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Krist Perawat

Me caí de la cama y busqué mis gafas en la mesa de noche. Esto no estaba pasando. Los embarazos instantáneos después de pasar una ola de calor con el ex con el que lo habías intentado una y otra vez y no habías conseguido que funcionara no eran algo que en realidad les ocurriera a las personas.

-Está bien, está bien -dijo Singto, cambiándose de lugar en la cama para salir por el otro lado, y luego caminando hacia mí-. Vamos a tomarnos un respiro y pensemos en esto racionalmente.

-¿Racionalmente? -Arqueé una ceja y apoyé las manos en mis caderas antes de darme cuenta de que estaba desnudo, con lubricante y semen chorreando por el interior de mis muslos desde mi agujero aún tembloso.

No tuve que preguntarme cómo me veía. Singto se congeló a medio paso y me miró como si fuera un filete Wellington que quería devorar.

El filete Wellington era su plato favorito para ocasiones especiales. Lo sabía porque le preparaba uno cada segundo día de Navidad. Hacía unos meses me había hecho un Wellington por lástima y me había comido una cuarta parte antes de llorar por el resto y llevármelo a la casa de al lado para dárselo al viejo señor Jumpol.

Lo sabía cómo sabía que estaba embarazado de nuestro hijo.

Sacudí la cabeza.

-Necesito limpiarme -dije en voz baja, pasando junto a él y dirigiéndome al baño.

-¿Necesitas ayuda? -preguntó Singto, siguiéndome al baño.

Lo miré por encima del hombro mientras abría la ducha con una mirada que decía: "¿En serio?" Pero mi incredulidad frustrada se derritió ante la seriedad de su mirada. Singto estaba atónito, igual que yo. De momento, sólo podía basarse en mi insistencia en que estaba embarazado.

Era mi palabra contra todas las fuerzas de la lógica y la probabilidad... y él parecía creerme.

-No necesito ayuda -suspiré, metiendo la mano en el agua para comprobar la temperatura-. Pero si quieres quedarte y bañarte en cuanto me haya limpiado, adelante.

Singto asintió y se apoyó en el mostrador, cruzándose de brazos.

Joder, se veía impresionante, todo desordenado por el sexo y esperando, mirándome como si estuviera a punto de recibir un espectáculo.

Me obligué a apartar la mirada, dejé las gafas sobre la encimera y me metí en la ducha para darme un lavado rápido y práctico. Pero, por supuesto, mi mente tuvo que recordar todas las veces que en años anteriores había hecho un pequeño espectáculo en la ducha y lo había provocado lavándome con mucho cuidado mientras él me miraba. Esa había sido nuestra versión del flirteo. Más de una vez, había sido el medio por el que habíamos calmado una pelea inminente.

-Entonces, ¿cómo sabes que estás embarazado? - preguntó Singto.

Estaba de espaldas a él mientras me pasaba el paño enjabonado por el cuerpo, pero podía imaginarme su mirada fija en mi vientre. O tal vez en mi culo. A Singto siempre le encantó mi culo. Decía que era como un durazno y delicioso.

Una sonrisa se dibujó en mis labios antes de centrarme en la seriedad de la situación. Singto había hecho una pregunta genuina que, como alfa, él no sabría responder.

-No sé cómo explicarlo -dije, tratando de averiguar la mejor manera de pararme para poder limpiar mi agujero sin irritarlo para otra ronda de sexo sin celo-. Es como si todas las células de mi cuerpo se reorganizaran para mirar hacia mi útero.

Es como si ese orgasmo de reproducción hubiera encendido una cerilla en mí, pero en lugar de consumirse y apagarse, el fuego se está extendiendo.

-¿Estás seguro...? -empezó, pero se tragó las palabras cuando me giré hacia él. Se aclaró la garganta y continuó-. No digo que estés equivocado, sólo intento comprender. ¿Estás seguro de que es un embarazo real y no sólo... ilusiones? -Se quedó muy callado y añadió-. Sé que quieres ser papá.

Embarazado de mi ex [Peraya]✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora