestar la suficiente atención hacia sus acciones.
— Aquino...— susurro mientras mezclaba con sutileza un frasco con líquidos de dudosa procedencia.
La criatura gigante se acercó hacia él, lo había alzado en el aíre mientras seguía agitando el frasco.
Tan pronto como detuvo la constante agitación que ejercía con el frasco miro con cuidado analizando la consistencia, el color, su espesor, su comportamiento.
— ¿Por qué me darás cranch¹?— pregunto con algo de temor el joven de ojos miel.
— ¿Conoces la pócima?— respondió con una pregunta, algo admirado que conociera tal pócima.
Aquino se encogió de hombros y trato de alejarse un poco del gigantón(aunque era imposible).
— Los libros de Botánica... Del nuevo autor.— dijo con miedo fingido.
La criatura se regocijó por la casi temblorosa voz, entonces agarró la pócima y la hizo flotar a su alrededor con magia.
— Creo que debes dejar de usar magia... Tu cuerpo no está preparado para eso y se nota que sufres bastante.— explico su punto mientras mostraba los leves temblores que tenía por ciertos ratos.
La gigantesca figura se enfureció al ser 'reprendido' por una insignificante criatura.
— ¡Y eso a ti que te importa!— elevo la voz con enojo, la paloma gigante lo miraba con ira.
— Simplemente te recomiendo dejar la magia, puedes morir.— está vez trato de arreglar un poco la situación mientras agitaba sus manos en forma de expresar su rendición.
Con cuidado el mago inexperto dejo a Aquino en su pequeña prisión. Entonces se sentó para poder descansar un poco, el malestar en su cuerpo lo estaba sofocando.
Aquino veía el libro abierto, y en un instante mientras la gigantesca figura se alejaba un poco de él hizo mover el libro con magia, en este libro contenía la información de muchos más hechizos que el grandote estudiaba sin parar.
