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—Estare ahí en quince minutos, no te preocupes —dijo, su voz metódica y profesional, hasta que se aclaró un poco la garganta y su tono se volvió más preocupante —¿Él está bien?

Una pequeña afirmación del otro lado de la línea con unos cuantos detalles lo hicieron suspirar aliviado.

—Bien. No te alejes de él. Cuídalo.

Se despidió, escuchando las últimas indicaciones para antes de la Qualy, antes de alejar el celular de su oreja y colgar. Lo arrojo a un lado suyo sobre él sofá y volvió a suspirar, hondo está vez, dejando salir el cansancio y agotamiento en la acción.

Una vez que se encontró mejor, miro hacia abajo, hacia el rostro del joven Alfa rubio que descansaba sobre su hombro, y sonrió.

La expresión adormilada y casi inconsciente de Max lo hizo reir entre dientes, con su mano comenzando a acariciar su espalda desnuda como una manera de hacerlo volver de a poco a poco en si.

Max ronroneo ante el suave tacto.

—Tienes que recomponerte, bebé. Tenemos que volver al trabajo —le murmuro sobre el cabello, depositando un beso sobre él. 

Max negó, moviéndose con ayuda de sus rodillas sobre él y se acercó, aferrándose a sus hombros mientras intentaba esconderse más en su cuello como lo haría un niño asustado.

El movimiento hizo a Sergio respirar agitado, puesto a que Max no le había permitido salir de él.
 
Aún en su delirio post orgasmico, Max seguía siendo el mismo necio de siempre.

—No quiero ir a ningún lado —murmuró quejumbroso, con su voz floja y arrastrada. 

Quizá aún atrapado en los recuerdos de su intensa sesión y sus músculos agotados.

Algo en Sergio aún no podía creer lo fácil que era para Max olvidar que era un Alfa y comportarse casi tan necesitado como un Omega cuando se trataba del sexo entre ellos.

Pero no, Max no era un Omega, evidentemente

No lubricaba y no era tan meneable como uno. Pero eso no hacía menos placentera la experiencia, en su lugar, la hacía un poco más agradable, dado que Max no era tan frágil y tenía mucho mejor condición física. 

Sergio no tenía porque preocuparse porque haya liberado demasiadas feromonas como para hacer que perdiera el conocimiento, porque contrario a un Omega, Max no caía inconsciente de inmediato, más bien parecía que había sido sedado con alguna droga y permanencia en un estado de alucinación y serenidad.

Cómo justo ahora, sentado a horcajadas sobre él mexicano mientras se abrazaba a él como un koala, con el cuello débil y sin fuerzas como para poder alzar el rostro. 

Sus ojos parpadeaban pesadamente y su respiración era cada vez más pausada.

Pero era un efecto normal después de recibir el nudo.

Los Alfas no solo se aseguraban de dejar su semilla en el interior con ayuda del nudo, si no que además hacían que fuera un poco más llevadero para los Omegas. Su descarga era una especie de afrodisíaco para ellos, para que se mantuvieran bajo el calor de la situación y no se concentrarán solo en el dolor, podía ser incómodo para ellos, pero seguirían si es lo que el Alfa quería solo porque se encontraban bajo el dominio del afrodisíaco.  

El solo olor del semen fresco era como un imán para ellos.

La cosa no cambiaba con Max, suponía.

Además, se había encargado de anudarlo correctamente, podía sentirlo.

Prohibido (chestappen) (checlerc) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora