𝓔𝓬𝓵𝓲𝓹𝓼𝓮

10-

Mateo palacios

—Hola, ¿Qué tal?—Me preguntó María al entrar en la casa de los Cáceres.

—Bien, ¿Vos?—Dije sonriéndole.

—Bien.—Dijo amable y habló con mi hermano y mi viejo.

—Che Matu, anda a despertar a la Emma.—Me dijo Sergio.

Subí las escaleras y abrí la puerta de la pieza y me encontré a la pelusa durmiendo tranquilamente así que me lancé encima de ella.

—¡Pará boludo! No te aguanto más.—Dijo enojada.

—Dale, era joda. Perdón.—Dije riéndome.

—No te perdono.

—¿Ah no?—Dije y le di un beso corto.

—Mmmm, nahhh.—Dijo en joda.

—Bue, me mandaron a despertarte, ¿Y así me recibís?—Dramaticé.

Rodó los ojos y se levantó.

—Dale, vamos abajo.—Dijo y bajó las escaleras conmigo atrás.

Emma saludó a todos y nos sentamos en el salón.

—Nos vamos todos a comprar. Ustedes se quedan con los nenes.—Dijo mi viejo.

—Bueno.—Dijimos yo y Emma a la vez.

Estuvieron hablando un rato más y se fueron al supermercado.

—¿Jugamos al UNO?—Propuso Emi.

—Dale.—Dije yo.

Lia trajo las cartas y nos pusimos a jugar.

—Che pero eso no vale.—Dijo Emma enojada.

—No me llores.—Le dijo mi hermano.

Seguimos jugando y yo gané, pero como nos aburríamos decidimos seguir para ver quién perdía.

—¡Sos una tramposa!—Dijo mi hermano a Emma.

—Ni mi lliris.—Se burló ella cuando quedó penúltima.

Después de un descanso nos pusimos a hablar.

—Lia, ¿Qué tal con Lucas?—Dijo al recordar a su novio.

—Que se yo boluda.—Dijo desinteresada.

—Pero es tu novio, tenés que saber algo de él.—Dijo extrañada.

Vi como Emi la miró raro y ella rodaba los ojos.

—No somos novios. Le dejé hace una semana o así.—Dijo nerviosa.

—¿Por?

—Me gusta otro.—Respondió como si nada.—Y no te voy a decir quién es.

Emma rodó los ojos y se levantó.

—Me parece muy mal esto.—Dijo dramatizando.—Me voy a mi pieza a llorar diez años por tu culpa.

—Si, mejor, pero no vuelvas.—Dijo lía en joda.

Emma subió a la pieza y yo me quedé en sofá mirando a los nenes.

—Mateo.—Dijo Emi.

—¿Mhm?

—Emma subió.—Dijo.

—Ya sé.

—Ándate te está diciendo pelotudo.—Me dijo Emilia y eso fue lo que hice. Me daba más miedo que la hermana esa nena.

Subí al cuarto de Emma y me la encontré sentada en el escritorio.

—¿Que hacés?—Dije tirándome a la cama.