Fue absolutamente abrumador el trayecto a la iglesia, desesperado por verle se levantó de su cama sin importarle que su cuerpo doliera y su cabeza se sintiese a punto de explotar, aunque su malestar físico no se comparó al que experimentó después. Fue deprimente lo que encontró al llegar, se había ido.
Se dio cuenta cuando corrió aterrado a las puertas de la catedral no encontró nada. Al observar en dirección al altar no escuchó ese acento alemán que le ponía los pelos de punta al creer que estaba molesto repentinamente pero solo se trataba de el siendo directo. Frente a el se encontraba un impostor en su lugar, era un sacerdote de cierta forma longevo con los cabellos blancos como la nieve. Era irreconocible, la emoción amarga que lo sumergió en la desdicha le pegó de golpe al observar a los presentes continuar con la misa como si no faltara una pieza importante en el lugar.
Apretó su puño arrugando el papel con el que estaba envuelto el precioso bouquet que se quedó sin dueño. Fue olvidado en una de las bancas y manipulado por una pequeña niña que curiosa comenzó a jugar con los pétalos de las rosas en bellísimo color rosa pastel. Sugeridas para pedir perdón y las cuales no alcanzaron a cumplir su función.
Entró desesperado disimulando su ansioso actuar caminando a prisa, ignorando que su interior le gritara que corriera, sería capaz de recorrer cada rincón del lugar pero fue detenido por uno de los seminaristas el cual sin conocimiento alguno y de cierta forma animoso le dio la noticia.
Conocían al portugués, sabían que frecuentaba al rubio pero al igual que el resto lo veía como un amigo, no estaba enterado de lo que ocurriese entre ambos pues no pudo identificar la expresión en el castaño, esta se distorsionó pues era imposible predecir el sentimiento que abordaba el pecho de aquel.
Simplemente lucía aturdido tratando de digerir que no podía haberse siquiera despedido con el. La ira le abordo pues en primer lugar no le hubiese permitido irse.
Esa mañana volvió a casa. Tomo una ducha y se escondió bajo las frazadas. Perdió un poco la percepción de cuantas veces lo repitió desde ese día. En medio de su pesar fue la rutina que había implementado al llegar a su hogar.
Lagrimas silenciosas mojaban sus mejillas al recordar la decepción en aquellos ojos de los que se había enamorado, temblaba de impotencia al grado de morder su puño al pensar en que no volvería a verlos mas, le ponía mal el aceptar su realidad, estos jamás le mirarían con el cariño que una vez lo hicieron, le aterraba correr a buscarle para enfrentar la ira o el desdén con que estos le recibirían, recordaba la rabia que los coloreaba en rojo. Su ceño fruncido y el desprecio en sus palabras la ultima vez que le vio, enfrentándose a desprecio que jamás había experimentado.
Se sumergió en una absoluta tristeza que para cuando levantó la cabeza del escritorio de su oficina habían pasado un par de semanas huecas que entre sueños lucidos y la acidez de un estomago vacío, estas se fueron sin notificarle nada a su paso.
Enero llegaba a la mitad y lo desolado de su clima no cobijaba su pecho cubierto en hielo incapaz de sentir el calor en la punta de su nariz. El sol entraba a través del gran ventanal pero aun así no lograba tibiar su ser. Comprendió que eso sería absolutamente largo, en el fondo había un pequeño indicio donde le indicaba que esa pena y el luto en realidad se volverían eternos.
Se recordaba en el mismo lugar soltando al aire un "feliz cumpleaños". Esperando que el dolor en el pecho del sacerdote le permitiera disfrutar su cumpleaños. Un amargo cuatro de febrero.
No podía explicar con palabras las sensaciones que abordaban su cuerpo al pensar en el, no podía levantarse de su lugar más allá para ir a su trabajo. Incapaz de salir de su cama pensando simplemente en lo doloroso que le resultaba respirar. Al llegar a casa el destino era la cocina donde engullía los batidos con proteína en un intento hueco de mantenerse erguido.
Estaba funcionando en automático, sus movimientos lentos y estáticos tan torpes. Incapaz de mantener la concentración en la televisión o seguir el ritmo de una canción llevándolo a la desesperación.
Había perdido la noción del tiempo completamente incapaz a tener iniciativa propia. Se arrastraba como una sanguijuela para ducharse y comer algo pero sin poder abandonar su espacio.
El declive la que se había sumergido fue agobiante para su propia madre, luchaba por que este mostrara un semblante diferente a la oscura mueca que arrojaba cuando entraba a su habitación para dejarle comida.
Detestaba que solo saliera para ir al gimnasio que habia en la residencia, no le dirigía una palabra a nadie. Lo había visto subir a la caminadora y no parar hasta que sus piernas no respondieran obligándole a lloriquear en su lugar.
"Es algo que cosechaste, Cris." No había mentira en sus palabras, era el arduo trabajo de la vida descortés que llevó.
Un precio bastante bajo, su corazón a cambio de todos los que destrozó en el proceso.
Fue entonces que pensó en el de Toni, en lo lastimado que estaría. Avergonzado de si mismo y aborreciéndole hasta el hueso.
Trató de llamarle pero este siempre desvió su llamada.
El día que el alemán cambio de número telefónico se obligó a mantenerse en cama todo el día, lloró al perder la ultima esperanza. No había forma de buscar un perdón. Estaba claro que no lo obtendría.
Marcelo lo visitaba, pero le mostraba la misma sonrisa de siempre. Le atendía como siempre, actuaba tan natural que si no lo conocieras demasiado dirías que no le afecto en lo absoluto.
Sin embargo el brasileño era especial, era su mejor amigo y lo conocía como la palma de su mano, tanteaba el terreno al mencionarlo. Buscaba esperanza y siempre le decía que si no tenía noticias, pero este cambiaba el tema.
Cristiano decía que si Toni lo hizo así debía respetarlo, quería expulsarlo de su vida completamente y si este no demostraba ni un indicio de quererlo de vuelta así lo dejaría. Bastante había hecho, no podia imaginar la pena de este y la vergüenza con si mismo. Un sacerdote que se prestó a ser la cita en turno de un casanova.
Entonces permitió que el tiempo pasara, en medio de una soledad y la tristeza ensordecedora trajo consigo el pesar de los años y la incapacidad para ser feliz después de esa navidad donde se convirtió el hombre mas feliz por mérito propio. Donde atrapó el mas preciado premio y le escapó por su mal cuidado.
Cada cuatro de febrero compraba flores para el San Jorge al que Toni le regaló sus primeras flores.
ESTÁS LEYENDO
PECADO. [Cristiano Ronaldo x Toni Kroos.]
FanfictionAdvertencia: Historia de mi autoria, sin fines de lucro y sin el afán de ofender a nadie. Una simple fantasía plasmada en una novela. Un capellán caracterizado por un alemán distintivo en el mundo del futbol, al igual que la estrella del mismo depor...