3-Adios, araña

1.6K 93 31
                                    

Emma Cáceres

Me desperté pero sin abrir los ojos ya que tremenda paja me daba y sentí un peso sobre mi abdomen pero me valió, hasta que abrí un poco los ojos y vi unos brazos rodearme haciendo que abra mis ojos el triple y mirara hacia arriba para ver de quién provenían.

—Mateo la puta que te parió, ¡Soltame!—dije intentando salir de su agarre pero solo largó un gruñido mientras abría los ojos .

Al abrirlos del todo, analizó bien la situación y me pegó mas a él mientras reía.

—¡No me estoy riendo, soltame ya!—Dije estresada.

—Estoy muy tranquilo acá, déjame un toque wacha.—contestó haciéndose el dormido.

Solté un quejido y empecé a dar vueltas sobre mi misma intentando salir pero fue en vano, nada me haría salí de ahí, o eso pensaba hasta que se me ocurrió algo.

Tome impulso y nos hice rodar un poco logrando que yo estuviera encima de él. Tras hacer esto, puse mi cara en su cuello y le hice un chupón logrando que me soltara.

—¿Que haces boluda?—Dijo levantándose para verse en el espejo.

—No me soltabas, era lo único que podía hacer.—conteste tranquila.

—La puta que te parió Emma.—Dijo dándose vuelta

—Uhh.—Dije al verlo, pensaba que no sería tanto.

—¿Como me lo quito ahora?—Preguntó.

—Veni.—Dije yendo al baño.

Mateo me siguió y le señalé la tapa del inodoro para que se sentara y así poder poner un poco de base aún que él fuera mas moreno que yo.

Me agaché poniéndome a su altura y con un poco de base y una esponjita me acerqué a su cuello para ponerlo, pero no podía aguantar el equilibrio por lo que reposé mi mano en la pierna del cucharacho.

Escuché la puerta del baño abrirse y me puse de pie tapando a Mateo dándome la vuelta para ver a mi hermanita y a Emi.

—Nosotros no le diremos nada a los papás pero disimulen.—Dijo Lia

—Tas re loca wacha, es un pelotudo de primeras.—Dije.

—Bueno, si me molestas lo digo a mamá.—Dijo y se fue junto a Emi

Mateo palacios

Emma me estaba poniendo una cosa rara en el cuello cuando de la nada alguien abrió la puerta y ella se dio la vuelta levantada para taparme, supongo.

La escuché hablar pero solo estaba centrado en una cosa: tenía sus nalgas a dos palmas de mi cara. Si no fuera porque es cortita,molesta,pelotuda e inútil, yo le re daba.

Gracias a dios la pelusa me sacó del trance.

—¡Che!—dijo metiéndome un sape en la cabeza.

—Upa perdon, estaba en trance.—conteste frotándome la cabeza.

—En trance mirándome el orto, ¿No?—Dijo molesta.

No sabía qué contestar, igual fue su culpa por ponerlo delante de mí.

—No me lo pongas en la cara pues.—conteste finalmente.

Mala idea. Emma comenzó a estirarme del pelo haciéndome caminar hasta la habitación para luego cruzarme el pie por detrás logrando que me tropiece pero antes de caer le agarre del brazo haciendo así que ella se me caiga encima y empecemos a pelear estirándonos del pelo, pegándonos bofetadas medio suaves y pellizcando.

𝓔𝓬𝓵𝓲𝓹𝓼𝓮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora