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Emma Cáceres

Me desperté en el pecho de Mateo y sonreí, estaba muy enganchada a él y eso me daba miedo, mucho.

—Hola.—Dijo él después de unos minutos al despertarse.

—Hola.—Dije y me incorporé en la cama al igual que el.

—¿Que querés hacer?—Dijo frotándose los ojos.

—¡Mierda! Tengo que estudiar para Matemáticas.—Dije al recordar el examen.

—Nahhh boluda, es dentro de 2 semanas.—Dijo Mateo.

—¿Y qué querés hacer si no?—Dije y le miré a los ojos marrones tan lindos que tenía.

—Mmm—Dijo haciendo días el pensativo y luego se señaló con un dedo los labios.

—Nahh re bipolares somos.—Dije antes de acercarme y darle un pico.

—¡Eu! No quiero picos.—Dijo haciendo puchero.

—¿Y qué querés?—Dije haciéndome la que no sabía.

—No te pienso decir, perdería mi fachada de fuckboy.—Dijo y se puso una gorra al revés.

—Pues te quedas sin.—Dije y me levanté dirigiéndome al escritorio cuando me agarró del brazo girándome y me besó.

—Perdiste la apuesta cagón ahora si.—Dije al separarnos.

—Mentira.—Dijo y me volvió a besar. Beso que se convirtió en chape obviamente.

—Bueno, ¿Garchamos?—Dijo y nos reímos los dos.

—Sos re pelotudo vos.—Dije dándole un golpecito en el pecho.

—Sos re enana.—Dijo y le miré mal.

—¿Que?

—Si, mirá que me metes un zape y me das en las pelotas como muy alto.

—Mentira pelotudo, si solo me llevas una cabeza.—Dije.

—Pero bue, no sé quién se rompe más al chapar, si vos los pies de hacer puntillas o yo el cuello de agacharme.—Dijo el pelotudo pero tenía razón.

—Que te folle un camión con un pene de 23 metros cuadrados y le saqué el dedo corazón.

—Así que estamos bordes hoy.—Dijo y me cargó como saco de papas.

—¡Mateo bájame!— repetía al notar como bajaba las escaleras y se dirigía al jardín.

—BOOOMBAAA.—Dijo y nos lanzó a los dos a la pileta.

—Te odio.—Dije al salir del agua.

—Mentira, me amas.

Iba a contestar pero aparecieron los Emis.

—Los viejos se fueron y nosotros nos vamos con Marcos y Sofía a hacer un trabajo.—Dijo mi hermana y sin esperar respuesta se fueron.

Estuvimos un rato más en la pileta ahogando al otro y luego salimos para subir a mi habitación, donde Mateo se quitó su camiseta negra dejando al descubierto sus abdominales, los cuales me quedé embobada mirando.

—Eu, mi cara está acá.—Dijo sacándome del trance.

—No te quites la camisa delante mía Po'— Dije.

—Yo no te estoy mirando nada ehh.—Dijo con una sonrisa vacilona.

—A mi no se me ve nada.

—Pelotuda, traes puesta una camisa blanca mojada y no llevas bra.—Dijo y al darme cuenta me tapé con las manos.

𝓔𝓬𝓵𝓲𝓹𝓼𝓮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora