Embarazado de mi ex [Peraya]✓

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Singto Prachaya

Tenía que ser un error.

Todo era demasiado surrealista.

Tal vez Krist se había equivocado con los tiempos, o tal vez yo estaba tan emocionado por volver a verlo después de tanto tiempo separados que me había imaginado que estaba en celo. La caja de pruebas de embarazo tenía que estar defectuosa.

Tal vez el camarero de la cafetería trabajaba para la Agencia Perfect Match y nos había echado algo en la bebida para hacernos creer que los resultados de su sistema de emparejamiento eran mejores de lo que eran.

Sí, tenía que ser eso. Esa tenía que ser la razón por la que, después de una sola ola de calor una ola de calor asombrosa, increíble, única en la historia, en la que creí haber visto a Dios Krist de repente ya no estaba en celo.

Tenía que ser eso. La alternativa era...
No tenía ni idea de lo que creía que era ni de cómo debía sentirme al respecto. Incluso ahora, cinco días después. Esta pequeña pausa para procesarlo que Krist había sugerido estaba jugando con mi cabeza y haciéndome pensar en ideas locas. No podía ser...

—Singto. ¡Singto! Deja de soñar despierto y presta atención cuando te hablo.

Salí de mis pensamientos abrumadores con tanta fuerza que casi me caigo de la silla de mi oficina. Era jueves por la tarde.
La semana había pasado volando en una neblina. Mi padre se había dado cuenta y me había gritado cada vez con más frecuencia. Ahora estaba ahí, en la puerta de mi oficina, como la encarnación de una tormenta.

—¿Perdón? —pregunté, fingiendo que no sabía lo que había dicho o que me había hablado, como solía hacer, como si yo fuera un rechazado al que tenía que mimar con resentimiento para conseguir que hiciera algo.

Mi padre frunció el ceño.

—Dije que levantes tu culo de esa silla y vengas conmigo. Tenemos una reunión urgente sobre la cuenta de Tenderwell en la sala de juntas. ¡Ahora!

Me levanté, tratando de no temblar visiblemente mientras lo hacía. Cuando salí de detrás de la mesa y me puse en pie, respiré hondo. Esto no iba a salir bien.

—Lo siento, padre, pero no puedo ir —le dije—. Tengo un compromiso muy importante dentro de media hora al que no puedo faltar.

Como era de esperar, los ojos de mi padre se abrieron de par en par y sus fosas nasales se encendieron cuando lo desafié.

—¿Perdón? —preguntó con un gruñido.

Caminé para agarrar mi abrigo del perchero de la esquina y darme unos segundos más antes de responder.

—Tengo una cita a la que no puedo faltar dentro de media hora —dije—. Tampoco puedo llegar tarde.

No podía llegar tarde, porque si lo hacía, Krist probablemente me regañaría, como siempre hacía.

Odiaba que llegara tarde a las cosas. Aunque después de la sorprendente conversación durante nuestra cita del sábado, podía entender por qué. Tal vez me había vuelto un poco perezoso con las cosas mientras estuvimos juntos, y tal vez una vez le había dicho que lo necesitaba para organizar mi vida.

Mierda, el volumen de falta de comunicación que ahora podía ver que había ocurrido entre nosotros mientras nuestra relación se había desmoronado era... vergonzoso.

No dejaría que volviera a ocurrir. No podía. Era muy posible que ahora tuviéramos todas las razones del mundo para intentar arreglar las cosas entre nosotros. El sábado por la tarde y por la noche había habido momentos de... buenas cosas antes de que la ansiedad lo volviera a echar todo por tierra.