PART IV

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EL BLANCO ES SÍMBOLO DE INOCENCIA Y PUREZA. Paz y libertad. Borrón y cuenta nueva. A Ralla le encantaba el color blanco hasta que le resultó repulsivo. Le recordaba su debilidad y su inutilidad. Pensó que tenía poder e influencia, que por fin la tendrían en cuenta, pero Ralla volvió a perder. El vestido de Alicenta era blanco.

Decidieron celebrar la boda durante la luna. Ralla, como madre, hermana y esposa, debía supervisar todo el proceso, pero hay que reconocer que no le importaba. Sus pensamientos estaban en su familia, o más bien en lo que quedaba de ella. La princesa Rhaenyra no habla con la familia Hightower ni con su padre. La traicionaron de nuevo. Por mucho que Ralla intente apagar esta llama, crece más y más.

Alinsent ha comenzado a pasar más tiempo con el Rey Viserys. Viendo esto, Ralla sintió asco. En su cabeza ya estaba viendo la vida de casada de su hija y rezaba mentalmente a todos los dioses.

- Qué divertido -la mujer observaba a los sirvientes desde el balcón del piso-. - Creías que ibas dos pasos por delante, pero has resultado ir dos pasos por detrás.

Rhaenys. Ralla nunca había tenido una buena relación con ella, pero tampoco una mala. Apenas se habían cruzado desde que la primera se había casado. Aun así, sabían mucho la una de la otra.

- Te alegrarás por ello -resopló Arryn-. - Llegará el día en que el Fénix resurgirá de sus cenizas.

La princesa lo encontró divertido. El afán con que lo hace. Ralla y Daemon son muy parecidos, incluso más de lo que creen. Su ansia de poder y sus constantes errores los arruinan. El poder nunca estará en sus manos, o que los dioses ayuden, no quedará ni una piedra de Desembarco del Rey.

- No, a menos que esas cenizas sean esparcidas sobre el mar.

Ralla frunció el ceño.

- ¿Es eso una amenaza?

Rhaenys sonrió. Recordaba a la descarada dama como una niña que no había recibido el afecto y los cuidados adecuados. Ralla era, y sigue siendo, una persona contentamente callada y reservada que no muestra sus verdaderas entrañas a nadie. La joven Lady Arryn llevaba pilas de libros de política a todas partes. Escuchaba más de lo que hablaba. Rhaenys tiene que admitir que Ralla se ha convertido en toda una intrigante.

Ralla, rodeada de su séquito, abandonó la compañía de la princesa. Levantó la barbilla con orgullo y puso una máscara de arrogancia en su rostro. Al doblar la esquina, Ralla se dirigió hacia los aposentos del rey, deseosa de hacerle cambiar de opinión. Lo hizo en secreto, no quería que su señor esposo se enterara. Sin duda Otto se enterará, pero es sólo cuestión de tiempo. Ralla quiere razonar con su primo, presionar por dignidad y piedad. Recordar a su hermana Aemma. La mujer se detuvo ante las grandes puertas e hizo una señal con la mano para que sus damas se quedaran atrás. Los guardias le abrieron la puerta, ella recogió el dobladillo de su vestido y entró.

Viserys se sentó a la mesa, mirando de nuevo la maqueta de la vieja Valyria. A Ralla le parecía un pasatiempo aburrido. En el fondo, su querido primo no tenía aficiones interesantes. A veces se preguntaba cómo había llegado a ser jinete de Balerion. Hizo una breve reverencia e inmediatamente se sentó a su lado. Se produjo un largo silencio que ambos temían romper. Había muchas reticencias entre los primos. Había tantas cosas que querían decirse, pero la solución más sensata era guardar silencio.

- Ya sabes por qué estoy aquí, primo -Ralla hizo girar el juguete entre sus manos-. - Quiero revocar tu decisión.

Viserys sonrió. ¡Eso quiere! Cuántos nobles han ido y venido con estas palabras a su consejo, y aquellos a él. Cuántas veces ha oído que la mano del rey lo ha fastidiado. ¡Piensan que es un tonto! Pero se ha decidido por la dulce e inocente Alicent. La chica que le ayuda a olvidar su pena, a compartir su dolor. Mirarla le hace querer volver a confiar en los Dioses.

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⏰ Última actualización: Jul 11 ⏰

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DEBER // Otto Hightower Donde viven las historias. Descúbrelo ahora